La Iglesia prohíbe esparcir cenizas o conservarlas en las casas
- 26/10/2016 19:11 hs
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Religión. Difundió un documento para regular la cremación; se impide arrojarlas al agua, al aire o a la tierra; no se pueden repartir ni convertir en souvenirs
"Sí" a las cremaciones; "no" a la dispersión de las cenizas de los difuntos en el mar, en el aire o en una cancha de fútbol. En síntesis, es lo que indica un nuevo documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe difundido ayer por el Vaticano, que aclaró cuál es hoy la postura de la Iglesia Católica frente a prácticas muy difundidas entre los fieles de todo el mundo a la hora de la muerte.
Titulado Ad resurgendum cum Christo (Para resucitar con Cristo), sobre la sepultura de los difuntos y la conservación de las cenizas, el nuevo texto del Vaticano -que repercute directamente en la vida de millones de fieles- recordó que la Iglesia Católica sigue prefiriendo la sepultura de los cuerpos, pero que desde 1963 el denominado Santo Oficio admite también la cremación.
Y puso los puntos sobre las íes sobre cuestiones hasta ahora nebulosas en cuanto al después de esta práctica cada vez más difundida. Negro sobre blanco, sentenció que está tajantemente prohibido dispersar las cenizas de un ser querido en el mar, en un lago, en un río o en el aire, desde una montaña, así como está prohibido convertir las cenizas de un difunto en joyas u otros suvenires, otra tendencia muy de moda.
"Para evitar cualquier malentendido panteísta, naturalista o nihilista, no sea permitida la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos", indica la denominada "instrucción", que fue aprobada por el papa Francisco el 18 de marzo pasado.
Ésta prohíbe, asimismo, que se guarden las cenizas de un ser querido en casa después de su cremación. "Las cenizas del difunto, por regla general, deben mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio, o, si es el caso, en una iglesia o en un área especialmente dedicada a tal fin por la autoridad eclesiástica competente", afirma el documento.
"Sólo en casos de graves y excepcionales circunstancias, dependiendo de las condiciones culturales de carácter local, el Ordinario, de acuerdo con la Conferencia Episcopal o con el Sínodo de los Obispos de las Iglesias Orientales, puede conceder el permiso para conservar las cenizas en el hogar. Las cenizas, sin embargo, no pueden ser divididas entre los diferentes núcleos familiares y se les deben asegurar respeto y condiciones adecuadas de conservación", dictamina.
Desde el principio, el documento, que consta de ocho puntos, aclara que la Iglesia sigue prefiriendo la sepultura de los cuerpos "porque con ella se demuestra un mayor aprecio por los difuntos" y "porque la inhumación es, en primer lugar, la forma más adecuada para expresar la fe y la esperanza en la resurrección corporal". Recuerda, además, que la Iglesia considera la sepultura de los muertos una obra de misericordia corporal.
Pero destaca el documento vaticano que la cremación no está prohibida, "a no ser que haya sido elegida por razones contrarias a la doctrina cristiana".
"Cuando razones higiénicas, económicas o sociales lleven a optar por la cremación, ésta no debe ser contraria a la voluntad expresa o razonablemente presunta del fiel difunto; la Iglesia no ve razones doctrinales para evitar esta práctica, ya que la cremación del cadáver no toca el alma y no impide a la omnipotencia divina resucitar el cuerpo y, por lo tanto, no contiene la negación objetiva de la doctrina cristiana sobre la inmortalidad del alma y la resurrección del cuerpo", dice .
En caso de cremación, la Iglesia, después de la celebración de las exequias, "acompaña la cremación con especiales indicaciones litúrgicas y pastorales, teniendo un cuidado particular para evitar cualquier tipo de escándalo o indiferencia religiosa", detalla el informe difundido ayer en Roma.
En la conferencia de prensa de presentación del nuevo documento, el cardenal alemán Gerhard Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, explicó que el Vaticano decidió elaborar la instrucción al notar el incremento de las cremaciones, en lugar de las inhumaciones, en muchos países -e incluso en el seno de la Iglesia Católica- y la ausencia de normativas canónicas específicas respecto de la conservación de las cenizas.
El cardenal Müller contó a la prensa, de hecho, que algunas conferencias episcopales le pidieron ayuda a la Congregación para la Doctrina de la Fe, al plantear interrogantes sobre la praxis de conservar la urna funeraria en casa y, sobre todo, ante la costumbre de esparcir las cenizas en la naturaleza.
Así, después de consultas con la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el Consejo Pontificio para los Textos Legislativos y muchas conferencias episcopales y sínodos de los obispos de las Iglesias Orientales, "la Congregación para la Doctrina de la Fe consideró conveniente la publicación de una nueva instrucción, con el fin de reafirmar las razones doctrinales y pastorales para la preferencia de la sepultura de los cuerpos y de emanar normas relativas a la conservación de las cenizas en el caso de la cremación", afirmó Müller.
"Esperamos que esta nueva instrucción pueda contribuir a que los fieles cristianos tomen ulterior conciencia de su dignidad de «hijos de Dios», ya que estamos frente a un nuevo desafío para la evangelización de la muerte. Como escribió Tertuliano, «la resurrección de la muerte es la fe de los cristianos: creyendo en ella, somos tales»", concluyó el cardenal.
Joyas para recordar a los muertos
Los restos incinerados de un ser querido ya no sólo se guardan en urnas y cofres, o se esparcen en el agua, el aire o la tierra. Desde hace unos años, empresas europeas diseñan joyas donde se introducen las cenizas del difunto.
Una empresa española ofrece el llamado diamante humano. Se requiere de 500 gramos de cenizas, que son convertidas en carbono, luego en grafito y finalmente se exponen a temperaturas de 1700°. Cuestan entre ? 3500 y 28.000.
Además hay empresas que ofrecen cuadros con el retrato del difunto y las cenizas impregnadas en el lienzo. También, las cenizas pueden convertirse en tatuajes: los tatuadores las esterilizan y las mezclan con la tinta.