En su noche de domingo, el encuentro de Villa María mostró a dos pesos pesados de la música argentina: Cacho Castaña y Valeria Lynch. Enviado especial de LV16.
El Festival de Peñas de Villa María vivió el domingo una jornada de clásicos inoxidables de nuestra música popular.
Los nombres propios hablaban por sí solos en la previa, pero con el programa en curso apenas pasadas las 21, sus respectivos repertorios entregaron un vendaval de éxitos que no dio respiro.
El acto de apertura fue Cacho Castaña, un creador clave de la música ciudadana de este tiempo cuya imagen se ha esmerilado por sus recientes comentarios machistas y misóginos.
Pero su obra lo mantiene relevante. Y lo revitaliza por más que ande enclenque de salud (al final de su show, le agradeció especialmente a Guillermo Colman, su médico de cabecera).
Cacho Castaña comenzó su concierto en compañía de la Orquesta Sinfónica de Villa María, formación con la que entregó versiones aterciopeladas de Café La Humedad, La Gata Varela y Garganta con arena.
En esta seguidilla se dio algo curioso: en la previa de La Gata, Cacho contó cómo fue que quedó encantado por el fulgor de Adriana Varela y recordó que el tema ganó la edición 2008 del Festival de Peñas; y ya en Garganta con arena, invitó a la mismísima musa de esa composición, con quien protagonizó pasos de café concert.
Entre tangos como Malena y Naranjo en flor, se sucedieron anécdotas e intercambios graciosos entre estos dos amigos muy cómplices.
Uno de ellos se dio cuando Cacho recordó que había tenido una novia en Villa María, a lo que Adriana retrucó “¿estará viva?” Las risas, estruendosas.
Posteriormente, Castaña se paseó por su cancionero con semblante feliz, y muy comprometido a la hora de insuflarle relevancia espacial y temporal. En ese marco llegaron la romántica Para vivir un gran amor y la más testimonial Septiembre del ‘88.
El cierre llegó con A mi manera, a pedido de Rony Vargas, el conductor de la fiesta.
Valeria Lynch ocupó la escena cerca de las 23, luego de ser presentada por Cacho Buenaventura. Empezó su show con una versión enjundiosa de Muñeca rota, a la que siguió una explicación que resumió el espíritu de la noche. Palabras más, palabras menos, la Diosa de la canción romántica dijo que estaba allí para interpretar las canciones que todos querían escuchar. Y fue al hueso, claro.
Con look ultrasexy, hilvanó Señor amante, Qué ganas de no verte nunca másy Mentira. En esta última, estiró la nota final con la capacidad de una cantante lírica. El gesto fue recompensado con un aplauso estruendoso, algo que, sin dudas, Valeria había ido a buscar.