Caja de señores, de Antonio Seguí, se convirtió en la obra de arte más cara de la historia jamás subastada en la Argentina, informaron desde Galería Roldán, donde el miércoles se realizó la venta.
La obra comenzó con un precio base de USD 100 mil y llegó hasta los USD 224 mil, con dos oferentes peleando vía telefónica hasta el último momento.
Fechada en 1963, la pintura se expuso por primera vez en la muestra "Antonio Seguí", realizada entre el 22 de agosto y el 28 de septiembre de 1969 en la Kunsthalle Darmstadt, Alemania.
De esta manera, la pintura se convirtió en las 12ava más cara jamás subastada de un artista argentino y la que alcanzó un precio más alto en territorio nacional. Entonces, el ranking sigue liderado por Guillermo Kuitca, con su tríptico Deng Haag- Praha, mapas pintados sobre tres colchones para la Bienal de Sao Paulo, y que se subastó Christie's New York en 2016. Seguido por dos obras de Julio Le Parc, y luego cinco obras más de Kuitca.
Seguí, pintor, escultor e ilustrador argentino nacido en Córdoba en 1934, se formó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid) y en la École nationale supérieure des beaux-arts de París y recién tuvo su primera muestra en el país en 1957, en la mediterránea galería Paideia.
Para 1963 se produce un cambio radical en la concepción artística de su obra, ya que su paleta se aclara y la materia se aligera, donde a las formas una mayor nitidez. Por otro lado, la utilización de recursos propios del mass media como la inclusión de flechas, inscripciones y reiteración de las figuras aludiendo el movimiento y la historieta comienza a exacerbarse.
De esta forma, mientras que el componente lúdico presente en su obra previa se potencia, empiezan a manifestarse las características estilísticas propias del espíritu pop. En este sentido, Caja de señores debe ser entendida como una obra bisagra en la que puede captarse la emergencia del pop y el distanciamiento del informalismo. Pero, al mismo tiempo, una pieza clave en la que comienzan a definirse con claridad el perfil de los personajes seguineanos desarrollados a lo largo de toda su carrera. Con su vestuario característico: traje y sombrero estos hombrecitos fueron mutando a partir de la experimentación del artista en distintos soportes y materialidades hasta convertirse en un sello distintivo de autor.