Para los investigadores de la Universidad Johns Hopkins, sin embargo, este organoide cultivado encierra muchos secretos.
Entre ellos están los secretos de la degeneración macular, o el daltonismo. Este órgano artificial es prácticamente idéntico a uno natural, explican los científicos, y está ayudando a demostrar que los organoides son el futuro de la medicina más efectiva.
Cultivando ojos en placas de Petri
"¿Cómo podemos ver el color? ¿Y cómo se desarrollan las células de nuestros ojos para hacerlo posible?". Con estas preguntas, Kiara Eldred presenta su último estudio, publicado en Science. El protagonista de este trabajo es un pedazo de retina, el "tapiz" que recubre el interior de nuestros ojos. Gracias a este tejido podemos ver. También es gracias a él que podemos distinguir los colores.
Su objetivo final es comprender los secretos de la visión para poder desarrollar terapias efectivas que ayuden a curar el daltonismo o la degeneración de la mácula. Mientras que la primera impide apreciar correctamente los colores, la última provoca la pérdida de nitidez y visión. Hasta hace muy poco, ninguna tenían solución. Ahora comenzamos a ver los primeros tratamientos. Estudios como este son los que están pavimentando los caminos hacia su cura.
Por otro lado, si vemos los "ojos" cultivados de Eldred, probablemente no distingamos gran cosa. Esto es porque los investigadores están trabajando con un organoide de retina. Es decir, han cogido células madre y las han convertido en una retina prácticamente completa. "Todo lo que examinamos parece un ojo en desarrollo normal, solo crece en una placa", explicaba Robert Johnston, biólogo evolutivo y director del laboratorio de la Universidad Johns Hopkins donde trabaja Kiara.
Los secretos del color
Estos investigadores se centran en las células de la retina que permiten ver el azul, el rojo y el verde. Estas células son conocidas como conos, y son parte de los fotorreceptores que forman la retina. Gracias a la combinación de estos tres, el ojo humano es capaz de percibir los colores del espectro visible.
Para entenderlo mejor, en el estudio se ha trabajado en el desarrollo de las células, es decir, cómo se determina en qué tipo se convertirán las células madre mientras crece el ojo.
"La visión tricromática nos diferencia de la mayoría de los mamíferos", explicaba Kiara Eldred. "Lo que estamos tratando de averiguar es qué caminos toman estas células para darnos esa visión de los colores tan especial".
Organoides, el futuro de la medicina
La retina cultivada por el equipo de Eldred es lo que se conoce como "organoide". Los organoides son órganos artificiales, creados a partir de células madre y un cóctel adecuado de sustancias. En nuestro cuerpo, a partir de unas pocas células madre comienzan a aparecer todo tipo de tejidos.
Todas las células llevan el mismo ADN, así que, ¿cómo sabe cada una en qué tiene que convertirse? Las instrucciones para que cada una cumpla su función las reciben según la posición que ocupen. Esto lo "saben" por sus compañeras. Estas transmiten una serie de señales químicas. Cuando reciben las señales adecuadas, las células saben en qué convertirse y, a su vez, producen nuevas sustancias.
Esto es, básicamente, lo que ocurre en un organoide. Se coge un puñado de células y se les da un cóctel químico que comienza la formación de un tejido. A partir de ahí, el propio organoide, si está bien alimentado, termina de formarse. Estos "órganos en placa" son muy importantes en el estudio de enfermedades.
En sí, funcionan como un modelo realista de muchas enfermedades y procesos. Así lo han demostrado con este ojo en placa de Petri, pero no son los únicos. Ya existen laboratorios construyendo "robots" capaces de diseñar nuevos organoides de forma automática.
Esto nos permitirá construir toda una suerte de órganos chiquititos en los que hacer pruebas valiosas sin tener que recurrir a la experimentación con seres humanos o animales. Y esto, a su vez, nos abrirá las puertas del desarrollo de tratamientos para enfermedades que hasta ahora nos parecen imposibles de curar.