Si los torneos que estaban en marcha no pueden reanudarse, quedarán sin efecto los descensos en todas las categorías y se comenzará, si es posible en agosto, con la nueva temporada.
La idea es que los planteles puedan comenzar a entrenarse entre el 15 y el 20 de abril, para comenzar en mayo la actividad profesional. Pero si la cuarentena se estirara hasta mayo, se pararían todos los torneos, obviamente no habría campeón de Copa Superliga, se anularían los descensos y se usarían las tablas actuales para los ingresos a las copas internacionales.
En la AFA y la Superliga (próximamente, Liga Profesional, con Marcelo Tinelli como titular) evalúan distintos escenarios. Y el más extremo es que no se pueda volver a jugar al fútbol oficialmente hasta después de junio; en consecuencia, la Copa de la Superliga se habría reducido a una única fecha (e incompleta, porque no se disputó River-Atlético Tucumán).
Si la pelota debe permanecer quieta hasta el inicio de la próxima temporada, hay dos cuestiones sensibles por resolver: los descensos a la Primera Nacional y los ascensos a la élite. La corriente con más fuerza en este momento, de llegar a esa coyuntura, es la que propone que ningún equipo baje a la segunda categoría del país. Y que los conjuntos que lideran los dos grupos de la PN (Atlanta y San Martínez de Tucumán, a falta de nueve fechas para el epílogo de la fase) peguen el brinco. Así, jugarían 26 conjuntos el próximo torneo.
Claro que dicho proyecto deja sin efecto el Reducido en la Primera Nacional; he ahí cierta resistencia. También hay cultores de que los descensos no se pueden anular. Si el corte de la temporada quedara en el último juego que se disputó, perderían la categoría Central Córdoba de Santiago del Estero, Patronato y Gimnasia.