Nuestros hijos no son ajenos a este cambio de vida y muchos de ellos sufren el conocido como trastorno por déficit de Naturaleza, cuya característica más evidente es una inadecuada relación entre nosotros y el entorno. Es una persistente desconexión de la naturaleza y todo lo que el contacto con la naturaleza conlleva: paseos, deporte, evasión, etc.
La naturaleza es necesaria para un adecuado desarrollo de los más pequeños. El medio natural es el entorno donde los niños descubren y exploran libremente sin necesidad de nada más, es algo que no puede ser sustituido por la tecnología por más maravillosa que esta pueda ser.
¿Qué es el trastorno por déficit de Naturaleza?
¿Otro trastorno más? Tal vez nunca hayas oído hablar de él, pero el término fue nombrado por primera vez en 2008 por Richard Louv en su libro “Last Child in the Woods” ('El último niño de los bosques') y dio lugar a un movimiento que plantea la necesidad de contacto directo y conexión con el medio natural. Fue seguido por educadores y padres que buscan restablecer el vínculo entre los humanos y la naturaleza, y muy especialmente entre los niños y la naturaleza.
El catedrático de Psicología Ambiental de la UAM, José Antonio Corraliza, asegura que "el Trastorno por Déficit de Naturaleza (TDN) forma parte de un conjunto de problemas que, genéricamente, se denominan enfermedades psicoterráticas, que son trastornos que tienen su origen en una deficitaria o patológica relación con el entorno en el que vivimos"
Y propone recuperar esa memoria naturalista perdida. "Lo verde no es una moda, sino una necesidad fruto de la nostalgia, ya que el agua, los animales y la vegetación forman parte del ecosistema donde hemos tenido éxito evolutivo como especie. En las ciudades, en cambio, habitamos desde hace apenas minutos, en comparación con la inmensa historia de la Humanidad. De modo que nuestro sistema nervioso aún no está adaptado a éstas, donde casi no existen elementos naturales, y se sobresatura".
Es un contacto favorable y necesario, ya que los niños tienen mucho que aprender de ella y les proporciona un entorno propicio para experimentar sensaciones importantes para su desarrollo tanto físico como emocional.
El contacto con la naturaleza hace a los niños más fuertes a la hora de afrontar situaciones de estrés, les aporta autonomía y sensación de libertad, sin olvidar que jugar al aire libre mejora la concentración, la salud cardiovascular y favorece la salud respiratoria, entre otros beneficios.
Síntomas del trastorno por déficit de Naturaleza
¿No sientes a veces que tienes una necesidad de salir de la ciudad e irte a espacios abiertos (campo, mar, montaña) a desconectar del mundo y a contactar con la naturaleza? Pues a los niños les pasa lo mismo, aunque no saben expresarlo, y muchos de ellos como prácticamente no lo vivieron ni se dan cuenta que lo necesitan.
La falta de concentración, la ansiedad, el estrés y la irritabilidad son síntomas claros de que necesitamos una recarga de naturaleza. Las enfermedades respiratorias se agravan en los entornos urbanos.
Otros signos o consecuencias de este trastorno son la obesidad, el asma, la hiperactividad o la falta de vitamina D. No son síntomas menores, ya que la salud de nuestros hijos se ve afectada por la falta de contacto con el medio natural.
El ejemplo es clave
Como en todo, el amor por la Naturaleza se enseña desde el ejemplo. No hace falta vivir en el campo (no todos lo hacemos), pero sí buscar la oportunidad de salir al campo, a la montaña o a la playa con cierta frecuencia. Somos nosotros los responsables de que aprendan a comunicarse con la naturaleza, dejarlos jugar libremente y que sean ellos mismos los que sientan esa necesidad de contacto. Una acción que además los convierte en defensores del medio ambiente.
Parece que hoy en día el ritmo de la naturaleza no puede competir con la vertiginosa velocidad que propone la tecnología. Los niños pueden mantener unas cuantas conversaciones a la vez mientras juegan o navegan por internet. Los ritmos son otros, pero es importante cada tanto desconectar y recuperar el ritmo slow de la naturaleza.
Correr por el campo, pasear por el bosque, treparse a un árbol, bañarse en un río, coger hojas secas, observar cómo trabajan las hormigas o jugar a identificar pájaros son experiencias que, por más tontas que nos puedan parecer, enriquecen enormemente a nuestros pequeños. Hay mil actividades que podemos hacer con niños en la Naturaleza y que nos aportarán innumerables beneficios.
Así que, En todas las épocas del año hay planes entretenidos para hacer con los niños en plena Naturaleza. Propuestas de turismo rural, rutas para hacer en familia, visitar una granja o aunque más no sea salir de excursión al monte más cercano, cualquier excusa es válida para recuperar el contacto con la naturaleza.