Hay zonas donde las lluvias en lo que va del año alcanzaron la mitad o menos respecto de la campaña pasada.
La sequía sigue afectando a más del 70% de la pampa húmeda y podrían recortarse aun más las estimaciones para las próximas cosechas de soja y maíz.
Entre el jueves y el viernes pasados se registraron precipitaciones que, en el mejor de los casos, fueron de 30 a 70 milímetros en algunos sectores del sudeste y parte del norte de la provincia de Buenos Aires y el norte de Córdoba. Después, entre el sábado y ayer (domingo), hubo lluvias de hasta 30 milímetros en forma de "islas" en el centro norte de Santa Fe y tocaron máximos de 100 milímetros en el extremo norte de Salta.
Pero en muchas regiones de la pampa húmeda los productores se quedaron mirando al cielo con registros que, en pocos casos, al cierre de esta edición fueron de 10 milímetros. Y no es para menos: hay zonas donde las lluvias en lo que va del año alcanzaron la mitad o menos respecto de la campaña pasada.
"Esas lluvias fueron muy heterogéneas y cubrieron menos de lo esperado. Sólo en un 10% del área hubo lluvias de 30 a 70 milímetros, en tanto que en otro 20% fueron de baja intensidad, de menos de 25 milímetros", explicó Esteban Copati, jefe del Departamento de Estimaciones Agrícolas de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
Hace dos semanas, por el impacto de la sequía, esa entidad redujo de 54 millones a 51 millones de toneladas su previsión para la cosecha de soja. En tanto, el jueves pasado realizó otro recorte, a 50 millones de toneladas, cifra que representaría la menor producción desde 2012/13, cuando se alcanzaron 49,3 millones de toneladas.
Respecto del año pasado, cuando se registró una cosecha de 57,5 millones de toneladas, la producción de soja de 2018 sufriría una merma de 7,5 millones de toneladas. En dinero, entre una campaña y otra la caída de ingresos por divisas a valores de exportación ronda los US$3000 millones.
"Las lluvias no frenaron el deterioro del cultivo y hay riesgos de nuevos recortes [en la estimación de producción]", señaló Copati.
En el caso de la soja, un 40% del cultivo en todo el país se encuentra en una etapa crítica para su potencial de producción, esto es, entre lo que se conoce como diferenciación de vainas hasta llenado de granos. Además, por la falta de agua el 57,2% de la soja está en una condición de regular a mala.
Específicamente para la región agrícola núcleo, antes de que fallaran las lluvias, según Agricultores Federados Argentinos (AFA), un 80% de la soja de primera (siembras de octubre) en la zona estaba de buena a muy buena. Mientras tanto, el 80% de la soja de segunda (siembras luego de la cosecha de trigo) mostraba una condición de buena a regular.
AFA consignó que los síntomas de estrés hídrico en el cultivo se reflejan más en regiones que precisamente tuvieron menores precipitaciones o son de una inferior aptitud productiva.
"La situación de sequía se mantiene y habrá que ver cómo evolucionan las temperaturas en la semana", puntualizó Copati. Para los cultivos, las altas temperaturas de las últimas semanas, muy por encima de los 35 grados, les sumaron más presión a cultivos que requieren por lo menos tener a su disposición en esta época el equivalente a unos 5 milímetros diarios.
"Es un escenario supercomplicado para la soja", insistió el jefe de estimaciones agrícolas de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. Copati indicó, sobre la base de las predicciones meteorológicas actuales, que la perspectiva de lluvias "no es favorable para lo que resta de febrero". Es decir, no habría que esperar un sustancial cambio en el comportamiento de las precipitaciones, al menos por ahora.
En este contexto, de acuerdo con el experto también hay riesgo de que se recorte más la previsión para la cosecha de maíz. En este cultivo, la Bolsa de Cereales porteña ya bajó de 41 a 39 millones de toneladas su proyección de producción, y no se descarta otra reducción. Los cultivos sembrados temprano, en fechas de septiembre, están con reservas hídricas clasificadas como irregulares.
En girasol, la entidad viene estimando una cosecha de 3,6 millones de toneladas. Sin embargo, por la situación hídrica en la provincia de Buenos Aires podría llegar a reducirse ese cálculo, según dejan entrever los técnicos de la Bolsa de Cereales porteña.