Andrew Britton, de 33 años, comenzó a sentirse mal en el avión que lo llevaba a Las Maldivas para disfrutar de su luna de miel. Su corazón se descontroló y sufrió seis fallos cardíacos. La historia.
Andrew Britton y su esposa se subieron a un avión para viajar a la isla de Kandooma en las Maldivas, en donde pasarían su luna de miel. Durante el vuelo, el joven comenzó a sentirse mal con síntomas parecidos a la gripe, pero pensó que sería la resaca después de los excesos de la boda o que había comido algo en mal estado en el avión.
Cuando Andrew llegó a la isla su estado empeoró y ya no pudo levantarse de la cama, según publicó el Daily Mail. Un doctor lo atendió, le puso una vía y pensaron que con eso se resolverían sus malestares. "Me sentí tan mal que no podía levantarme de la cama; estaba muy enfermo, con mucha sudoración", contó el hombre, jugador de squash y amante del deporte en general.
Al día siguiente le costaba respirar y regresaron a la capital, donde ingresaron en el hospital general de Bangkok. Su corazón tenía 200 latidos por minuto y fue necesario un desfibrilador para forzarlo a recuperar un ritmo más normal. Tuvo seis fallas cardíacas por lo que pensaron que no sobreviviría.
Los médicos no se dieron cuenta de que sufría una miocarditis, una inflamación de los músculos del corazón, que hace que este órgano se debilite y que puede ocasionar la muerte.
Durante dos semanas, la pareja vivió una odisea. Andrew Britton estaba conectado a una máquina para facilitar el bombeo de la sangre. La esposa del joven, mientras, llamaba por teléfono a sus familias en Reino Unido para garantizar el dinero que costaba la hospitalización de Andrew.
"Me dijeron que había cogido un virus que ataca el corazón y provocó que se inflame, lo cual es muy raro", dijo el joven. En el hospital de la capital tailandesa le montaron un balón temporal dentro de su pecho para ayudar a mi corazón a bombear.
Cuando fue capaz de volar, seis semanas después, la pareja regresó a Londres y fue trasladado al Hospital Harefield. Allí lo sometieron a una terapia de resincronización cardíaca para ayudar a su corazón. En 48 horas se sintió mucho mejor y le permitieron ir a casa.
Después de siete semanas en casa, Andrew sufrió una recaída y tuvo que ingresar otra vez. Allí se sometió a una operación de ocho horas a corazón abierto para colocarle un dispositivo ventricular que bombea la sangre a través del corazón.
Ahora Andrew, que se considera un hombre afortunado, está estable y a la espera de un trasplante de corazón.