Sugirió que podría testificar en su contra; furor por la presencia de la vedette
El edificio de los tribunales federales de Comodoro Py 2002 en Retiro fue ayer escenario de la mayor muestra de cholulismo judicial de los últimos tiempos cuando se revolucionó con la presencia de Karina Jelinek. Lavedette pidió que embarguen los bienes de su ex marido Leonardo Fariña, para protegerlos y que no se deshaga de ellos, en pleno juicio de divorcio. Y, además, solicitó custodia porque teme que su ex esposo se enoje y la agreda.
Jelinek llegó a las 11 a los tribunales, acompañada de una rubia de llamativa belleza, llamada Noelia, que es su asistente; un guardaespaldas que vestía un estricto traje azul y su abogado, Carlos Froment. También era de la partida su peluquero, pero a último momento lo dejaron fuera de la comitiva judicial. Los esperó, ansioso, en el bar.
Con un pañuelo de seda rosado al cuello, blazer gris entallado y anteojos de sol, Jelinek subió cinco pisos hasta la fiscalía federal de Guillermo Marijuan, donde dejó un escrito. El fiscal la recibió en su despacho y Jelinek explicó el motivo de la visita. "Vine a ponerme a disposición de la Justicia porque estoy preocupada. No sé qué va a pasar con los bienes del matrimonio. Tuve una charla con el fiscal Marijuan y fue muy positiva", contó. La conversación fue cálida y breve.
A la salida, ya el palier del quinto piso estaba cubierto de empleados de las fiscalías que salieron para ver a la muchacha. Celular en mano, todos los que quisieron pudieron tener fotos de ella y con ella.
Algunas chicas del sexto piso bajaron a verla y empleados del cuarto dejaron los expedientes y se sumaron a la ola de fotografías, junto a la joven, que estaba custodiada por cuatro policías, tres de uniforme y uno de civil.
Junto con su abogado, caminó por el pasillo del quinto piso y visitó otras fiscalías. A su paso, recibía muestras de apoyo de empleadas, que alababan su belleza: "¡Sos una diosa, Karina! ¡No aflojes!", le dijeron las más osadas. Otras la emprendieron contra Fariña: "¡Es un cualquiera!, ¡cómo te pudo hacer esto!", le gritó otra chica.
Funcionarios judiciales que la trataron dijeron a LA NACION que quedaron impresionados con sus observaciones sobre las alumnas de la escuela de modelaje donde da clases y sus motivaciones para dedicarse a esa carrera.
Jelinek hizo una doble jugada judicial: por un lado, buscó preservar sus bienes y, por otro, mostrarle los dientes a Fariña y sugerirle que puede ser su peor enemiga.
Fariña fue indagado por el juez Sebastián Casanello por lavado de dinero en la causa en que investiga al empresario kirchnerista Lázaro Báez por supuestas transferencias de dinero negro al exterior de unos 50 millones de euros. Marijuan es el fiscal de la causa. Jelinek, en su escrito, pidió un "amplio embargo" sobre los bienes de Fariña para preservarlos. El juzgado ya dispuso una inhibición general de ellos, con lo cual no puede venderlos.
Jelinek dijo que se puso a disposición "para brindar los detalles necesarios" para la causa. Hasta que su divorcio no se concrete, no puede declarar contra su marido, pero, una vez superado ese trámite, le advirtió que puede declarar en su contra. Tras señalar que su escrito puede generar "situaciones violentas" en Fariña, pidió protección para su persona y el departamento donde vive.
Casanello envió esta información al Juzgado Civil N° 88, que lleva el divorcio, y a la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte, invocando la ley de protección de la mujer y la ley de violencia familiar.
Jelinek estuvo media hora en los tribunales de Comodoro Py. A las 13.30, cuando todos se retiraban, un empleado despistado que estaba en la escalera, yéndose, preguntaba a sus compañeros si era cierto que había estado Jelinek. Se lamentaba de no haberse sacado una foto con ella.