Cuando se topan con una manada de bueyes almizcleros, los lobos árticos planifican, los rodean y siguen al líder para preparar el ataque. Los bueyes almizcleros son unas de las pocas presas que colaboran para formar un corro defensivo. Los lobos se colocan e intentan separar a uno de los animales —que pueden pesar casi 300 kilogramos— de la protección de la manada.
FOTOGRAFÍA DE RONAN DONOVAN