Un estudio muestra que desde 2008 se cambió la forma de medirlo; por elevar la cifra, el país pagará unos US$ 4000 millones más de deuda en 2014
Basta con recorrer la góndola de un supermercado para comprobar que la cifra oficial de inflación está muy lejos de la realidad. Es el indicador más palpable, pero no el único, que el Gobierno está manipulando. Una investigación de un equipo de economistas de la Universidad de Buenos Aires en coordinación con la Universidad de Harvard muestra que a partir de 2008 el Gobierno también cambió la metodología con la que se calculaba el índice de crecimiento de la economía desde hacía 25 años.
La investigación, liderada por Ariel Coremberg, economista que trabajó en el cálculo oficial del PBI argentino antes de que el Gobierno interviniera el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), sustenta por primera vez la tesis de economistas privados sobre esa distorsión, que en los últimos meses derivó en que diputados opositores difundieran en el Congreso (como ya lo venían haciendo con la inflación) su propia estimación de PBI.
Las consecuencias de la manipulación no son menores: debido a que un título de la deuda pública está atado a la evolución del PBI, la Argentina ya pagó en años anteriores más de lo que hubiese hecho con la medición anterior. Y el año próximo podría tener que desembolsar unos US$ 4000 millones (representa el 11,4% de las reservas del Banco Central), pago que no existiría sin adulteración del PBI.
Según el estudio, no es sólo el falseamiento de la inflación lo que distorsiona el número final de crecimiento, sino que directamente el Gobierno cambió la metodología con la cual se calculaba el PBI. Si se hubiera mantenido la tradicional, el país no sólo habría crecido en la década kirchnerista a un ritmo promedio similar al de los 90, sino que tampoco habría sido "el campeón de la región", como promociona el Gobierno.
"Reprodujimos el PBI desde 1993 hasta 2012 según las mismas fuentes y métodos que se venían usando. Y lo que vimos es que el gráfico nuestro se despega en 2008", dice Coremberg.
"La sobreestimación oficial no se debe a que los datos del año que se toma como base están desactualizados ni es consecuencia de la manipulación del índice de precios al consumidor (IPC). La gran diferencia pasa porque la Argentina abandonó la metodología tradicional que Cuentas Nacionales usó por más de 25 años", destaca.
Si el Gobierno hubiera respetado el método tradicional, desde que se intervino el Indec, en 2007, hasta 2012, la economía argentina habría mostrado un crecimiento del 15,9 por ciento (un promedio del 3% anual), y no del 30 por ciento (un ritmo de 5,3% anual), como informaron las estadísticas oficiales. Esa diferencia de casi dos puntos por año representa hoy una brecha acumulada en el nivel de producción medido de 12,3 por ciento.
"Una oficina, si altera la metodología de cálculo de un indicador, debería publicarlo, como hacen otras oficinas de estadísticas del mundo. Acá no lo están reportando, simplemente con la investigación podemos inferir que la alteraron, porque conocemos cómo se hace el cálculo", deslizó el economista, que está a cargo del proyecto Arklems, que investiga la productividad y la competitividad de la economía argentina en coordinación con un equipo de la Universidad de Harvard, y que fue precisamente el que disparó el estudio sobre el PBI.
El estudio fue adelantado por LA NACION en exclusiva y en los últimos días generó un gran revuelo en el ámbito académico.
El economista Orlando Ferreres advirtió por su parte que la sobreestimación del crecimiento podría hacer que el Gobierno pague en 2014 el bono cupón del PBI cuando no debería hacerlo.
"Este año hay incertidumbre porque nuestro cálculo de PBI está dando un crecimiento de 3,2 por ciento. Si el Gobierno muestra un número mayor [según el proyecto de presupuesto 2014, este año espera un crecimiento de 5,1%], eso implica 4000 millones de dólares a pagar el año próximo, lo que equivale a más del 10 por ciento de las reservas del BCRA", alerta Ferreres, que desde hace 15 años publica su propio índice general de actividad.
Su indicador coincidió siempre con el informado por el Indec, hasta 2009, año en el que, según sus cálculos, la economía cayó en recesión, con una baja del PBI de 4%, mientras que el Gobierno mostró un resultado positivo de 1 por ciento. Algo similar se dio en 2012: su índice dio una caída de entre 0,3 y 0,4%, cuando el Indec informó una suba de 2,2 por ciento.
"El Congreso y los economistas que miden regularmente el PBI vieron lo mismo que Coremberg, que se estaba dibujando el PBI al igual que la inflación. Y, para peor, eso podría costarle al país mucho dinero el año próximo", coincide el economista Francisco Gismondi. "Hasta ahora, el dibujo tuvo consecuencias en el relato, pero no en el cupón del PBI, porque nunca pasó que se creciera menos del 3% y se dijera más [el disparador que hace pagar o no ese bono es un crecimiento del orden del 3,2%]. Pero eso podría pasar este año, que vamos a crecer menos de 3% y pueden dar un número mayor", anticipó.
POCO EFICIENTE
Pero la investigación de Coremberg va incluso más allá, y echa por tierra gran parte del relato kirchnerista sobre la "década ganada". Dice que, desde 2007, el país no crece a tasas chinas y que el crecimiento o la recuperación de la economía tampoco son sustentables.
"A partir de 2007, la economía no creció por productividad; más que por eso, creció por la mera acumulación de factores: el uso más intensivo del factor trabajo (más horas trabajadas, más puestos informales y part-time de menor productividad) y de la capacidad instalada (y no por la acumulación de capital)", detalla el economista, el único argentino que intervino en el Sistema de Manual de Cuentas Nacionales de las Naciones Unidas (que define, en otras palabras, cómo se hace el cálculo del PBI en el mundo).
Coremberg explica que está comprobado que los países desarrollados, más allá de las crisis económicas, basan el crecimiento en la productividad en una proporción importante. Por lo que sobreestimar el producto bruto argentino también implicaría que el Gobierno sobreestima la eficiencia en productividad de la economía.
"La Argentina fue una de las economías que más cayó entre 1998 y 2002, y después estuvo entre las que más rebotaron. Pero, a partir de 2006, lo que hizo fue recuperar lo perdido en la recesión anterior. Acumulada, la tasa de crecimiento promedio es la misma que viene teniendo hace 100 años", aclara Coremberg, quien además destaca: "Tampoco, según nuestros números, fue el campeón de la región; Perú, por ejemplo, le ganó".