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29/09/2013 13:36 hs

Bosques más eficientes; que generan más productos

Argentina - 29/09/2013 13:36 hs
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En los últimos 15 años, Chile, Brasil y Uruguay capturaron 30.000 millones de dólares de inversiones en plantas de celulosa. En la Argentina no aterrizó ni un solo dólar.

El dato explica dos cuestiones muy significativas. En primer lugar que la región tiene el agua, los suelos y la luz solar necesaria como para lograr los bosques forestales de mayor productividad del mundo y por lo tanto atraer inversiones. El calentamiento global y la última serie de sequías están provocando grandes pérdidas en los bosques naturales del hemisferio norte, principalmente en Canadá, Estados Unidos y los países nórdicos. Su industria forestal pierde competitividad mientras se observa que el crecimiento de la demanda mundial sólo podrá ser abastecida por los bosques implantados de América del sur.

Pero a pesar de estas ventajas, el país no ofrece el suficiente horizonte de previsibilidad para una actividad de largo plazo. Claro, en la actividad forestal la inversión no retorna a los seis meses como en una cosecha de granos. Aquí la medida de tiempo son por lo menos diez años. Y decididamente la forestación se encuentra atrapada en el cortoplacismo que le ofrece la macroeconomía. No por nada, de la materia prima que generan los 1,2 millones de hectáreas de bosques implantados sólo se industrializa el 50%. Los memoriosos recuerdan que la última inversión efectuada en una planta de celulosa en nuestro país fue en 1982, la que actualmente tiene Alto Paraná en Puerto Esperanza.

Para colmo de males, la ley de extranjerización de la tierra genera una cuota adicional de incertidumbre en la actividad por la posibilidad que termine de ahuyentar al inversor extranjero.

Con este escenario, que es casi como andar con el freno de mano puesto, se realizó esta semana el 4to. Congreso Forestal Argentino y Latinoamericano en la ciudad de Iguazú. Los organizadores acertaron en proponer una temática muy amplia, de la utilización de la biomasa hasta la imagen pública del sector y los problemas sociales y ambientales, y en incorporar en la agenda de la discusión local los desafíos que se vienen. No dudaron en hacer una fuerte apuesta económica en traer a los mejores disertantes.

Thomas Amidon, que se presentó como un científico loco, profesor de bioprocesos del SUNY College de New York, habló de las líneas de trabajo de las biorefínerías y como pueden transformar los antiguos residuos en nuevos productos. Si de la madera antes se aprovechaba la celulosa para pulpa y papel ahora la tecnología permite aprovechar la hemicelulosa y transformarla en bioplásticos, etanol y butanol. Hasta la lignina puede convertirse en adhesivos. En definitiva, el mundo que se viene, la bioeconomía donde todo residuo se termina transformando.

El investigador francés Philippe Rozenberg, director del INRA Orléans, Francia, fue contundente con su información sobre el rápido aumento de la temperatura media anual, las sequías y el decaimiento de los bosques europeos. "Comprender los procesos implicados en los decaimientos presentes y pasados puede ayudar a identificar aquellos procesos que ponen en peligro ciertos sistemas de producción como así también aquellos que pueden activar mecanismos de adaptación", afirmó Rozenberg.

Para anticiparse al escenario de mayores temperaturas globales y frecuencia de sequías aconsejó la utilización de dos herramientas: el mejoramiento genético y el manejo forestal.

En una línea parecida, Jose Luiz Stape, profesor de silvicultura en la Universidad de North Carolina, Estados Unidos, habló de prepararse para el futuro en la que no quedará otra que producir con mayor eficiencia, es decir producir más con menos recursos. Demostró los resultados que tienen la genética, la selección y las prácticas de gestión adecuadas para la producción económica y sostenible de la madera. Aseguró además que las "plantaciones forestales son fundamentales para satisfacer la demanda de madera del planeta, cuya población y el consumo per cápita de la madera están en aumento. América latina ha demostrado poseer áreas de media-alta productividad para las principales especies plantadas de Pinus (15-45 m3/ha/año) y el Eucalyptus (25-60 m3/ha/año)".

Para el secretario científico del Congreso, Tomás Schlichter, coordinador de Investigación Forestal del INTA, los pasos que se están dando en la investigación tanto en bosques nativos como implantados abren nuevas posibilidades de productos y mercados. Schlichter, que prefiere ver la mitad del vaso lleno, cree que "mientras existan bosques hay esperanza en esta actividad. Eso es lo central, las inversiones llegarán en algún momento, tarde o temprano".


Fuente: La Nación 

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