Se estrena la octava y última temporada de la tira que marcó un antes y un después en las series de televisión por su nivel de producción y el fanatismo que generó en todo el mundo.
Porque sin dudas llevar adelante en formato de serie un libro como "Cancion de fuego y nieve", de George R. R. Martin, era una proeza en sí misma, digno de un capítulo de Games of Thrones, y el resultado es por demás exitoso. La serie se convirtió en la favorita de los usuarios de la cadena HBO y es una de las producciones que se encuentran bajo el sistema on demand más pedidas por los usuarios.
Porque el nivel de fanatismo que se creó con la serie solo podría ser comparado con el que en su momento generó Lost, la historia de los sobrevivientes a un accidente de avión que caen en una isla misteriosa. Games Of Thrones generó convenciones de fanáticos, videojuegos, juguetes, réplicas de armas de guerra y armaduras, bebidas, un amplio desarrollo de cosplays de los personajes y un fanatismo turístico por los lugares naturales donde se filma la serie.
Porque nunca existió en la historia de las series que los héroes mueran: en la lucha del trono de los siete reinos han muerto personajes amados -alerta spoiler- como Ned Stark, el personaje más bueno de la historia; Hodor; el acuchillamiento de Jon Snow, el verdadero "muchachito" de la serie; la muerte de uno de los dragones; y los tres herederos Lannister, entre muchos personajes que a lo largo de las siete temporadas perdieron la vida en la mayoría de los casos de forma violenta.
Porque la mezcla de fantasía medieval, lucha de poder, política y sexo fue una combinación nunca antes vista en la televisión. Mezclar dragones con reinos lejanos y parejas gays, todo sustentado por libros impecables, hicieron que esta serie fuera absolutamente novedosa y rompiera con los cánones del género. Además, la serie, filmada con cuatro equipos de exteriores en distintos países (Islandia, Marruecos, España, Irlanda del Norte y Malta, entre otros), eligieron majestuosos lugares para representar los reinos en conflicto.
Porque es sin dudas la serie más costosa de la historia. La primera temporada, estrenada en 2011, que tuvo diez episodios, costó entre 60 y 70 millones de dólares. Hasta la quinta temporada mantuvieron esos valores y la sexta, también de diez capítulos, costó 100 millones de dólares, según la revista Enterteinment Weekly. La octava temporada, que solo tendrá 6 episodios, habría costado 90 millones de dólares, a razón de 15 millones de dólares el capítulo. Esto representa más del doble del presupuesto de Netflix por episodio para éxitos como Stranger Things, según publicó la revista Variety.
Porque ninguna otra serie logrará lo que GOT: reunir a más de un centenar de países a la espera del estreno mundial de la octava temporada, que entre otras cosas promete la batalla más grande jamás filmada, que tardó 55 días en filmarse y dejó a actores y equipo técnico agotados. Más allá de las cifras y el éxito, como espectador, cada uno vive los episodios de Games of Thrones como un acontecimiento en sí mismo. Hay gente que se reúne a verlos, hay fanáticos que lo miran vestidos como los personajes y muchos usan las redes sociales para mirar y comentar con cientos de personas las vicisitudes que viven Cercei, Tyrion y Jaime Lannister, las sufridas hermanas Stark, el siempre héroe Jon Snow y la madre de los dragones Daerneris Targaryen.
Como una novela, esta noche todos estos personajes y varios más empezarán a luchar para determinar quién es el real heredero del trono de hierro y millones de personas alrededor del mundo estaremos ahí sufriendo por los últimos 6 capítulos de la serie más importante de la última década.