Los resultados del estudio facilitarán el desarrollo de tratamientos contra múltiples enfermedades comunes. El trabajo relaciona la acción de una proteína con problemas de crecimiento.
¿Qué personas sufrirán un ataque al corazón antes de los 55 años a pesar de tener un estilo de vida saludable? ¿Qué niños desarrollarán leucemia y cómo responderán al tratamiento? Preguntas como estas son hoy el centro de atención de la Medicina de precisión y aumentan la necesidad de personalizar los tratamientos de cada paciente.
¿Y en el caso de la estatura? Sabiendo que, en gran medida, se encuentra determinada por la información codificada en el ADN, estudios previos situaron este factor físico como el escaparate capaz de mostrar los rasgos genéticos más complejos: un hecho que, según los científicos, facilita la comprensión de los rasgos producidos, no sólo por un gen, sino por muchos.
En concreto y gracias a las investigaciones realizadas, se han identificado una cantidad ingente de variantes genéticas comunes (aproximadamente 700) asociadas con las diferencias en la altura. Sin embargo, las variaciones de origen poco frecuente -o tal vez raro- es lo que trae de cabeza en las investigaciones previas en torno a este asunto.
Hasta ahora. Gracias a un estudio llevado a cabo por el Consorcio Internacional de Investigación Genética de Rasgos Antropométricos (GIANT, por sus siglas en inglés) en el que han participado más de 300 investigadores de todo el mundo, se han descubierto una serie de variantes producidas en el ADN que intervienen directamente en el crecimiento. Los resultados han sido publicados en la revista científica Nature.
Con una muestra total 700.000 adultos y mediante el denominado ExomeChip -una tecnología diferente a las aplicadas anteriormente en este campo-, los investigadores identificaron un total de 83 variantes producidas en el ADN responsables de intervenir de forma directa en la estatura y alterar la función de los genes que codifican las proteínas.
De las identificadas, 51 eran de baja frecuencia (menos del 5% de las personas) y las 32 restantes de origen extraño (presentes en menos del 0,5). Asimismo, descubrieron que presentan la posibilidad de ser usadas como un atajo útil en el descubrimiento de los genes con mayor importancia en el desarrollo de una enfermedad, o un rasgo humano específico.
Además, la investigación situó en el centro de todas las miradas los cambios producidos en el denominado gen STC2. De esta manera, descubrieron que las variaciones que lo inactivan provocaban el aumento de estatura de las personas que las presentaban.
Aunque con una frecuencia bastante baja (0,1%), los científicos demostraron que los individuos con estas variaciones poco comunes eran entre 1 y 2 centímetros más altos que aquellos que no las mostraban: un efecto promedio 10 veces mayor al derivado de las variantes genéticas comunes previamente descubiertas, que presentaron una influencia en la altura de menos de 1 milímetro.
Según Guillaume Lettre, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Montreal y coautor del estudio, "los genes afectados por estas variaciones genéticas modulan, entre otras cosas, el desarrollo del hueso y del cartílago y la producción y activación de la hormona del crecimiento".
Una ventana abierta para combatir múltiples enfermedades
No sólo STC2 ha sido el objeto de estudio de los científicos, también otros genes como SUSD5, GLT8D2, LOXL4, FIBIN y SFRP4, también responsables de influir en el crecimiento esquelético.
Sin embargo y gracias a él, los investigadores han destacado la posibilidad de desarrollar fármacos que bloqueen su actividad, y que tengan el fin de frenar enfermedades relacionadas con un crecimiento deficiente y que afectan a un 3-5% de los niños en todo el mundo.
Y no sólo eso, estas investigaciones también podrían facilitar la creación de un modelo para el estudio de los trastornos multifactoriales de diversas enfermedades como la diabetes, el cáncer, la esquizofrenia, o aquellas relacionadas con el corazón.
Aunque raras en la población, las nuevas variantes genéticas identificadas, así como sus grandes efectos sobre la altura humana, han revelado, según los científicos "nuevas e importantes perspectivas sobre el crecimiento del esqueleto humano".
Aunque el estudio ha demostrado que las variantes poco frecuentes pueden ser útiles para la búsqueda de variaciones genéticas presentes en los genes, los científicos creen necesario el análisis de muestras todavía mayores para comprender en su totalidad las bases genéticas y biológicas del crecimiento humano, así como de otras enfermedades multifactoriales y no tan comunes.
Es por eso que GIANT ya se encuentra embarcado en un denominado estudio de asociación del genoma completo (GWAS, por sus siglas en inglés) en un total de 2 millones de personas.
Exhaustivas investigaciones, que según subraya J. Hirschhorn, del Departamento de Pediatría y Genética de la Escuela Médica de Harvard (Boston), "seguirán facilitando la comprensión del crecimiento humano con el fin de alcanzar las perspectivas biológicas propuestas para el desarrollo de los tratamientos de múltiples enfermedades".