1. Beber agua de mar o salada
Depende de dónde mires, parece que beber agua salada es una solución para casi todo: desintoxica, reduce la presión arterial, mejora la hidratación...
Empecemos por dejar claro que beber agua del mar, así, directamente, no es una buena idea. No pasa si nos salpica en la boca o incluso si damos un trago sin querer cuando una ola nos pilla por sorpresa, pero beberlo intencionadamente de forma habitual puede ser peligroso para nuestra salud. El agua de mar puede tener microorganismos y contaminantes que nos pueden sentar fatal.
En cuanto a beber agua salada, no hay evidencias sólidas que respalden todos esos supuestos beneficios para la salud, y sí un inconveniente: el consumo excesivo de sodio, uno de los componentes de la sal, está directamente relacionado con el riesgo de padecer hipertensión y enfermedades cardiovasculares, y en España ya consumimos demasiada sal, así que nuestra recomendación es que no te dediques a beber agua salada.
2. Beber agua con limón
Ocurre con esto igual que con el agua salada, que al parecer es buena para todo: ayuda a adelgazar, elimina toxinas, mejora el sistema inmune, ilumina la piel...
E igual que ocurre con el agua salada, no hay evidencias científicas de que ninguno de esos supuestos beneficios sea real: nadie ha podido demostrar que beber agua con limón sea mejor que beber agua sin más.
Sin embargo, sí que hay una diferencia respecto al agua con sal, que es que en principio beber agua con limón no tiene ningún perjuicio para la salud, de forma que si prefieres beber agua con limón a agua sola, adelante, siempre que no la endulces. Eso sí, hazlo porque te gusta y no porque creas que es mejor para tu organismo.
3. Beber dos litros de agua al día
Mantenerse hidratado es importante para encontrarnos bien y para que nuestro cuerpo funcione adecuadamente pero traducir una hidratación adecuada en la cantidad de agua que nuestro cuerpo necesita cada día depende de distintos factores y no dará como resultado la misma cantidad para todos.
En este artículo os ayudamos a hacer un cálculo aproximado dependiendo de vuestro género, nivel de actividad física, la temperatura ambiente a la que os encontráis y otros factores.
En cualquier caso, tampoco hace falta medir la cantidad exacta y beber agua hasta cumplirla, y el agua también puede provenir de los alimentos que comamos. Lo mejor es que vayáis bebiendo a medida que os lo pida el cuerpo, y paséis olímpicamente de la idea de los dos litros de agua al día.
4. Agua fría no, que engorda
Ha circulado este titular en los últimos días por las redes sociales y, la verdad, no hay por donde cogerlo. Proviene de un "estudio" (las comillas las incorporamos porque en el texto no hay experimentos ni datos que sostengan sus afirmaciones) en el que se ensalzan las supuestas ventajas de beber agua templada o caliente.
En él se asegura que beber agua fría hace que el cuerpo tenga más problemas para digerir las grasas de los alimentos. Esto no solo no ha sido demostrado, sino que tampoco significaría que el agua fría engorde.
En cualquier caso, hay que recordar que el agua sola no tiene calorías, así que no engorda nunca, por muy fría (o caliente) que esté.
5. Beber agua con las comidas tampoco, que engorda
Es una teoría que viene de mediados del siglo pasado según la cual al mezclar el agua con los alimentos aumentaba la retención de líquidos, y eso llevaba a subir de peso.
Pero no es cierto. De hecho, beber agua es una forma de estimular el funcionamiento de los riñones y reducir la retención de líquidos, y por tanto el efecto sería justo el contrario. Además, da igual que se haga durante las comidas o fuera de las comidas, porque el efecto es el mismo.
Por otro lado, algunos estudios han sugerido que al beber agua antes de comer o mientras comemos reduce el número total de calorías que ingerimos porque estaríamos ocupando parte del espacio del estómago con agua, que no nos aporta ninguna caloría, así que el efecto final sería justo el contrario.
6. Los supuestos beneficios del agua alcalina
El agua alcalina es aquella que tiene un pH por encima del habitual en el agua normal (que se sitúa en torno a 7). Este agua alcalina, al ser menos ácida, en teoría ayuda a reducir la acidez del cuerpo y con ello a que mejoren determinados procesos, como la digestión, la "depuración" o luchar contra el cáncer.
Pero la verdad es que no hay evidencias sólidas de que beber agua alcalina tenga beneficios específicos para la salud en ninguno de esos aspectos.
7. La trola del agua imantada
Los que defienden esta idea aseguran que al someter el agua a determinados procesos con campos magnéticos se puede reducir su dureza, es decir, reducir sus niveles de cal evitando el uso de productos químicos que habitualmente se utilizan precisamente con esa función.
Esta idea no es nueva, lleva circulando desde mediados del siglo pasado y todavía no hay evidencias sólidas de que esto realmente funcione. Los científicos se muestran escépticos y por eso el agua se sigue tratando con los productos químicos que se sabe que funcionan.