En la ciudad donde los bolcheviques impusieron el comunismo soviético, los líderes de las grandes potencias se encerrarán otra vez a discutir cómo arreglar el capitalismo.
Cristina Kirchner no se privará de venir con su receta en el avión que la traerá hoy a Rusia.Pero sus prioridades en la octava cumbre presidencial del G-20 son más modestas: viene a encarar gestiones de alto nivel para atender urgencias de la economía argentina. La posibilidad de promover inversiones energéticas en el país será el eje de sus reuniones con el anfitrión, Vladimir Putin, y con el presidente de China, Xi Jinping. Más complejo será que prospere el plan del Gobierno para lograr un apoyo de Estados Unidos en la disputa con los "fondos buitre" por la deuda en default.
Tan presente está esa batalla que el largo viaje en el Tango 01 se programó con una escala en Marruecos, un país en el que no existe peligro de que prospere un embargo de los bonistas.
El escenario tal vez no sea el mejor para ilusionarse con grandes resultados. Los líderes mundiales llegan a esta cumbre económica absorbidos por las diferencias de criterio sobre cómo actuar frente a la guerra en Siria.
Aunque el tema oficialmente no es parte de la discusión, la mirada global estará puesta en la tensión entre el presidente Barack Obama, proclive a lanzar un ataque contra el régimen de Bashar al Assad, y Putin, férreo aliado del dictador sirio.
Los dos líderes recrean un clima de guerra fría, enfrentados también por el asilo que Rusia dio a Edward Snowden, responsable de la filtración de los programas de espionaje masivo norteamericanos a través de la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos (NSA).
La diplomacia argentina trabaja para conseguir un gesto de Obama a favor de la posición argentina en el litigio con los fondos que rechazan los canjes de deuda propuestos por el país -como el anunciado la semana pasada- y reclaman el pago al 100 por 100 de los bonos.
El Gobierno aspira a que el líder demócrata influya sobre la Corte Suprema de Estados Unidos, para que acepte tomar la apelación de la Argentina al fallo de la Cámara de Apelaciones de Nueva York, que le dio la razón al fondo especulativo NML Capital.
El máximo tribunal es estrictamente selectivo a la hora de aceptar casos: no suele tratar más de 30 o 40 expedientes al año. Si rechazara la apelación argentina, argumenta el Gobierno, se pondrá en riesgo el sistema financiero internacional, al amenazar otras reestructuraciones de deuda, como las de Grecia, Portugal, Irlanda.
Por el momento las gestiones "están frías", admiten fuentes del gobierno argentino.
Más fe tienen en los contactos que se hicieron ante Putin para que la agenda económica de la cumbre incluya referencias críticas a los fondos especulativos.
Putin recibirá a sus invitados en su Versailles particular: el palacio de Constantino, una histórica fortaleza de la dinastía Romanov a orillas del Báltico que él hizo reformar como residencia presidencial (ver aparte).
En su reunión con Cristina Kirchner retomará el proyecto de un acuerdo energético para que la rusa Gazprom invierta en la extracción de gas en la Argentina.
En ese sentido, algunas fuentes de la Casa Rosada no descartan que la Presidenta tiente a Putin con un acuerdo con YPF, necesitada de inversiones para explotar Vaca Muerta.
Además, podría haber contactos con el mexicano Enrique Peña Nieto para avanzar en los diálogos para que la estatal Pemex se asocie con la petrolera nacionalizada.
En la cumbre le espera también otra cara del problema. El presidente del gobierno de España, Mariano Rajoy, será otro de los asistentes a la cita rusa y hubo gestiones bilaterales para un breve encuentro con Cristina Kirchner.
En los últimos meses, Rajoy trató con máxima cautela el conflicto con la Argentina, a pesar del malestar que causó el acuerdo YPF-Chevron, firmado mientras el Gobierno sigue sin compensar a la española Repsol por la expropiación de sus acciones en la petrolera.
La Moncloa no quiere despertar la ira kirchnerista por razones prácticas: el sábado se elegirá en Buenos Aires la sede de los Juegos Olímpicos de 2020, una carrera que tiene a Madrid entre sus tres candidatas. Rajoy considera ese proyecto vital para mejorar la economía del país y no quiere ruidos con el gobierno anfitrión.
Incluso España encontró un motivo para acercar posiciones con la Argentina después de un año y medio de máxima rispidez diplomática: el reclamo conjunto contra Gran Bretaña por la soberanía sobre Gibraltar y sobre las Malvinas.
Otro jefe de gobierno que quiere los Juegos pidió cita con Cristina Kirchner en San Petersburgo: el japonés Shinzo Abe. La agenda de la Presidenta registra además reuniones con los líderes de la India y de Sudáfrica.
En la cumbre se espera una condena al proteccionismo comercial, en sintonía con el duro informe que anteayer publicó la Unión Europea (UE) contra las políticas que imponen países como la Argentina y Brasil.
A la hora de hablar, Cristina Kirchner trae a Rusia una fuerte defensa del fomento al consumo y del incentivo al empleo como medio para recuperar el crecimiento de la economía global.
Fuentes de la Casa Rosada indican que insistirá en sus reclamos contra los paraísos fiscales, a pesar del fastidio que generaron en el Gobierno las denuncias sobre presuntas operaciones financieras personales en las islas Seychelles.
AISLADOS DEL MUNDO EN UNA FORTALEZA
SAN PETERSBURGO.- Aislados del mundo. Así estarán los presidentes de los países del G-20 durante la cumbre. El anfitrión, Vladimir Putin, recibirá a sus colegas, entre ellos a Cristina Kirchner, en el Palacio de Constantino, una fortaleza de la era imperial rusa, bañada por las aguas del golfo de Finlandia.
A cada jefe de gobierno le concedió una de las casas de lujo que integran un complejo hotelero situado dentro de las 200 hectáreas de jardines del palacio. Toda la zona será blindada por un gigantesco operativo de seguridad. Los periodistas sólo podrán acceder a la zona en barco.
El aeropuerto tendrá tránsito restringido hasta el sábado. Y será inimaginable que una protesta opositora pueda acercarse a menos de 30 kilómetros de donde vivirán los presidentes.