La medida tiene como finalidad reducir la contaminación y rige para locales gastronómicos, quioscos, hoteles y boliches. Desde este miércoles, sólo los darán si el cliente los pide. Y dentro de seis meses ya no podrán entregarlos en ningún caso.
“No, gracias, no hace falta”. Cada vez más gente da esa respuesta cuando le ofrecen un sorbete plástico con la lata o la botella de gaseosa o de agua. Ahora, el Gobierno porteño busca que esa actitud se extienda no sólo a los consumidores, sino también a los comerciantes, en restaurantes y bares pero también en shoppings, boliches, hoteles y quioscos. Es por eso que desde este miércoles entrará en vigencia una nueva resolución del Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño, que establece que no podrán ofrecerse o colocarse sorbetes plásticos de un solo uso a la vista del cliente. Y que, dentro de seis meses, directamente quedarán prohibidos su uso, entrega y expendio.
La medida alcanza a hoteles de 4 y 5 estrellas, shoppings, boliches, quioscos, galerías comerciales, centros comerciales a cielo abierto, locales con más de 300 personas por evento y establecimientos de cadenas comerciales. También deberá adaptarse todo comercio donde se sirvan o expendan bebidas; o se elaboren, expendan o fraccionen productos alimenticios.
“Confiamos en que suceda algo similar a lo que ocurrió con el cese de entrega de bolsas, que los vecinos lo tomaron como algo natural. Este cambio es muy sencillo y va a ser progresivo”, destaca el ministro Eduardo Macchiavelli. Y adelanta que, progresivamente, se irá avanzando sobre el uso de otros plásticos.
Aunque los sorbetes representan una fracción pequeña de toda la basura plástica que se genera en la Ciudad, resulta preocupante que sólo en patios de comidas de shoppings porteños se consuman dos millones de unidades por mes, según estimaciones de la Agencia de Protección Ambiental (APrA).
Es que las clásicas pajitas forman parte de los llamados plásticos de un solo uso: después de apenas segundos o minutos de utilización, los sorbetes se tiran al cesto y empiezan a engrosar la masa de casi dos toneladas de desperdicio que representan mensualmente. Y, si no son reciclados, pueden tardar entre 150 y 400 años en descomponerse.
Quienes no puedan o quieran prescindir de los sorbetes, pueden optar por los de cartón. ”En el costo del trago, una pajita de cartón no les cambia la ecuación a los comerciantes. Usualmente salen apenas unos pocos centavos más”, advierte Macchiavelli. Incluso también existen en el mercado sorbetes reutilizables, hechos de acero, para llevar en la cartera o la mochila y usarlo cuando se necesite.
Para vigilar el cumplimiento de la norma cuando los sorbetes queden prohibidos en los comercios mencionados, se prevé un esquema de sanciones, desde el pago de entre 250 y 8.200 Unidades Fijas de multa (equivalentes a entre $ 5.350 y $ 175.480) hasta la suspensión de actividad de un mes a un año y, en casos extremos, la clausura de las instalaciones. “De cualquier forma, no creemos que haga falta llegar a eso. Tendremos un tiempo de adaptación. Acá no queremos generar ningún conflicto en la industria, sólo poner un nuevo estándar, porque entendemos que necesitamos dejar de dañar el ambiente con este uso indiscriminado”, enfatiza Macchiavelli.
La nueva resolución, tomada a través de la APrA, se desprende de la Ley N° 1.854, de Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos. Y se suma a otras iniciativas similares, como las llevadas adelante en Pinamar y Mar del Plata, y la que se tratará desde esta semana en el Concejo Deliberante de La Plata. A nivel mundial también se avanza en la prohibición de sorbetes: así se observa en varios condados de California, Florida y Oregon, en los Estados Unidos, e incluso en Nueva York. También, en Brasil, Costa Rica y Escocia. La última medida fue la que se adoptó en Europa.
Según datos oficiales, el 62% del plástico que se fabrica se destina a productos de packaging y de un solo uso. Al desintegrarse, se forman partículas conocidas como microplásticos que, resalta el Gobierno porteño, son ingeridas por los animales acuáticos, que las acumulan en su cuerpo y así llevan estos materiales a toda la cadena alimentaria. Así es como desde Espacio Público porteño registraron en las zonas costeras del Río de la Plata casos de peces como surubíes, sábalos y pejerreyes con diminutas partículas de material sintético en su sistema digestivo.
Como era de esperarse, la Cámara de la Industria Plástica (CAIP) está en contra de la nueva normativa. “Son medidas inconsultas, que toman atajos: les resulta mucho más fácil prohibir que educar. Los sorbetes están hechos con polietileno, con los que podés hacer bancos para plazas, por ejemplo. Cuando le das una segunda oportunidad a los plásticos, se destina a productos con mayor vida útil. Es economía circular”, resalta el gerente de la cámara, Sergio Hilbrecht. Y sostiene que esta medida “va a afectar la subsistencia de muchas PyMEs”.