“Ganó el peronismo pero Argentina no será Venezuela” asegura la influyente revista económica Forbes. Las publicación, famosa por sus rankings, echó por tierra el insostenible slogan del gobierno de Mauricio Macri que apela a la “campaña del miedo” mostrando la crisis del país caribeño.
“La victoria de Alberto Fernández, secundado por la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, implica más un giro hacia la centroizquierda a través de una coalición peronista que el regreso del kirchnerismo”, sostiene Axel Milberg quien dirige la publicación en Argentina.
Comparar las economías de Argentina y Venezuela es falaz. Explicado para principiantes: ellos exportan mayoritariamente petróleo mientras que el país produce alimentos no sólo para autoabastecerse sino que para 400 millones de personas. No hay ninguna posibilidad de que las góndolas de los supermercados de Buenos Aires estén semivacías como ocurre en Caracas.
Forbes culpa a Macri de la derrota y de la crisis económica que generó su gestión: “Empeoraron todas las variables de la macroeconomía”, subrayan y detallan que “la inflación pasó de 25% a 50%, un dólar pasó de valer 15 pesos a 60, aumentó la pobreza de 30 a 34 por ciento, multiplicó la deuda con el FMI y se agudizó la recesión”.
El medio estadounidense fundado en 1917, pondera la decisión de Cristina de bajar a la vicepresidencia y califica a Alberto Fernández como “peronista moderado”. También le baja el precio a las reformas de Mauricio Macri que, según dicen desde la alicaída alianza Juntos por el Cambio, nos iban a dar años de prosperidad. “Así como Argentina no se dirigió hacia Escandinavia en estos cuatro años del gobierno de Macri, es probable que el rumbo del eventual nuevo gobierno tampoco se dirija a Venezuela. Ni por cercanía ideológica, ni por influencia de las fuerzas armadas ni por estrategia geopolítica”.
“¿Entonces hacia dónde irá Argentina? Encerrada en su propia matriz, con las reformas pendientes para el desarrollo, prevalece la esperanza de los recursos naturales: los granos y la soja de ayer, el shale oil de mañana. Mientras tanto, Argentina no rumbeará para Caracas, ni para Oslo”, concluye Forbes.
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