Fotografían la primera estrella situada fuera de nuestra galaxia
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10/04/2018 09:58 hs

¿Sos Gordofóbico?

Internacionales - 10/04/2018 09:58 hs
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El acoso a las personas con sobrepeso está a la orden del día. La presión social, el miedo a lo diferente y la tendencia a considerarlo vergonzante tampoco ayudan. ¿Rechazamos a los obesos sin saberlo?

Era un precioso día de enero de 2018 en un país del primer mundo -con una sociedad avanzada y un sistema educativo público de calidad-, cuando a Itziar Castro, nominada al Goya como mejor actriz revelación por Pieles, se le ocurrió la “disparatada” idea de publicar un tweet pidiendo a la revista Harper’s Bazaar aparecer desnuda en sus páginas. Este deseo no vino de la nada: lo escribió tras ver que esta publicación había hecho un reportaje con los nominados a los Goya y ella, también nominada -pero obesa-, ni siquiera había sido convocada.

En buena hora

Las reacciones no tardaron en llegar, buenas y malas; pero las malas destilaban un odio visceral hacia el físico de una persona, Itziar Castro, que no había hecho más que sugerir algo que le afectaba únicamente a ella. La revista recogió el guante y la llamó, le hizo unas fotos y escribió un texto. El reportaje puede encontrarse en la edición impresa del pasado mes de marzo. “Deseo Concedido” titulan, con ínfulas de hada madrina. La pieza de la actriz aparece en la página 118: dos fotos y unas declaraciones que ocupan en total cuatro páginas. La portada de la revista, eso sí, se la lleva la guapa, delgada y occidental Pauline Ducruet; porque somos muy diversos, pero tampoco hay que pasarse.

El pecado de Harper’s Bazaar es el pan nuestro de cada día, y en este sentido ninguna publicación puede tirar la primera piedra: en el mismo mes del reportaje de Itziar Castro, las mujeres y hombres que ocupan las portadas de algunas de las revistas más vendidas fueron Elsa Hosk en Glamour, Louise Pedersen en Marie Claire, Emily Ratajkowski en Vanity Fair y Cameron Rusell (embarazada y espectacular) en Vogue. Si hablamos de hombres, en Esquire llevan en portada a Miles Teller y en GQ a Lucky Blue Smith, por poner solo unos cuantos ejemplos.

El miedo a la diferencia

Lo diferente asusta, y además es la diana perfecta de quien tiene el dardo de la rabia a punto. Pero lo diferente deja de asustar cuando se convive con ello y se normaliza. Por eso, uno de los argumentos que se proponen para combatir la gordofobia es visibilizar esos cuerpos en vez de borrarlos del plano público haciendo como que no existen.

“Hace falta mostrar a gente diferente y mujeres con estilos, sexualidades, etnias y físicos variados” dice Castro en la entrevista de Harper’s Bazaar. Pregunto a Marc Giró, editor de moda de la revista Marie Claire, la razón de la ausencia de gente obesa en las revistas de moda: “No hay personas gordas porque la gente no quiere ser gorda, quiere ser delgada. Y en épocas ya pasadas, incluso muy delgada”.

Sobre la diversidad que piden muchas voces -como la de la actriz de Pieles-, Giró también lo tiene claro: “La moda tiene obsesión por la diversidad y lo diferente, desde lo físico a lo mental. No hay ningún otro ámbito creativo en el que se emitan tantas imágenes y tantos discursos tan profundos sobre la diversidad. «En la moda sólo aparecen delgadas» dicen. No es cierto. Si se dice eso es por incultura o porque no se están consumiendo las revistas adecuadas”.

De hecho, no nos olvidemos que la moda como industria lo que quiere es vender y cuanta más variedad de público tenga para dirigirse, más mar en el que pescar. “Y le da igual a lo que tenga que apuntarse” dice el editor de Marie Claire. “Mientras tengas dinero en el bolsillo la industria de la moda es capaz de hacerse solidaria, ecologista o gay friendly. Hay muchos cuerpos y todos tienen que ser vestidos. ¿Eres gorda y curvy? Pues tengo moda para ti”.

Este es otro tema. Los modelos curvy. La cosa empieza mal si ya de partida necesitamos eufemismos: curvy. Sobre ésta y otras terminologías para referirse a personas obesas o con sobrepeso, se pronunció la youtuber Isa RT hace unos años: “Fofisanos, gordibuenos, grandifuertes… No sólo los términos son horribles sino que, ¿dónde tenía la creatividad la persona a la que se le ocurrió esto?

Primero que a mí me suenan a insultos y segundo que parece que son una necesidad de las revistas para etiquetar a las personas que no nos ajustamos a los cánones de belleza establecidos”.

Rubenesca, la youtuber que utiliza su canal para hablar de “quejas de gordas”, como ella misma dice, tampoco está en contra de utilizar la palabra “gordo” salvo que la intención del adjetivo no sea calificar sino descalificar: “No me puedo tomar lo que es un calificativo como un insulto, pero no entiendo la necesidad de la gente de ir a tu cara a decirte 'estás gorda, eres una foca'. Eso ya lo sé”. En cambio, Rebeca Rifá, dietista y nutricionista del Centro Médico Robresa (Barcelona), recomienda no usar el término “gordo”: “Es ofensivo. Lo correcto para denominar a alguien con exceso de peso es persona con sobrepeso u obesa (si es obesa, porque no son lo mismo)”.

Pero no solo en estas terminologías está el eufemismo, también en lo que verdaderamente se representa. Si buscamos “modelos curvy” en Google encontramos rankings en los que sólo aparecen personas grandes, algunas con sobrepeso más o menos importante, pero siempre con un sobrepeso idílico, algo que dista mucho de cómo es alguien con esta característica en la vida real. “Si el modelo fuera ajustado a la realidad aquí no se vendería ni una camiseta. La moda vende una quimera, un deseo, y la gente aspira a eso” apunta Marc Giró.

Mis kilos, mi bandera. ¿Orgullo o autoprotección?

No son pocas las mujeres, – y digo mujeres porque especialmente somos nosotras quienes acabamos dando más explicaciones de si nos aceptamos como somos o no–, que hacen alarde de sus kilos de más precisamente cuando estos son pasado. Hemos asistido a las mofas hacia Mariah Carey por estar ganando peso. El discurso de la cantante y su entorno cercano siempre ha sido el de autoconfianza. Sin embargo, a pesar de estar tan a gusto con su físico como se arengaba, hace unos meses Carey pasó por el quirófano para perder peso. De nuevo sus kilos son noticia, pero ahora los que pierde.

Un caso similar es el de la presentadora de Telecinco, Carlota Corredera. Antes de ser la famosa conductora de programas de entretenimiento que hoy conocemos, era regidora de televisión y tenía obesidad. Incómoda con su físico, que además le estaba ocasionando problemas de salud, decidió ponerse en tratamiento y adelgazó 60 kilos. Su cambio de imagen ha despertado el interés de programas del corazón, revistas y editoriales, pues su experiencia le sirvió para escribir el libro Tú también puedes: Cómo conseguí perder 60 kilos y ganar salud.

Normalmente cuando una persona obesa habla de su enfermedad tiende a reiterar que está muy contenta con su cuerpo y que no le importa en absoluto la opinión de la gente. Si se da el caso de que esa persona decide ponerse en tratamiento, una vez ha perdido peso, el argumento principal es que ha sido por causas únicamente médicas. En cambio, en cuanto la conversación se extiende más de cinco minutos, la huella que ha dejado el acoso se evidencia, porque los comentarios duelen y mucho. En esta entrevista en Saber Vivir, Corredera habla de la gordofobia que sufrió: “Hubo gente que me insultó en las redes sociales por presentar en la tele teniendo obesidad mórbida. Y es totalmente injusto porque fíjate que estamos en un país donde todo se celebra comiendo. Nuestra cultura incita a comer y comer, se premia a los niños con dulces, se les castiga quitándoles el postre…”.

La actitud de la presentadora sobre el "orgullo de gorda” del que hace gala precisamente cuando más delgada está le costó el título “Carlota Corredera, gorda traicionera”, un vídeo cargado de la retranca de Esty Quesada, más conocida como Soy una pringada. “La gorda esa famosa que insulta en YouTube”, como la misma Quesada se define porque no se siente youtuber, critica el discurso de la presentadora de Cámbiame: “Es gorda traicionera no porque haya adelgazado, sino porque reniega de lo que ha sido. Ser gorda, os lo digo yo, es un sentimiento, y la que es gorda lo va a ser siempre”. Quesada sufrió el acoso desde niña por ser obesa; con 12 años intentó suicidarse y replanteó su vida haciendo vídeos de YouTube. Ahora, con su perfil hater y sus traumas confesados en su libro Freak, da y recibe insultos a diario. “Me hacen gracia las gordas que cuando se ven atacadas por su peso recalcan lo sanísimas que están. Porque sólo te mereces respeto si eres una gorda SANÍSIMA”, publicaba en Twitter.

Los chistes sobre gordos y el fat-shaming

La guasa fácil que generan los kilos de más es universal, aunque estos kilos estén ocasionados por un trastorno hormonal. El futbolista brasileño, Ronaldo Nazario, pasó de ser conocido como El Fenómeno al “Gordo Ronaldo” a causa del hipotiroidismo. La obesidad lo retiró de su profesión y protagonizó un reality para perder peso, ocasión que algunos periodistas deportivos no desaprovecharon para amenizar el informativo con sus chascarrillos. En realidad en el deporte ni siquiera hace falta estar gordo para que te lo llamen. Si no, que le pregunten al futbolista argentino, Gonzalo Higuaín, ya internacionalmente conocido como “cementerio de canelones” gracias a un aficionado de la selección de Argentina que le dedicó ese apodo en Twitter.

En Norteamérica tampoco son más prudentes y ni siquiera en revistas a las que se les presupone un humor más sofisticado se privan de meterse con el físico. Ben Affleck, por ejemplo, es el Homer Simpson triste para New Yorker. Naomi Fry, periodista del magazine americano, describió así al actor de Batman: “Su intestino se arrastra hacia fuera de una manera que, en un país más ilustrado como, digamos, Francia, quizás sería considerado viril, no muy diferente al lujurioso Gérard Depardieu en su mejor momento, pero en Estados Unidos físico-fascista, tiende a leer como HomerSimpsonesque”. Affleck respondió al artículo a través de Twitter: “Estoy bien, con la piel gruesa reforzada por tatuajes chillones”.

Medir el pulso de las bromas es difícil porque lo que para unos puede ser muy gracioso y solo un chiste para otros puede caer en el mal gusto. Un intento de broma pasada de vueltas para muchos fue el vergonzante Querida gente gorda de la actriz Nicole Arbour. La youtuber “regañaba” a los obesos por estar destruyendo su vida y además tener privilegios como plazas de parking más cerca de la entrada al centro comercial o asistencia en los aeropuertos. Era humor, sí, pero le costó varios trabajos y una crisis de reputación.

No hace falta que sean twitteros, influencers o periodistas quienes vengan a ofender, porque el enemigo, en estos casos, suele estar en casa. Como indicaba la youtuber, el momento de sentarse a comer con más gente es delicado. Isa RT me cuenta que en la mesa los postres son el plato que más reparo le da pedir. "Es siempre lo que levanta más comentarios por parte de la gente que me acompaña. Nunca por el personal de los restaurantes, porque si me pasara eso no volvería a pisar el local”.

"En mi caso el bullying fue más dentro de mi familia, ¿sabes lo que es que cada semana vayas a ver a un familiar y te digan «qué gorda estás, pareces una foca»?”, pregunta Rubanesca. “Lo peor que puedes hacerle a un gordo es decirle 'estás gordo, eres una ballena, ¿por qué comes? No comas", concluye. "Porque le va a dar vergüenza salir con amigos y comer delante de ellos, y luego llegará a casa y se pegará un atracón por pura ansiedad".
EL ACOSO, EL NIÑO OBESO Y SU RELACIÓN SOCIAL

Ni el sobrepeso ni la gordofobia son exclusivos de la edad adulta. En el informe del observatorio para España que la ONG Bullying Sin Fronteras realizó en 2017 se registró un aumento del 20% de casos de acoso escolar en relación al 2016. Este tipo de agresiones las reciben niños y niñas de diversas características y por diferentes motivos, pero la realidad es que en muchos casos los niños con obesidad son el blanco favorito de los acosadores.

Los colegios están especialmente sensibilizados con esta causa. Como explica Juanpe Fernández, maestro de educación primaria y jefe de estudios del colegio Eduardo Palomo de Santa Cruz de la Zarza (Toledo), “las administraciones marcan orientaciones que se recogen en las famosas NCOF (Normas de Convivencia, Organización y Funcionamiento) y que se ponen en práctica en los centros”. De esta manera, cuando se detecta un caso de bullying se activa el protocolo actualizado en enero de 2017.

En cambio, “que haya mayor sensibilidad no significa que los niños y niñas tengan más respeto”, dice Fernández, “ahora veo menos inocencia y más intención que antes, con el agravante de que muchos de ellos tienen redes sociales, no las gestionan bien y acaban haciendo mucho daño”. Es el llamado ciberbullying, con el que ya ni siquiera es necesario que acosador y acosado coincidan en tiempo y lugar para agredir.

Cristian Figueredo, psicólogo psicoanalista Responsable de la Unidad de Trastornos Alimentarios del Hospital CIMA (Barcelona), señala que cuando un niño obeso es víctima de acoso “el proceso en el psicólogo es exactamente el mismo que el que se lleva a cabo en otros casos de bullying". "Pero en estas consultas le damos la posibilidad al menor de que verbalice la dificultad de su relación con la comida y lo que vive en el colegio y en su entorno social”. El objetivo es que además de solventar el problema del maltrato, el niño adquiera una buena educación alimentaria para que su calidad de vida, física y emocional, mejoren.

Según el maestro, “no es habitual encontrar niños o niñas con problema de sobrepeso que lleven una vida social feliz. Si además el niño sufre las burlas de sus compañeros, se puede llegar a volver más introvertido y suele bajar el rendimiento escolar”. Observación con la que Rubenesca coincide: “No conozco a nadie que esté gordo y que te diga que su infancia fue feliz".

Según el especialista de trastornos alimentarios, la obesidad es una enfermedad de origen psicológico en la mayoría de los casos, por lo que requiere que el entorno cercano al paciente ponga límites y proporcione apoyo para cambiar los hábitos. Límites y hábitos que son responsabilidad total de los padres cuando hablamos de obesidad infantil.

Ser obeso es un problema que puede derivar en enfermedades importantes y alterar la vida cotidiana de la persona que padece esta enfermedad y la de quienes conviven con ella, por lo que no, ser obeso no mola. Nuestro reto como sociedad,está en encontrar un equilibrio entre la falta de respeto y la apología del sobrepeso y la obesidad, pues como dice el doctor Figueredo, “no hay que perder de vista que el obeso es alguien que sufre”.


El País

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