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20/03/2019 11:38 hs

Jack el Destripador era el barbero polaco

Internacionales - 20/03/2019 11:38 hs
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Los restos de ADN hallados en el chal de una de las víctimas delatan, más de 130 años después, a Aaron Kosminski -uno de los principales sospechosos- como el histórico asesino.

Jack el Destripador fue el barbero polaco, eso parece. Al cabo de más de 130 años y de 300 sospechosos, la prueba del ADN ha incriminado finalmente a Aaron Kosminski como el autor de los macabros asesinatos de cinco mujeres en el barrio de Whitechapel. O al menos como el asesino de la cuarta víctima, Catherine Eddowes, cuyo chal ensangrentado (y con restos de semen) fue vital para que los investigadores de la Universidad John Moores de Liverpool llegaran a la escalofriante conclusión.

"Por primera vez describimos a un nivel sistemático y molecular la única evidencia física vinculada a los asesinatos de Jack el Destripador que ha sobrevivido hasta nuestros días", puede leerse en el informe recién publicado en 'The Journal of Forensic Sciences'. "Haber logrado emparejar las dos piezas de evidencia sirve para reforzar la probabilidad estadística de la identificación (del asesino) y al mismo tiempo la autenticidad del chal".

El propietario del famoso pañuelo, Russell Edwards -autor de 'Identifying Jack the ripper' (Identificando a Jack el Destripador)- adelantó ya en 2014 que Aaron Kosminski (en su día uno de los principales sospechosos junto a Montague Druitt, Severin Klosowski, Walter Sickert, Francis Craig, Carl Feigenbaum y Francis Tumblety) fue con casi toda seguridad Jack el Destripador.

Kosminski, que nació en la ciudad de Klodawa y emigró por la persecución de los judíos en Polonia, recaló en 1882 en el tenebroso este de Londres, donde la miseria, la violencia, el alcoholismo y la prostitución sirvieron de caldo de cultivo a los crueles asesinatos de Mary Ann Nichols, Annie Chapman, Elizabeth Stride, Catherine Eddowes y Mary Jane Kelly. Todas ellas aparecieron con el rostro desfigurado, cortes en la garganta y salvajes mutilaciones entre 1888 y 1891.

Pese a las similitudes, Scotland Yard llegó a especular con que pudieron tratarse de distintos autores. El mito del único Asesino de Whitechapel -rebautizado luego como Jack el Destripador tras las cartas en las que él mismo se atribuía los crímenes- fue tomando cuerpo en grandes titulares hasta convertirse en carne de leyenda victoriana y en toda una rama de la ciencia forense, la 'ripperología'.

Aaron Kosminski fue de hecho uno de los primeros sospechosos desde el principio. Tenía 23 años cuando ocurrieron los hechos y trabajaba y vivía en Whitechapel. Fue arrestado, interrogado y mantenido en vigilancia especial por la policía, aunque su implicación nunca pudo ser probada. Un documento policial de la época le describía como "un probable esquizofrénico paranoico, con alucinaciones auditivas y propenso a la masturbación". Acabó ingresando en un centro psiquiátrico y murió allí a los 53 años.

Durante un tiempo, Kosminski fue un nombre más en la ruleta de sospechosos, pero el empeño del empresario y 'ripperólogo' Russell Edwards volvió a ponerle en el candelero. Edwards adquirió en una subasta el famoso chal de Catherine Eddowes y decidió llegar hasta el final con sus pesquisas: "La policía siempre supo que Aaron fue el asesino, pero faltaba la prueba incriminatoria".

Con la asistencia de varios genealogistas, Edwards rastreó tanto a los descendientes del barbero polaco (a través de su hermana Matilda) como a los de la víctima inglesa. Hace cinco años, con la asistencia del doctor Jari Louhelainen, especializado en pruebas genéticas de crímenes históricos, se realizó la primera prueba de ADN, que demostró un 100% de coincidencia en los restos de sangre de Catherine Eddowes y un 99,2% en los restos de semen, identificados como "de un hombre de etnia rusa y judía".

Con la ayuda de la John Moores University de Liverpool y de la Universidad de Leeds, el doctor Louhelainen firma ahora -junto a su colega David Miller- el informe científico sobre la identidad de Jack el Destripador que ha alcanzado una enorme relevancia, tras ser publicado por la máxima referencia británica en ciencias forenses.

El hallazgo ha servido para disparar los 'tours' de Jack el Destripador por el 'gentrificado' este de Londres, por donde pulula aún su fantasma entre los callejones destartalados y los bazares árabes. En los foros de 'ripperología' pervive sin embargo el escepticismo y cobran nueva vida los nombres históricamente asociados al original, único y despiadado asesino de Whitechapel.

Los sospechosos

Montague John Druitt era el típico hombre británico educado, de buena familia y licenciado en Oxford. Ejerció como maestro asistente en Blackheath, y aunque no vivía en el territorio 'salvaje' de Whitechapel, fue visto varias veces paseando por el barrio. Varios testigos lo describieron como "sexualmente enfermo". El detective Melville Leslie Macnaghten se obstinó en demostrar su culpabilidad. Se suicidio siete semanas después del último de los cinco asesinatos. Su cadáver apareció flotando en el Támesis.
Carl Feigenbaum fue un marinero mercante alemán, conocido con varios seudónimos, que trabajaba en los muelles fluviales y era un habitual en los burdeles de Whitechapel. Emigró a América y fue condenado a la silla eléctrica por asesinar a una mujer, Julianna Hoffmann, en unas circunstancias muy parecidas a las de las cinco víctimas de Jack el Destripador.

Francis Craig trabajaba como reportero durante los años de los asesinatos y contribuyó notoriamente al mito. Era el esposo de la quinta víctima, que usaba el nombre de 'Mary Jane Kelly'. Se sospecha que pudo asesinarla al descubrir que trabajaba como prostituta, pero cometió otros crímenes con anterioridad para encubrir su verdadero objetivo. Vivía en Mile End Road y todo apunta a que padecía una enfermedad mental: trastorno esquizotípico de la personalidad.

Walter Sickert, artista alemán, nacido en Munich y afincado en Londres, conocido por sus retratos de prostitutas. La autora Patricia Cornwell le eligió como protagonista de 'Retrato de un asesino: Jack el Destripador, caso cerrado'. Cornwell asegura haber encontrado muestras de ADN mitocondrial en algunas de sus cartas, similar al hallado en las cartas remitidas a los periódicos por el supuesto asesino. Sickert sufría impotencia sexual, un rasgo que según la autora define a muchos asesinos en serie de mujeres.

El curandero excéntrico de origen irlandés Francis Tumblety, el zapatero judío John Pizer (rebautizado por la prensa como 'Mandil de Cuero') y el enfermero polaco Severin Klosowski(conocido como George Chapman a su llegada a Reino Unido y condenado tiempo después por envenenar a sus tres sucesivas mujeres con arsénico) completan de momento del elenco de aspirantes al título de Jack el Destripador, por los siglos de los siglos.

Fuente: El Mundo

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