'George', tenía unos 14 años y era el último de su especie, la 'Achatinella apexfulva', endémica de Hawái.
Se llamaba George, tenía unos 14 años y murió el día de Año Nuevo de 2019 tras una buena y larga vida para un caracol de su clase. Era el último ejemplar conocido de la Achatinella apexfulva, por lo que se considera que su especie ha muerto con él. La División de Silvicultura y Vida Silvestre de Hawái (Estados Unidos) informó el pasado 4 de diciembre del fallecimiento del molusco a través de su cuenta en Facebook y en un comunicado titulado RIP George. La Achatinella apexfulva es la primera especie extinta conocida del año. Su muerte, según subraya The New York Times, es el símbolo de la drástica disminución de la población de caracoles terrestres, otrora fantásticamente diversos en Hawai, así como de la rápida extinción de especies en todo el mundo.
Los científicos estiman que docenas de especies se extinguen cada día, pero pocas reciben tanta atención por parte de los medios. La razón es que George tenía un nombre, opina en este diario Michael G. Hadfield, fundador del programa destinado a proteger a los caracoles en Hawai. Lo bautizaron George en honor a Solitario George, una de las tortugas más queridas de las Islas Galápagos y cuya muerte en 2012 también dio fin a su especie. "Aunque de linajes evolutivos muy diferentes, ambos Georges vivieron vidas sencillas en cautiverio. Ambos se llevaron silenciosamente millones de años de evolución y su genoma completo al olvido", lamenta el departamento de Vida Silvestre.
Los caracoles eran especialmente abundantes en Hawái y existen documentos del siglo XIX en los que se asegura que en un solo día se podían recolectar hasta 10.000 ejemplares. "Más de 750 especies de caracoles terrestres fueron descritas en las islas, lo que representa uno de los ejemplos más impresionantes de radiación adaptativa de especies en el mundo. Lamentablemente, se estima que más del 90% de esta diversidad se ha perdido", afirma la web del programa contra la extinción de los Kāhuli (caracoles).
Con hermosas conchas, los caracoles de los árboles de Hawai se consideran las "joyas del bosque". El folklore hawaiano asegura que pueden cantar. "Muchas de las especies de caracoles terrestres que quedan en la isla se enfrentan a una extinción inminente", advierten desde el programa. Sus principales amenazas son especies invasoras y los efectos del cambio climático.
Según explica la División de Silvicultura y Vida Silvestre de Hawái en el comunicado, la Achatinella apexfulva fue precisamente la primera de más de 750 especies endémicas de caracoles catalogadas por los científicos. La primera mención se remonta a 1787, cuando el capitán George Dixon atracó en la isla de O'ahu y le dieron una concha en un lei —una guirnalda o corona—. Estos caracoles solían ser comunes en las montañas Ko'olau de O'ahu, la isla más poblada del archipiélago, y eran muy usados para las guirnaldas por su belleza. Lo apodaron apex fulva o punta amarilla porque era un rasgo común en la especie.
Este caracol hawaiano cumplía una función vital en este ecosistema, ya que se alimentaba de los hongos que crecían en los árboles, lo que ayudaba a que la flora de la región estuviera libre de enfermedades, cuenta The National Geographic.
En un intento desesperado por salvar a esta especie, los últimos 10 Achatinella apexfulva que quedaban se llevaron en 1997 a un laboratorio de la Universidad de Hawái con el fin de intentar su cría en cautividad. Aunque se logró su reproducción y nacieron unos 20 caracoles, una enfermedad desconocida los fue matando uno a uno hasta dejar solo a George, el único que sobrevivió.
El valioso ejemplar vivía solo en un terrario en la sede central del programa de prevención de la extinción de Caracoles en Honolulu.
El biólogo David Sischo, actual director del programa de invertebrados de Hawái, cuenta que George era "un caracol tímido", hasta el punto de que la primera vez que lo vio fuera de su concha fue al cumplir los 10 años. "George maduró solo en una jaula, y aunque lo llamábamos él, era hermafrodita. Desafortunadamente, la Achatinella apexfulva necesita un compañero para reproducirse", explica la División de Silvicultura y Vida Silvestre de Hawái.
En 2017, se tomó una pequeña muestra de dos milímetros del pie de George y el tejido vivo sigue vivo y congelado en un contenedor en el Zoológico de San Diego (EE UU). "Actualmente no es posible clonar un caracol, pero se podrá algún día. ¡George todavía puede vivir otra vez!", exclama la división. George apareció en numerosos artículos y cientos de escolares lo han visto a lo largo de estos años en las visitas a la universidad, por lo que su pérdida significa mucho para los hawaianos.