Ballenas del Golfo de California
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26/07/2019 21:01 hs

La historia del chico que estudiaba inglés en una peatonal con 4 grados y se sacó un 9.50

Argentina - 26/07/2019 21:01 hs
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Angelo tiene 12 años y suele estudiar en la calle, después del colegio, mientras espera a sus padres, que son vendedores ambulantes. La imagen la tomó una vecina.

No le importa el ruido omnipresente de la peatonal San Martín, tampoco la muchedumbre que a veces le desacomoda su silla. Ni los gritos de los vendedores ambulantes. El chico está allí, en medio de la peatonal, imperturbable y concentradísimo, estudiando porque tiene una prueba final de inglés. Y la foto que tomó una vecina se viralizó en las redes sociales.

El chico se llama Angelo Barreda, tiene 12 años, y estudia en la Escuela Técnica IPEC 57 de la ciudad de Córdoba. Sus padres Analía y Rafael pasan entre diez y doce horas, en un puestito modesto de medias, bombachas y calzoncillos.

Cuando Angelo sale de la escuela -va al turno mañana- se dirige hasta el centro para estar con sus papás y es habitual que, si no les da una mano, se siente en un macetero, improvise un escritorio con una banqueta y se ponga a hacer los deberes. Rafael y Analía le insisten que mejor estudie.

"Tengo una bronca bárbara, porque en la prueba escrita de inglés me equivoqué en una pavada... Pero igual me saqué 9.50. Me tomaron el nombre de las nacionalidades, los meses, los días y las estaciones. Valió la pena el esfuerzo... y un poco de frío hacía", dice Angelo, publica el diario Clarín.

El jueves, entre las 15 y las 18, estuvo inmerso en el estudio. La temperatura fue descendiendo desde los diez hasta llegar a los 4 grados. Sin embargo, allí firme y estoico estuvo el pequeño, que bien abrigado, repasaba al aire: "Winter, Spring, Summer, Autumn". Cinco, diez veces repetía en voz alta el nombre de las estaciones.

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"Me gusta la calle, pero yo tengo casa y voy a la escuela, no falto nunca... Y entiendo que si quiero estudiar, la calle es el único lugar porque mis papás trabajan ahí todo el día. Entonces, prefiero no perder tiempo". Angelo, que se expresa como un muchacho más grande, tiene facilidad de palabras y está cursando el primer año de una escuela donde se recibirá de técnico Automotor.

"Tengo mucha facilidad para todo lo técnico -explica-, me gustan los autos, conozco cada una de las partes y quiero ser un especialista. Además, en casa, hago arreglos con soldador, aprendí a usarlo a pesar de que a mi papá no le gusta mucho que lo agarre. Pero me da permiso cuando él está al lado mío".

Angelo quiere recibirse en la escuela técnica, que lo formará para encontrar un trabajo afín, pero también está convencido que estudiará abogacía, "porque me gusta mucho las leyes, y además quiero estar preparado y tener herramientas suficientes en un país en el que no habrá muchas posibilidades", sorprende el preadolescente, que dice que no le gusta el fútbol, "mi único equipo es el de Dios".

Si bien no le gusta para nada el fútbol en una ciudad que vibra por Belgrano y Talleres (también por Instituto y Racing), a Angelo le encanta cantar y bailar, y cada tanto se anima a hacerlo en la vía pública. "Me gusta bailar reggaeton, y canto 'Despacito', me encanta. Pero si tengo que elegir, me quedo con temas románticos, viejos, porque mi papá me hacía escuchas a Sandro, Leo Dan y Camilo Sesto".

"Es un pequeño bocho mi hijo, hace de todo, pero yo le insisto para que estudie, para que tenga la mayor cantidad de conocimientos, porque yo soy un analfabeto que no sabe leer ni escribir, y tengo que vender medias en la calle para llevar comida a mi casa", reflexiona Rafael, de 54 años. "Está durísima la mano, hermano, vendí dos pares de zoquetes, ni para una grande de muzzarella me alcanza".

Lo llaman a Rafael, lo reemplaza Analía (41), la mamá de Angelo y también de Melanie (9). Se quiebra de emoción cuando empieza a hablar de esa foto que se viralizó en las redes. "¡Qué puedo decir de mi hijo! Estoy orgullosa de cómo es, de su esfuerzo para mejorar y reivindicar a padres que no estudiaron".

Analía cuenta que el jueves por la tarde lo había mandado a Angelo a estudiar en un bar amigo cercano, "porque el frío era tremendo, pero él quería estar cerca de nosotros, vernos y charlar, entonces lo dejé no muy convencida. Él muchas veces estudia en la calle, dice que es mejor que hacerlo de noche, cuando ya está muy cansado".

Rafael y Analía confiesan que, de alguna manera, prefieren que Angelo estudia allí, "al aire libre, pero a la vista nuestra, y no que vuelva a casa solo a la tardecita". La familia Barreda vive en el barrio Müller, "una zona conocida por lo poco amable", dice una cordobesa, "inconveniente para que anden chicos solos".

Los padres no quieren dejar pasar la ocasión de esta repentina famapara buscar oportunidades para Angelo, "para que pueda conseguir una beca para estudiar en las oficinas cordobesas de Fiat o Renault. Sería de gran ayuda, porque no podemos pagar y creemos que Angelo tiene un futuro enorme. Ojalá nos puedan ayudar", se anima a pedir Rafael con cierta timidez.

La historia de Angelo cruzó las fronteras cordobesas gracias a la cordobesa Eugenia López, empleada de una cafetería céntrica, quien a la salida de su trabajo, se topó con el hasta ahora ignoto muchachito estudiando. "Mientras caminaba apurada por la peatonal, no pude evitar sacarle una foto a este nene...", escribió en su facebook.

Eugenia, quien nunca imaginó que esa postal cobraría vuelo propio, expresó: "Yo la saqué para mostrársela a mis hijitas, porque ellas gracias Dios y a nuestro esfuerzo tienen la bendición de poder hacer sus tareas cómodas, calentitas y adentro de mi casa. Me fui pensando que siempre siempre siempre querer es poder".

No es un detalle menor recordar que Eugenia López ya fue el ángel guardián de Carlos Duarte, el joven de 21 años que, en septiembre del año pasado, le dejó un currículum escrito a mano porque no tenía plata para sacar fotocopias. Ella, dulcemente a pesar de estar tapada de trabajo, le aceptó el trozo de papel con sus datos personales.

Con el mismo proceder, López la posteó en sus redes y Duarte consiguió dos días después un importante empleo en una fábrica de vidrio, donde hoy sigue trabajando y ya fue promocionado. "Ahora estoy esperando que venga un jeque árabe y me rescate", dice sonriente está mamá soltera, que hace malabares para trabajar y criar a sus nenas.

Fuente: Clarín

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