Internet es una herramienta fundamental para acceder a la información y al conocimiento, para divertirse y para compartir vivencias e interactuar. Pero las redes sociales son, también, un espacio peligroso, en especial para los chicos.
Según cifras del Poder Judicial porteño, desde 2012 se abrieron más de 20.000 investigaciones por casos de pornografía infantil y grooming, como se denomina el ciberacoso, delito en el cual el 95% de las víctimas son menores. Fueron, en promedio, 11 hechos por día en todo el país. En la Capital, el número de causas creció 49 veces: pasó de 65 en 2012 a 3174, el año pasado. Para los especialistas, el grooming es el paso previo a que los chicos caigan en las redes de pedofilia, que consumen imágenes de menores desnudos en situaciones eróticas o de sexo explícito.
"Mandame otra foto desnuda ya, o publico en todas las redes sociales la que tengo y te taggeo, así todos tus amigos te ven sin ropa", decía el último chat que descubrió María en el muro de Facebook de su hija, de 11 años. La chica se animó a mostrarle a su madre la comunicación que había mantenido con una persona que durante un mes de "chateo" se había hecho pasar por un joven de 17 años. "Cuando tome el control de la identidad virtual de mi hija descubrí que ella ya le había enviado una foto desnuda a un sujeto que tenía más de 2000 contactos en su red, todas niñas de entre 11 y 16 años", dijo María.
Entre enero y septiembre de este año el Ministerio Público Fiscal de la Ciudad recibió 1360 casos de pornografía infantil y grooming, iniciados a partir de denuncias recibidas o investigaciones propias. Según las estadísticas a las que tuvo acceso LA NACION, la producción y distribución de pornografía infantil en la web representa el 88% de los delitos informáticos.
El director del Cuerpo de Investigaciones Judiciales porteño, Enrique del Carril, informó que el 35% de los más de 20.000 casos investigados en todo el país desde 2012 ocurrieron en el ámbito porteño. De los 13.000 casos restantes, el 60 % fueron en la provincia de Buenos Aires (la mitad, en el conurbano).
"El grooming ocurre cuando un adulto crea un perfil falso en redes sociales y contacta a menores. Los groomers dedican muchas horas para hablar de temas que le interesan a la víctima (como las últimas tendencias en música y en aplicaciones móviles)", explicó la fiscal de Cibercrimen de la Ciudad, Daniela Dupuy. Una vez establecida la relación de confianza, el groomer pide fotos y videos de actividades sexuales o eróticas. Siempre piden que sea sin ropa. El grooming es, así, el paso previo a la pornografía infantil. Las fotos de chicos desnudos, solos o en interactuación con otros vía webcam, pueden terminar en las redes globales de pedofilia.
En ocasiones existe la posibilidad de un encuentro entre la víctima y el groomer fuera de la realidad virtual. Algunos casos han llegado, incluso, al homicidio. Así ocurrió con Micaela Ortega, una chica de 12 años que fue captada a través del chat de Facebook por Jonathan Luna, de 26, que la citó, la raptó y la asesinó el 23 de abril pasado en Bahía Blanca. "Ella estaba enojada con el mundo; por eso los adultos tenemos que observar más; los chicos hablan sin emitir voz", dijo Mónica Cid, mamá de Mica.
El perfil del pedófilo les indica a los investigadores que él nunca se conformará con las fotos que tiene y cada vez va pedirá más, de distintos chicos y en situaciones cada vez más comprometidas. "En general, las clasifican en sus computadoras de una manera muy particular. Por ejemplo: chicos de entre 9 y 12 años practicando sexo oral con adolescentes o menores de 8 años masturbándose. Es un trabajo muy meticuloso", profundizó Dupuy.
La fiscal agregó que mientras exista una insaciable demanda de imágenes de menores en las redes de pedofilia van a continuar los casos de grooming. Un groomer puede estar hablando con más de 200 chicos al mismo tiempo y obteniendo fotos y videos de cada uno de ellos.
El comisario a cargo de la División de Delitos Cibernéticos contra la Niñez y la Adolescencia de la Policía Federal, Julio Díaz, coincidió con Dupuy y agregó que "la prevención de estos delitos comienza en el hogar, ya que los victimarios buscan explotar todas las vulnerabilidades de los menores".
Según Díaz, al sentir que no son comprendidos por los adultos, los chicos encuentran en ese "amigo mágico online" a alguien que los consiente en todo. Es por eso que los padres deben saber qué herramientas digitales les están dando a sus hijos. No prohibirles el acceso, sino acompañarlos, y darles confianza.

La Nación