A pesar de haber surgido de una campaña publicitaria y no tener base científica, el día más triste del año podría tener un efecto real debido al bombardeo constante de esta idea al que nos expone.
El Blue Monday, ese concepto que con tanto sigilo se ha colado en nuestro calendario, se ha convertido en tan solo 15 años en una de esas fechas ante las que no puedes pasar desapercibido. El bombardeo publicitario, en redes y en medios de comunicación sobre el día más triste del año es inagotable.
Surgido en el año 2005, el ‘lunes triste’ nació en la Universidad de Cardiff, en Reino Unido, cuando el investigador Cliff Arnal desarrolló una fórmula matemática para determinar cuál era el día más triste de todo el año.
Desde sus inicios, este nuevo concepto fue acogido con escepticismo al provenir de una investigación financiada por la empresa Sky Travel, que aprovechó el revuelo mediático para sacar una campaña publicitaria con la que vender sus viajes. Sin embargo, aún así el concepto corrió como la pólvora hasta lograr que todos los calendarios del mundo entero hicieran alarde del día más triste del año.
1/8C+(D-d) 3/8xTI MxNA. Así es la fórmula que tiene en cuenta variables como el tiempo pasado desde Navidad, el clima o la cuesta de enero, y que señalaba al tercer lunes de enero como aquel en el que las personas nos sentimos más tristes.
Con el clima identificado en la ‘C’, la ‘D’ como las deudas que nos han dejado las navidades, ‘d’ es el dinero cobrado en enero y ‘T’ el tiempo transcurrido desde Navidad. Pero la ecuación no se queda ahí.
Más allá de esos factores, la fórmula también incluye valores como ‘I’, es decir, el tiempo transcurrido desde la última vez que se intentó cumplir un propósito nuevo, ‘NA’ sería la necesidad de cambiar algo de nuestra vida y ‘M’ los niveles de motivación del individuo.
Valores completamente incuantificables que ponen de manifiesto la imposibilidad de que un conjunto de factores externos causen depresión en una población entera en el mismo momento de cada año. Sin embargo, tras 15 años siendo atormentados con esta idea, el Blue Monday podría estar siendo creado por nosotros mismos debido a la sugestión.
“La profecía autocumplidora consiste en que si tú dices que va a pasar algo, la gente se cree que pasa, es algo inducido”, afirma Nathalie P. Lizeretti, directora del Centro de Investigación, Formación y Desarrollo de la Inteligencia Emocional, en declaraciones a National Geographic.
¿Cómo es posible entonces que algo sin ningún tipo de fundamento se haya extendido hasta tal punto? Lizeretti pone el foco de la respuesta a esa incógnita en el hecho de que, “en general, estamos viviendo una crisis de valores muy importante y situaciones con mucha decepción política e injusticias”, afirma Lizeretti. “Y mientras nos distraemos con estas cosas que no tienen ningún sentido ni base, nos dejamos de preocupar de cosas realmente importantes”.
El auge de los movimientos positivistas ha arrastrado un rechazo a la tristeza y una sensación continua de que debemos derrochar felicidad. Pero la tristeza, como emoción básica, es muy necesaria. “Es una mala interpretación de cómo funciona el mundo emocional”, afirma Lizeretti. “Son emociones desagradables, pero no negativas, porque todas las emociones tienen su función. Lo que hay que hacer es gestionarlas bien”.
¿Cómo hacer frente al Blue Monday?
Según Lizeretti, el primer consejo para luchar contra el Blue Monday es tratar de identificar si lo que sentimos es tristeza o no. “A veces es más cómodo socialmente sentirte triste que sentirte enfadado, porque estar enfadado te puede llevar a un conflicto, mientras que la tristeza te permite estar aislado sin enfrentarte a ciertas cosas”.
Una vez identificada esa tristeza, habrá que ir al por qué. “Como toda emoción, la tristeza es una emoción básica y por tanto adaptativa, necesaria para nuestra supervivencia y tiene la función de superar una pérdida”. Por tanto, debemos identificar la pérdida que nos ha producido esa tristeza. Una decepción sería también una pérdida, algo con lo que creíamos contar y de pronto nos falla, lo perdemos tal y como lo considerábamos.
Por último, tras identificar el por qué, no debemos rechazarla, sino darle tiempo: “La tristeza auténtica necesita tiempo para recomponernos y debemos aceptarlo, estar triste no es algo malo en sí mismo, es necesario”.