Así lo aseguró Begoña Ibarrola, especialista española en neuroeducación.
Incluir los sentimientos de los chicos en el aula, enseñarles a identificarlos y expresarlos son las bases de la educación emocional, una forma de enseñanza que creció en los último 25 años y que, gracias a los avances en la neurociencia, en la última década tomó más fuerza en todo el mundo.
"La neuroeducación surge de la neurociencia que es un conjunto de disciplinas que generan un trabajo de sinergia entre ellas para estudiar e investigar el cerebro. La neuroeducacion aterriza en todo lo que tiene que ver con los procesos de aprendizaje y enseñanza", dijo la española Begoña Ibarrola, psicóloga y terapeuta infantil que estuvo de visita en la Argentina. "La neurodidactica, por ejemplo, brinda herramienta a los docentes para enseñar y entender a sus alumnos. Cuál es su estado cerebral y emocional óptimo para el aprendizaje", añadió.
Sobre la importancia de esta nueva forma de abordar la enseñanza y el aprendizaje, la especialista dijo que es necesaria también la educación de los docentes en temas emocionales. "Si conocemos el cerebro y las emociones podemos diseñar mejor las estrategias de aprendizaje y manejarnos mejor como personas ya que podremos identificar y controlar las emociones", señaló la especialista, y agregó: "Conocer cómo se desarrollan las emociones en el cerebro ayuda a entender mejor el proceso de aprendizaje en los alumnos. Que tienen menos problemas de conducta y son más felices".
"La formación del docente no contempla el desarrollo de competencias emocionales en el aula. Entonces, el docente no se siente capacitado para afrontar una situación que implique un tema emocional", detalló Ibarrola.
Prevenir el bullying
Al ser consultada si podría ser una buena estrategia para revertir el creciente número de casos de bullying , Ibarrola aseguró: "Es un factor de prevención primaria específica la educación emocional, ya que previene el buylling en los dos niveles: evita que haya una persona que acose y una persona acosada".
"El bullying se da en binomio. Se necesita un acosador y un acosado. Entonces, si se refuerza el autoestima y la asertividad, se evita que alguien se pueda sentir acosado, manipulado o maltratado por alguien. Además, si se refuerzan las competencias emocionales de una persona y se siente feliz, no necesita acosar ni hacer daño a nadie", graficó la española y concluyó: "Entonces, el acosador también se beneficia de la educación emocional. También se trabaja para evitar que haya personas que se sientan acosadas a través de mejorar su resiliencia y autoestima".
Educar en emociones desde la panza
"Como sentimos emociones antes de nacer, la primera lección sería para la madre que está gestando un bebé. Ella es responsable de las emociones que tiene el bebé y se debería comunicar a través de la voz y el canto mientras está en el útero porque eso refuerza el vínculo entre los dos", dijo la psicóloga, al ser consultada sobre desde qué edad se puede utilizar estas técnicas.
"Una vez que nace, empieza otro periodo de la educación emocional. El bebé debe sentir la empatía del adulto ante sus emociones que interprete lo que le está pasando y de soluciones a lo que le ocurre. La educación más formal, con docentes, empezaría recién a los 3 años", añadió.
"En la sociedad hay determinadas competencias emocionales que no se valoran, pero luego se exigen en las empresas. También hay una esquizofrenia social porque le estamos diciendo al chico que se autocontrole, pero todo el tiempo en la tv los adultos dan muestras de descontrol permanente y que son muy valorados", dijo la profesional.
En ese sentido, explicó: "Los niños buscan vivir experiencias emocionantes. A veces les basta poco para crear un clima de emociones en el cual desarrollar su actividad lúdica. Por ejemplo, correr detrás de una pelota, jugar a las escondidas o infinidad de juegos y actividades que implican movimiento. Sin embargo, pocos viven el aprendizaje académico como una experiencia emocionante. Por eso, uno de los grandes retos de la educación consiste en implicar emocionalmente al alumnado en el proceso de aprendizaje".
Ibarrola también dio una serie de consejos para comenzar con la educación emocional desde el hogar:
"Los padres deben desarrollar empatía con sus hijos. Incluso antes de que empiezan a hablar tienen que entender lo que sienten sus hijos. Deben ser una especie de espejo donde se reflejen los sentimientos del bebé que todavía no puede hablar", sería el primer paso y "una vez que empieza a hablar le podemos enseñar a describir con palabras sus sentimientos. Así como se amplía el vocabulario, ampliar su vocabulario emocional. Que diga cómo se siente".
"Desde los 3 años se los puede ayudar a controlar su conducta. Desde que hay control de esfínteres ya se puede controlar las emociones. No reprimirlas, sino canalizarlas adecuadamente", dijo Ibarrola y marcó: "Ahí los padres son modelos".
"También hay que enseñarles a desarrollar su autoestima para que no haya una dependencia emocional".