Fuera de la hiperinflación de los últimos años del gobierno de Raúl Alfonsín y de la llegada de Carlos Menem al poder, que llevaron la suba de precios a niveles inéditos en la historia argentina (3079,5% en 1989 y 2314% en 1990), la estadística marca pocos períodos con niveles de inflación similares al de septiembre de 2018.

La salida de esa crisis, en 1991, fue acompañada por una suba de precios de 84%, y luego de la estabilidad de precios que mostró la etapa de la Convertibilidad hay que llegar hasta las consecuencias de la hecatombe de 2001 para llegar a cifras altas.

En 2002, con la devaluación que marcó el fin del “1 a 1”, hubo una inflación de 40,9%. El mes más alto de ese año fue abril, con 10,5% de aumentos en el mes.

Los años de Cristina Kirchner en el mando marcaron el regreso de los precios altos, con un tope de 25,9% en 2014 -tras la devaluación de febrero de ese año que impulsó el ex ministro de economía Axel Kicillof-, según las cifras de las consultoras privadas, única referencia durante los años de falsificación de los datos que impuso el kirchnerismo.

El pico inflacionario de septiembre de este año, con 6,5%, quedó apenas por debajo del récord del Gobierno de Cambiemos, que fue de 6,7% en abril de 2016.

Antes de ese 6,7%, la inflación que mantenía el récord post-Convertibilidad se había dado en abril de 2002, cuando por la devaluación de la salida del "1 a 1" había alcanzado el 10,5%.

Los economistas que participan del Relevamiento de Expectativas del Banco Central (REM) esperan -para este año- una inflación del 44,8%. Si se llega a cumplir ese pronóstico, sería el incremento de precios más alto desde 2002.

En agosto, la inflación había sido de 3,9%. Así, en los primeros 9 meses del año la suba de los precios minoristas acumula un alza de 32,4% y suma una trayectoria anual del 40,5%, siempre según los datos del INDEC.

Lo peor, es que en octubre se espera también una cifra alta, aunque algo menor que en septiembre: estaría en el orden del 5%. En octubre, aumentaron el gas, los combustibles, los alimentos y las prepagas.

Foto: Clarín