Malasia se ha convertido en uno de los mayores importadores de plástico del mundo, eliminando basura que el resto del mundo no quiere. Pero una pequeña ciudad está pagando el precio
Comenzó el verano pasado.
Cada noche, después de que el reloj marcase las doce, Daniel Tay cerraba puertas y ventanas y se preparaba para lo inevitable.
Pronto su habitación se llenaría de un olor acre, como si se quemara goma, y tendría dificultades para respirar.
En los próximos meses, el extraño olor volvería cada noche, como un reloj.
Sólo más tarde descubrió su origen: las fábricas de reciclaje ilegal que quemaban plástico en secreto.
Ningún lugar a dónde ir
En aquel entonces Tay no sabía que China había decidido prohibir la importación de residuos plásticos extranjeros. Es por esta razón que la mayor parte de residuos de plástico- provenientes de países como Reino Unido, Estados Unidos y Japón- terminaron en Malasia.
Específicamente en Jenjarom, la ciudad de Tay.
Podría haber sido cualquier ciudad, pero la proximidad de Jenjarom con Port Klang, el puerto más grande de Malasia y punto de entrada para la mayoría de las importaciones de plástico del país, lo convirtió en el lugar ideal.
De enero a julio de 2018, alrededor de 754.000 toneladas de desechos plásticos se importaron a Malasia. Esto llevó a la aparición de las fábricas de reciclaje, cuya intención era beneficiarse de la creciente industria del reciclaje de plástico.
Según las autoridades, al poco tiempo surgieron 33 fábricas ilegales en Kuala Langat, el distrito donde se encuentra Jenjarom.
Pero pasaron meses antes de que los residentes se enteraran de su existencia, y solo después de que los síntomas comenzaran a aparecer.
Los chilenos que creen que prohibir las bolsas de plástico en los supermercados perjudicará a los más pobres.
"Nos envenenan poco a poco"
"El olor comenzó hace un tiempo, pero se volvió realmente repugnante en agosto", dice Tay.
"Comencé a sentirme enfermo y a toser. Me enojé mucho cuando descubrí que era por culpa de las fábricas".
Los residuos plásticos se suelen reciclar en forma de pellets, que luego pueden usarse para fabricar otros tipos de plástico.
Pero no todo el plástico se puede reciclar, por lo que las plantas de reciclaje legales deben enviar plásticos no reciclables a los centros de desechos, lo que cuesta dinero.
Por eso muchas plantas de reciclaje ilegales optan por deshacerse de estos plásticos de forma gratuita aunque no higiénica, como enterrándolos o quemándolos.
Ngoo Kwi Hong dice que los vapores de la quema la provocaron una tos tan violenta que incluso tosió un coágulo de sangre.
"No podía dormir por las noches del olor. Me convertí en un zombi, siempre estaba cansada", explica.
"Sólo más tarde descubrí que había fábricas que rodeaban mi casa, por el norte, sur, este y oeste".
Los que vivían más cerca de las fábricas fueron los más afectados.
Belle Tan, que descubrió que había una fábrica ilegal a solo 1 kilómetro de su casa, explica cómo los vapores afectaron a su hijo de once años.
"Le salió una erupción muy grande alrededor del estómago. Su piel comenzó a pelarse y le dolía al tocarla. Estaba muy preocupada por su salud, pero, ¿qué podíamos hacer? El olor estaba en todas partes".
No está claro si estas dolencias pueden estar directamente relacionadas con la contaminación del aire, pero según un experto la inhalación de los humos de plástico quemado podría haber tenido un impacto en su salud respiratoria.
"Estos humos plásticos son cancerígenos", Tong Yen Wah, profesor en el Departamento de Química y Biotecnología de la Universidad Nacional de Singapur, dijo a la BBC. "Si te expones a corto plazo puedes tener problemas para respirar. Pero a largo plazo pueden causar cáncer".
A pesar del peligro muchos habitantes de la ciudad muestran indiferencia hacia las fábricas.
"La mayor parte de personas sólo están tratando de ganarse la vida", dice Tay. "No entienden que es algo que podría estar envenenándolos lentamente".
La BBC habló con varios de los residentes de la ciudad, muchos de los cuales dijeron que habían olido los vapores pero no les habían prestado mucha atención.
"Sigues oliéndolo hasta que tu cuerpo se acostumbra a ello", bromeó un residente.
Vertedero improvisado
El gobierno de Malasia ha cerrado 33 fábricas en Jenjarom, que asegura que eran ilegales. Dejaron 17.000 toneladas de basura, una cifra nada insignificante para una ciudad de 30.000 personas.
Muchos de estos residuos han sido recogidos por las autoridades, pero todavía hay 4.000 toneladas de residuos de plástico en pleno aire libre.
Esta montaña de basura se ha convertido en un vertedero improvisado.
Un problema global
Pero este problema es realmente global, ya que la historia de Jenjarom revela que hay un fallo enorme en el sistema de reciclaje de plástico.
Los desechos y desperdicios de plástico tienen su propio código de comercio internacional - HS3915.
Pero lo que este código no tiene en cuenta es si los desechos que se importan son de buena calidad o están contaminados, ya que no hay forma de saberlo a menos que alguien los revise manualmente.
Un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente en 2017 reconoció que es común que los residuos plásticos mixtos se oculten con el plástico limpio.
Lo que se necesita, dice la ministra Yeo, es un sistema de etiquetado adecuado que sea capaz de tener en cuenta esta distinción.
De lo contrario, es solo una cuestión de tiempo antes de que otras ciudades en Malasia, o incluso del resto del mundo, se conviertan en el próximo Jenjarom.