El Centro de Recuperación de Animales Silvestres de la Comunidad de Madrid atiende cada año a alrededor de 4.000 animales. Algunos son ejemplares salvajes incapacitados, a los que se prepara para su rehabilitación y suelta en el medio rural; otros son animales exóticos que requieren cuidados para su preservación.
"Esto no es un zoo, esto es un hospital”, se apresura a aclarar José Lara, responsable del Área de Conservación de la Flora y Fauna, antes de iniciar el recorrido por las instalaciones del Centro de Recuperación de Animales Silvestres de la Comunidad de Madrid (CRAS).
En estas instalaciones se pueden encontrar todo tipo de curiosos -iguanas, tortugas rusas, gansos del Nilo, mapaches... - que no están aquí para ser observados sino para ser debidamente atendidos.
Por el CRAS pasan cada año más de 4.000 animales. La mayoría de ellos llegan de la mano de particulares que los han encontrado malheridos o abandonados en los bosques madrileños, y necesitan tratamientos clínicos y de rehabilitación, o de las de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, que los han incautado a particulares bien por tenencia ilegal o por no darles los cuidados necesarios.
Este centro, ubicado en una dehesa de 4 hectáreas a las afueras de Tres Cantos (Madrid), cuenta con dos espacios diferenciados. El primero de ellos está destinado a la recuperación de la fauna autóctona, desde cigüeñas a águilas imperiales, pasando por buitres negros. “Hemos llegado a tener 92 pollos de cigüeña, a los que había que alimentar gusanito a gusanito... Ya no es que les demos de comer, es nos convertimos en su madre y, en el caso de las aves cazadoras, tenemos que enseñarles a cazar antes de devolverlas a hábitat para que no se mueran”, explica Lara.
El resto del centro está dedicado al alojamiento y acogida de fauna exótica. “Estos animales no se pueden soltar en la naturaleza porque podrían alterar nuestros ecosistemas”, apunta Lara. Los exóticos invasores, cuya relación aparece recogida en el Real Decreto 1628/2011, tienen que ser retirados de la circulación por las administraciones locales y reubicados en el CRAS o en centros especializados.
Los exóticos domésticos, en cambio, tienen destinos muy diversos. “Tenemos un programa de adopción de animales -tipo loros o cobayas- para niños a través del cual los cedemos gratuitamente para que los pequeños se hagan cargo de ellos bajo la supervisión de un tutor. También colaboramos con entidades sociales como son los centros de mayores, a los que cedemos animales como los guacamayos para que les hagan compañía”, explica el responsable.
De una forma o de otra, el objetivo último del CRAS es asegurarse de que el animal, sea del tipo que sea, tenga una vida digna