Durante este mes comienza a fondo la siembra de soja, el principal cultivo del país. Pero una de las particularidades de esta campaña es que la calidad de la semilla sojera no es la adecuada en gran parte del país por las fuertes lluvias que se dieron justo cuando estaba por comenzar la cosecha del cultivo, en abril.
En primer lugar, Norma Formento, fitopatóloga del INTA Paraná, destacó que el tema más importante son los patógenos.
La especialista, que tiene base en Entre Ríos, una de las provincias más perjudicadas por el temporal, señaló que las semillas cosechadas a fines de marzo tienen el poder germinativo óptimo y muy buena sanidad. En cambio, los campos cosechados más tarde soportaron excesicas lluvias por veinte días, que superaron los 300 milímetros, y no corrieron la misma suerte.
En esa zona, “la semilla que había alcanzado la madurez de cosecha a fines de marzo y estuvo expuesta a las inclemencias climáticas perdió calidad. En ese tiempo, hubo apertura de vainas, semillas brotadas en planta y una gran cantidad de enfermas con el hongo Cercospora kikuchii, el que provoca una típica enfermedad, la mancha púrpura”, describió.
Así, muchos productores, al cosechar la superficie un mes después de lo apropiado, decidieron comercializar el grano porque como semilla ya no servía por su mala condición. “La calidad máxima de la semilla se logra en madurez fisiológica”, comentó.
Con este panorama, la fitopatóloga explicó que en los resultados de los análisis de semilla se encuentran tres patógenos, principalemente: Fusarium y Phomopsis, dos hongos que bajan el poder germinativo (PG), mientras que el tercero, Cercospora kikuchii, no deteriora la calidad pero sí enferma a la plántula durante la emergencia.
En consecuencia, la experta indicó que el poder germinativo de la semilla está entre un 50% y 70% y cuando se cura la semilla, se eleva de 80% a 85.
“Recomendamos tratar la semilla pero, previamente, hacer un análisis sanitario porque el poder germinativo no muestra el vigor de la semilla. Esto se puede realizar con el test de frío y dará validez si esa semilla será capaz de soportar las condiciones de suelos fríos y húmedos para la próxima campaña”, aclaró.
Por su parte, Gabriel Mina, responsable de terápicos de semillas de Rizobacter Argentina, coincidió en que la semilla de soja está muy contaminada con patógenos fúngicos, debido a los excesos hídricos. “Realmente, la carga de hongos es alta, del orden del 40%, cuando lo normal llega a ser del tres por ciento”, destacó.
Por este motivo, dejó en claro la importancia en la elección del producto para esta campaña. “Habitualmente, se elige el tiram y el carbendazim para los tratamientos de semillas, pero son productos que tienen limitantes de control. Por eso, la elección debe ser un producto más complejo que controle patógenos de semilla y también los de suelo, que registran una presión en aumento cada campaña”, advirtió.
Por otro lado, Joaquín Lopetegui, gerente de soja de DonMario, aconsejó también que el productor que guardó su semilla debe hacer el análisis de poder germinativo y de los patógenos. Y agregó que si la condición de la semilla no es la adecuada, lo más beneficioso será comprar semilla fiscalizada.
“Van a sembrar con menos densidad para tener un stand de plantas adecuado. Son 50 kilos de semilla fiscalizada contra los 80 kilos que utiliza el productor cuando guarda su semilla. A veces, lo barato termina saliendo caro”, reflexionó.
Asimismo, también aseguró que esta una buena oportunidad para utilizar la soja tratada profesionalmente. “Las densidades, en estos casos, se reducen considerablemente. Y más allá del poder germinativo, al tener un tratamiento en origen uniforme con toda la dosificación necesario de producto el stand de plantas es correcto”. Según datos de Lopetegui, solo el 20% de la semilla de soja fiscaliza se comercializa bajo el tratamiento industrial.
Así, con esta situación, es importante realizar los labores necesarios para comenzar la siembra de soja con el pie derecho.
(Clarín / Esteban Fuentes)