De sostenerse, el avance del tipo de cambio impactará también en los subsidios a la energía.
El salto del 3,2% que tuvo ayer la cotización del dólar y la creciente incertidumbre sobre el valor en los próximos días vuelve a poner en evidencia el alto riesgo que asumió el Gobierno al dolarizar los precios de la energía, incluyendo el gas, la electricidad y los combustibles.
En lo inmediato, la devaluación de estos días impactará en el aumento de naftas y gasoil que se aplicará desde el fin de semana o a más tardar desde el 1 de mayo (porque las refinadoras preferirían ahora esperar a ver el nivel en que se estabiliza el dólar).
Por la desregulación del mercado que está vigente desde octubre de 2017, los cambios en el tipo de cambio y en el precio internacional del petróleo se trasladan a los surtidores locales, porque las petroleras acomodan los valores al público lo más cerca que pueden de la paridad de importación de naftas y gasoil.
Con el dólar y el crudo en alza, crecen las versiones de que el próximo aumento oscilará entre un 5% y un 8%. La expectativa más discreta parte de la hipótesis de que YPF tomará una decisión cautelosa y que por su peso en el mercado, marcará la línea a las otras empresas. En tanto, la perspectiva de una suba en torno del 8% se basa sobre todo en que el gasoil tuvo ya un ajuste de esa envergadura en los últimos días en el canal mayorista.
La segunda consecuencia de una devaluación es el impacto en el gasto público. Los subsidios a la energía se multiplicaron por cinco en marzo con respecto al año pasado porque el Gobierno paga en pesos pero según el tipo de cambio promedio del último mes, las subvenciones al gas de Vaca Muerta, de las cuales Tecpetrol es la principal beneficiaria, y las pendientes por el Plan Gas que adeuda a otras petroleras desde 2017.
También el Estado paga en pesos pero según el valor del dólar la energía eléctrica a las generadoras, incluyendo contratos pactados a precios altos en dólares firmados durante la gestión de Juan José Aranguren para ampliar la capacidad disponible de las centrales, y los contratos por energías renovables.
Además, ya se sabe que aun cuando el valor del dólar se mantuviera estable, las erogaciones del Estado para pagar a las generadoras aumentarán en mayo porque el Gobierno dispuso no aplicar a hogares el aumento que estaba planeado para ese mes. Según el ministro Dujovne, el costo de esa medida que se repetirá con la suba pautada para agosto, será de $4.500 millones, aunque no se sabe a qué tipo de cambio se realizó el cálculo.
Por último, queda el tema de las tarifas de gas. Estas ya están cerradas hasta septiembre con el precio del producto estimado a un dólar de $41,por lo cual las petroleras dicen que ya están perdiendo antes de empezar el invierno y se abren dudas sobre nuevas presiones por esta cuestión.
Además hay cierto volumen que las distribuidoras no pudieron comprar porque el Enargas no les autorizó el precio que habían pactado con las petroleras.
Para ese faltante, la Secretaría de Energía había planeado una nueva subasta electrónica que finalmente se suspendió porque las productoras iban a insistir con precios de u$s6 a u$s7, mientras en las tarifas actuales el valor calculado es u$s4,70.
Según fuentes oficiales, a las distribuidoras les falta contratar el 7% de la demanda estimada para el invierno y deberán comprar el producto en el mercado spot al tipo de cambio de la fecha de compra. Cuanto más arriba de $41 esté el valor del dólar en ese momento, mayor será el traslado a tarifas cuando se autorice el próximo aumento, seguramente en enero.
Eso es así porque por decreto ya no puede trasladarse el impacto de una devaluación a todo el gas comprado en el invierno, pero sí se va a trasladar el precio al que se compre el producto en el mercado spot. De todas formas, de mantenerse la dolarización del gas, será mucho más relevante en el aumento de enero, el valor al que llegue la divisa en diciembre.