Los hiolitos, unos extraños animales de forma cónica que vivieron hace unos 540 millones de años y fueron de los primeros en desarrollar un esqueleto externo mineralizado, han encontrado por fin su sitio en el árbol de la vida, tras determinarse que pertenecieron al grupo de los lofoforados.
Los hiolitos, unos extraños animales de forma cónica que vivieron hace unos 540 millones de años y fueron de los primeros en desarrollar un esqueleto externo mineralizado, han encontrado por fin su sitio en el árbol de la vida, tras determinarse que pertenecieron al grupo de los lofoforados.
Este hallazgo aporta un nuevo enfoque sobre la diversificación de los procesos de adaptación del cuerpo que sucedieron durante las primeras fases de la explosión del periodo Cámbrico, cuando se produjo el estallido de vida más intenso conocido.
Descritos por primera vez hace 175 años, durante mucho tiempo se creyó que pertenecían a la misma familia que los caracoles, calamares y otros moluscos, pero un estudio publicado este miércoles en Nature señala que se enmarcan en el grupo de los invertebrados conocidos como lofoforados.
Para llegar a esa conclusión, paleontólogos de la Universidad de Toronto realizaron un análisis de tejidos blandos fosilizados de dichas criaturas de concha pequeña que vivieron durante la era Paleozoica.
Los hiolitos estuvieron presentes a partir del arranque del periodo cámbrico aproximadamente hace 540 millones de años, pero su anatomía poco habitual y un historial incompleto de fósiles había impedido que se les agrupara bajo una clasificación definitiva.
El análisis ha sido realizado por Joseph Moysiuk y un grupo de colegas de la Universidad de Toronto (Canadá), que estudiaron más de 1.500 espécimen de hiolitos obtenidos del esquisto de Burgess, en la Columbia Británica (Canadá) y el esquisto de Spence, en Utah.
Algunos de esos fósiles analizados contenían tejidos blandos que se encontraban bien conservados y permitieron a los autores del estudio identificar un aparato de alimentación con forma de tentáculos, característico de un grupo de animales llamado lofoforados.
La reconstrucción de los Hyolithid Haplophrentis reveló que ese espécimen empleaba un par de estructuras largas y curvadas para elevar su cuerpo por encima de la superficie marina.
Los expertos creen que su trabajo establece un debate paleontológico y enfatiza la importancia de la preservación del tejido blando para resolver la historia evolutiva de ciertas especies.