En 2011 un grupo de investigadores del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) publicó un artículo en la revista Nature que exponía la posibilidad de utilizar esta técnica para conseguir que este virus produjese una proteína que podía resultar clave para incrementar la eficiencia y reducir el precio de los paneles solares que utilizan nanotubos de carbono.
Los investigadores llevan décadas recurriendo a la manipulación de las bacterias y los virus para fabricar nuevos materiales, antibióticos, combustibles, aceites y una enorme variedad de elementos que pueden tener un impacto directo en nuestras vidas. Pero lo curioso es que las aplicaciones de uno solo de estos virus, el bacteriófago del que os he hablado en el párrafo anterior, son cada vez más numerosas.
De las células solares al agua ultrapura
Un grupo de investigadores de la Universidad de California ha desarrollado una técnica que le permite recurrir al virus M13 para obtener unas nanoestructuras de oro que pueden ser utilizadas como fotocatalizadores en el proceso de depuración del agua. Aunque no es necesario que entremos en detalles nos viene bien saber que la fotocatálisis es una reacción química que requiere la combinación de la luz y de un catalizador, bien para que tenga lugar la reacción, bien para que sea acelerada.
Al parecer, la razón por la que el virus M13 está siendo utilizado en procesos tan dispares como son la producción de células fotovoltaicas con nanotubos de carbono o la depuración del agua deriva de lo sencilla que es su edición genética. De hecho, los científicos se dieron cuenta hace años de que podían manipularlo para que se uniese a iones de oro, que son partículas que han adquirido carga eléctrica mediante la ganancia o pérdida de electrones, para crear unos nanotubos de oro extremadamente largos y finos.
Esto ya se conocía, pero lo que han descubierto recientemente los investigadores que he mencionado un poco más arriba es que, cuando se expone al agua y al cloroformo, el virus M13 previamente alterado adquiere forma esférica. Y si a continuación se introduce en una solución con iones de oro comienza automáticamente a producir unas estructuras con un tamaño de unas pocas decenas de nanómetros que también adquieren forma esférica.
Es ahora cuando entra en acción la fotocatálisis de la que os he hablado unas pocas líneas más arriba. Y es que es precisamente la forma que adquieren estas nanoestructuras la que les permite actuar como fotocatalizadores en el proceso de depuración del agua, acelerando de esta manera la reacción. Pero lo mejor de todo es que con este método de filtrado es posible obtener agua con un grado de pureza extremadamente elevado.
La eliminación de las impurezas del agua resulta crucial en el proceso de fabricación de componentes electrónicos, y, sobre todo, en la producción de semiconductores, por lo que cabe la posibilidad de que esta innovación tenga un impacto muy positivo en estas áreas. Y es que podría acelerar la fabricación y, en consecuencia, reducir los costes. Como veis, es un hallazgo muy interesante. Eso sí, el grado de pureza de esa agua es tan alto que no es apta para el consumo humano porque podría alterar dramáticamente el equilibrio de las sales minerales de nuestro organismo.