Los humanos ya cocinaban plantas hace 170.000 años
- 03/01/2020 15:24 hs
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El hallazgo de rizomas asados en una cueva africana aporta nuevas claves sobre la evolución de los 'sapiens' modernos, que ya consumían carbohidratos y los compartían con niños y ancianos
Hace 200.000 años, las cuevas que salpican la costa sudafricana proporcionaron un refugio en el que los primeros seres humanos pudieron prosperar. Con el mar a sus pies y abundantes flora y fauna a su alrededor, algunas de las primeras poblaciones de Homo sapiens anatómicamente modernos evolucionaron durante más de 100.000 años
Como prueba, allí dejaron las conchas que usaban como decoración, dibujaron símbolos en las paredes y fabricaron herramientas con huesos de animales. Ahora, se suman a estas evidencias los restos de plantas carbonizados que se acaban de encontrar en una de esas grutas. El hallazgo, publicado hoy en Science, arroja una nueva y valiosa luz sobre los primeros experimentos culinarios de aquellas personas.
Conocer la dieta de los primeros sapiens es fundamental para entender la evolución de los homínidos. Las estrategias de caza y el consumo de carne de nuestros antecesores han podido ser estudiadas con mayor detalle que el de vegetales, ya que los huesos y las herramientas de piedra que dejaba la caza se conservan mucho mejor que los restos orgánicos.
Sin embargo, los científicos creen que las plantas ricas en carbohidratos también formaron parte de la alimentación de estos homínidos. De hecho, es probable que contribuyeran al desarrollo de su cerebro y su capacidad cognitiva.
La recién hallada presencia de rizomas -los tallos horizontales que algunas plantas desarrollan bajo tierra- en la cueva Border de Sudáfrica avala ahora esta idea. Se trata de uno de los testimonios más antiguos del consumo de hidratos de carbono, uno de los nutrientes básicos de las dietas modernas.
En concreto, las cenizas encontradas en la gruta sudafricana pertenecen al género Hypoxis, un tipo de plantas pequeñas que crecen en todo el sur del continente africano, como los lirios estrella o la patata africana (Hypoxis hemerocallidea).
"Los carbohidratos son importantes para el cerebro, las personas necesitan consumir unos 100 gramos al día para una buena función cerebral", explica Lyn Wadley, autora principal del artículo y profesora en la Escuela de Geografía, Arqueología y Estudios Ambientales en el Instituto de Estudios Evolutivos de la Universidad de Witwatersrand, en Sudáfrica.
"Además, había restos de animales en el lugar, por lo que sabemos que comían carne y almidón, lo que significa que esa gente consumía una dieta equilibrada hace 170.000 años", es decir, en la Edad de Piedra Media.
CAPACIDAD COGNITIVA
De esta forma, las plantas habrían ofrecido un alimento alternativo accesible y de fácil transporte para los humanos del paleolítico medio. "Llevaban los rizomas a su cueva, donde podían compartirlos con otros miembros del grupo, probablemente con ancianos y niños que no podían recogerlas por sí mismos", afirma la investigadora.
Esa capacidad de resistir la tentación de una recompensa inmediata -que se conoce con el término de gratificación aplazada- es una característica que apunta a una cognición compleja. "Un animal se lo hubiese comido en el momento. El mero hecho de transportar y cocinar los rizomas indica que tenían una cognición como la nuestra", añade Wadley.
Las plantas llamadas geófitas -como las cebollas, las patatas o el jengibre- almacenan los hidratos durante mucho tiempo, gracias al crecimiento de raíces de almidón bajo la tierra. Esta parte, nutritiva y duradera, se puede comer cruda, aunque resulta mucho más blanda una vez cocinada.
"Es significativo que hace 170.000 años la gente ya cocinara los rizomas, porque esto permite una mayor liberación de glucosa y, por tanto, una mejor nutrición. Al cocerlo también se descompone la fibra, lo que hace que el rizoma sea más fácil de masticar y digerir", aclara Wadley.
COMIDA PARA LLEVAR
El estudio se añade a una serie de hallazgos aparecidos en estos últimos años sobre la evolución de la dieta en la Prehistoria. La cocción de los alimentos -un proceso que incluye no sólo calentarlos, sino también acciones como picar o moler- reduce en gran medida el trabajo necesario para la digestión, de modo que se extrae más energía de los alimentos y con un menor gasto.
Al cocinar se descompone el colágeno, tejido conectivo de la carne, y se ablandan las paredes celulares de las plantas, para liberar así sus reservas de almidón y grasa. Desde un punto de vista evolutivo, se cree que las calorías extra que permitieron aumentar el cerebro de las sucesivas especies de homínidos se consiguieron en detrimento del tejido intestinal.
Por eso, el tronco de los sapiens es mucho más estrecho que la amplia caja torácica del resto de especies de primates. Además, cocinar dejaba más tiempo libre: se estima que otros grandes simios pasaban de cuatro a siete horas al día sólo masticando.
De esta forma, se cree que el procesado de los alimentos habría jugado un papel importante en nuestra evolución. Sin embargo, precisar cuál es el origen exacto de esa habilidad para cocinar es problemático (como también lo es determinar el momento exacto en el que homínidos dominaron el fuego), debido a la escasez de pruebas materiales.
En 2016, investigadores israelíes hallaron nueces, tubérculos y semillas tostados hace unos 780.000 años en el yacimiento de Gesher Benot Ya'aqov, mucho antes de que apareciesen los primeros sapiens.
Otro hallazgo reciente, también en Sudáfrica, probaba que los sapiens de Mosselbaai ya consumían marisco cocinado hace, al menos, 165.000 años. Las pruebas de diversificación de la dieta avanzan en paralelo a la cronología que conduce al ser humano moderno, prueba de una mayor sofisticación y adaptabilidad a nuevos entornos.
"Otro aspecto significativo del consumo de rizomas es que están muy extendidos por todo el continente y, por tanto, podrían proporcionar alimentos seguros a las personas que viajaban a través de África", concluye Wadley.