Un claro ejemplo es una clase de yoga en la Tate Gallery de Londres.
Al aire libre, a metros de un móvil de Alexander Calder, se celebra un picnic. En el jardín del Museo Nacional Reina Sofía hay danza y música en vivo. Algunos contemplan el espectáculo con los pies descalzos sobre el césped. Los habitantes del barrio donde convergen múltiples etnias, Lavapiés, y también una de las zonas más conflictivas de Madrid, se reúnen para compartir aquel pulmón verde con turistas y expertos en arte. Aquel es un sitio de pluralidad y de encuentro.
En el Tate de Londres, un sábado a las 8.45 practican yoga con vista al Támesis. Una vez concluida la clase se invita a los presentes a esa comida ubicada entre el desayuno y el almuerzo, el brunch. Tras las tostadas y los huevos benedictinos, aún con atuendo deportivo, recorren la exposición de Pierre Bonnard, discípulo de Henri Matisse. Las tres actividades transcurren en el mismo lugar: el museo. Los vecinos regresan a su casa después de esta experiencia enriquecedora en múltiples aspectos.
Los museos, incómodos con una definición añeja que refleja una institución estática, buscan adecuarse a los tiempos que corren. El eje del próximo Consejo Internacional de Museos, que se llevará a cabo en septiembre en Japón, será la búsqueda del consenso hacia una nueva definición. Antes de esta reunión, y en el marco de la feria de arte contemporáneo ARCO que se celebró esta semana en la capital española, un grupo de expertos en la materia se reunió para pensar de qué modo las redes -las tangibles, las humanas, las artesanales y no las virtuales- modificaron la estrategia de los museos para extender sus brazos a la comunidad, próxima e internacional.
Ana Longoni, directora de Actividades Públicas del museo más visitado de España, es una de las impulsoras del congreso "RetraSZando redes" que analiza la actualidad de estas instituciones. "El Museo Reina Sofía viene desarrollando una serie de programas de colaboración en distintas escalas (local, nacional, regional e internacional) que son clave para entender su proyecto desde la concepción de una nueva institucionalidad que desborde los límites del museo (límites físicos, geográficos y patrimoniales) para apostar por la construcción de lo común". Longoni menciona "un lazo sostenido de colaboración" que es Red Conceptualismos, la plataforma de cincuenta artistas e investigadores de América Latina.
Otro amplia red es L'Internationale, una confederación de siete museos, un proyecto coordinado por la argentina Mabel Tapia: el Reina Sofía, el Moderna Galerija (Liubliana), el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, el Museo de Arte Moderno de Varsovia, el Museo de Arte Contemporáneo de Amberes, Salt (Turquía) y el Van Abbemuseum (Holanda). "La contemporaneidad se presenta ya como un tiempo de redes. En las últimas décadas, las formas de circulación, de visibilidad y de comunicación han estado signadas por instancias de conectividad y de relacionalidad. Nuestros modos de trabajar e incluso de pensar se han ido transfigurando de acuerdo con estas nuevas lógicas. La pregunta que se plantea es cómo habitamos este modelo de redes y cómo él es potenciador o no de nuevas configuraciones tanto en lo cultural como en lo social". Tapia precisa que, si bien está en un horizonte lejano, el proyecto que más entusiasmo genera es la posibilidad de construir un archivo común entre estos museos para compartir documentos y materiales en diversas plataformas.
El Louvre, el museo más concurrido del mundo, batió en 2018 su récord con 10 millones de visitantes, un público joven ya que casi el casi el 50% tiene menos de 30 años. En su oficina en el que fuera un palacio real Martin Kiefer, coordinador de las exposiciones de arte contemporáneo del Louvre, habla con LA NACION. Reconoce que La Mona Lisa es el gran imán del museo y que su ubicación en el corazón de este enorme edificio, que exige recorrer largas galerías, es una estrategia para que el visitante conozca otras joyas de la colección. "El público internacional va a venir igual, no importa lo que hagamos. Claro que genera un impacto las exposiciones, como la de Delacroix o la de Leonardo Da Vinci, pero nuestro el modo de generar redes con el público parisino son las exhibiciones, por ejemplo, con la programación en el auditorio, con conferencias y coloquios. Estas acciones no impactan en números, pero sí en la imagen que brindamos. Es aquí donde nos dirigimos a un público más específico". El Louvre a su vez tendió redes con artistas de renombre como Robert Wilson, Jean Marie G. Le Clézio o Toni Morrison, quienes tuvieron "bandera blanca, total libertad para realizar allí diversas actividades.
Colaboración e intercambio
"El nuevo MoMA". Así anuncia el famoso museo que trabaja para presentar en octubre un espacio renovado ("impresionantes nuevas galerías y espacios para espectáculos"), un sitio de conexiones y pluralidad. "Podrás participar en cualquier momento en conversaciones animadas, interactuar con artistas, hacer arte, reflexionar y relajarse, y encontrar sugerencias para explorar el museo", promete la institución. "Creo que los modelos más interesantes de trabajo son los regidos por lógicas de colaboración e intercambio, tanto a nivel nacional como transnacional. No solamente me refiero al modo en que los museos comparten la producción de exposiciones e itinerancias, sino también en el modo en el que algunas instituciones están planificando intercambios de colecciones en préstamos temporarios, la adquisición de obras entre más de un museo, y, en general, en pensar conjuntamente desafíos", sostiene la directora del Instituto Cisneros para la investigación del Arte de América Latina del Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, Inés Katzenstein. Que los visitantes sean más que meros espectadores es un desafío de los museos del siglo XXI. No es la erudición, sino la curiosidad y la experiencia transformadora del visitante el objetivo que se persigue. El Museo del Barro de Asunción, dueño de una invaluable colección de arte indígena, logró resolver con astucia el grave problema de la escasa confluencia de público. A lo largo y ancho de la ciudad se repartió entre sus habitantes 21 gramos de barro. La idea era convocar a un visitante activo y curioso. "La clave de esta campaña se centró en que el museo se volviera más cercano. Esto posibilitó un crecimiento en audiencia que no se compara con otros museos en la región, pero, a nivel local representa un aumento significativo", explica Lía Colombini, directora del museo.
En la próxima edición de la Bienal de Venecia la consigna "Puede que viva tiempos interesantes" propuesta por el curador Ralph Rugoff subraya un elemento clave de la actualidad: la interconexión: "Se destacarán obras de arte que exploran la interconexión de diversos fenómenos, y que transmiten una afinidad con la idea, afirmada por Leonardo da Vinci y por Vladimir Ilyich Lenin, de que todo se conecta con todo lo demás". En 2018 el Consejo Internacional de Museos convirtió al concepto de las redes como eje crucial del evento anual: "Es imposible entender el papel de los museos sin tener en cuenta todas las conexiones que realizan". Para los museos más grandes, las redes son ya el rumbo sobre el cual marchan; para los más pequeños, un deseo que no está muy lejos de concretarse. Mientras, se preparan los expertos para discutir una nueva definición de museo y en casi todos los borradores una misma palabra se destaca: redes.