Fueron 6 horas de charla con el director de la revista, Antonio Spadaro, un "compañero jesuita" al que Francisco recibió durante tres días consecutivos de finales de agosto.
Cuando se le pregunta quién es Jorge Mario Bergoglio, el argentino responde: "No sé cuál puede ser la respuesta exacta... Yo soy un pecador. Ésta es la definición más exacta. Y no se trata de un modo de hablar o un género literario. Soy un pecador en quien el Señor ha puesto sus ojos".
Durante la charla, Francisco criticó a una Iglesia a la que considera "obsesionada" con el aborto o el matrimonio gay. También pidió tiempo para hacer las reformas que sueña para "curar heridas y consolar corazones", y no dudó en vaticinar una mayor presencia del "genio femenino" entre las jerarquías del clero.
Sobre los homosexuales, a los que definió como "heridos sociales", Francisco ha dicho que el deber de la institución que lidera es "acompañarlos con misericordia". Subrayó además: "No podemos seguir insistiendo sólo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos".
"En Buenos Aires recibía cartas de personas homosexuales que son verdaderos 'heridos sociales', porque me dicen que sienten que la Iglesia siempre los ha condenado. Pero la Iglesia no quiere hacer eso".
Fiel a su estilo, ilustró su idea con una anécdota: "Una vez, una persona, para provocarme, me preguntó si aprobaba la homosexualidad. Yo entonces le respondí con otra pregunta: 'Dime, Dios, cuando mira a una persona homosexual, ¿aprueba su existencia con afecto o la rechaza y la condena?'. Hay que tener siempre en cuenta a la persona. Y aquí entramos en el misterio del ser humano. En esta vida, Dios acompaña a las personas, y es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición. Hay que acompañar con misericordia".
La Iglesia y las mujeres
En su charla con Spadaro, el Papa ha dicho que "es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. Temo la solución del 'machismo con faldas', porque la mujer tiene una estructura diferente del varón. Pero los discursos que oigo sobre el rol de la mujer, a menudo se inspiran en una ideología machista".
A su juicio, "las mujeres están formulando cuestiones profundas que debemos afrontar. La Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer y el papel que ésta desempeña. La mujer es imprescindible para la Iglesia. María, una mujer, es más importante que los obispos".
"En los lugares donde se toman las decisiones importantes es necesario el genio femenino", ha dicho el papa.
El aborto y la moral
"No podemos seguir insistiendo sólo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible. Yo he hablado mucho de estas cuestiones y he recibido reproches por ello. Pero si se habla de estas cosas hay que hacerlo en un contexto. Por lo demás, ya conocemos la opinión de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia, pero no es necesario estar hablando de estas cosas sin cesar", dijo Francisco.
Por ello, el Papa llamó a "encontrar un nuevo equilibrio, porque de otra manera el edificio moral de la Iglesia corre peligro de caer como un castillo de naipes, de perder la frescura y el perfume del Evangelio".
Cuando fue consultado sobre la Iglesia que sueña, Francisco definió una Iglesia "casa de todos, no una capillita en la que cabe sólo un grupito de personas selectas".
"Veo con claridad –dijo– que lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercanía, proximidad. Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas".
Un misionero disciplinado
Francisco se confesó profundamente jesuita. "Rezo el Oficio todas las mañanas. Me gusta rezar con los Salmos. Después, inmediatamente, celebro la misa. Rezo el Rosario. Lo que verdaderamente prefiero es la Adoración vespertina, incluso cuando me distraigo pensando en otras cosas o cuando llego a dormirme rezando. Por la tarde, por tanto, entre las siete y las ocho, estoy ante el Santísimo en una hora de adoración. Pero rezo también en mis esperas al dentista y en otros momentos de la jornada", explicó.