Descifran la proteína más antigua: casi cuatro millones de años
- 28/09/2016 09:26 hs
COMPARTIR EN:
Científicos de las universidades de Sheffield, York y Copenhague han ideado un nuevo método para extraer la secuencia de proteínas fósiles de casi cuatro millones de años, gracias a restos de huevos de avestruz encontrados en Tanzania y Sudáfrica.
Científicos de las universidades de Sheffield, York y Copenhague han ideado un nuevo método para extraer la secuencia de proteínas fósiles de casi cuatro millones de años, gracias a restos de huevos de avestruz encontrados en Tanzania y Sudáfrica. Es cierto que no es ADN, pero ya que las proteínas son la última expresión del material genético después de que el ARN transforme en cadenas de aminoácidos la información contenida en el ADN, el hallazgo permite pensar en que se podría obtener información genética de hasta 50 veces más antigüedad que cualquier resto actual de ADN, según los autores.
La clave para retrasar la fecha hasta ese punto está en la temperatura. Las muestras más antiguas analizadas proceden de los yacimientos de Laetoli, de 3,8 millones de años, y de Olduvai, de 1,3 millones de años, ambos en Tanzania, por lo que la temperatura y las condiciones meteorológicas en las que se han conservado los fósiles y las proteínas que contienen no han sido las mejores. De hecho, hasta esta investigación los científicos pensaban que no era posible que muestras tan antiguas hubieran soportado condiciones tan extremas. En el artículo, los investigadores estiman -gracias a lo que llaman cálculos de la edad termal- que si se hubieran conservado a una temperatura constante de 10 grados centígrados se podría obtener información con esta técnica en fósiles de 16 millones de años. Pero de momento, estos cálculos pertenecen aún al terreno de la especulación.
El descubrimiento, recién publicado en la revista científica eLife, rompe por primera vez la barrera del millón de años que hasta ahora se consideraba como la antigüedad máxima con la que se podía secuenciar una proteína. En el trabajo, los autores señalan que la supervivencia de estas proteínas antiguas pueden aportar información valiosa sobre cómo los humanos y los animales interactuaron en el pasado; cómo se extinguieron algunas especies o como otras han logrado evolucionar y han llegado hasta la actualidad.
Esto se debe a que se ha logrado obtener cadenas largas de 5.000 aminoácidos, los ladrillos que forman las proteínas, mucho más de los que pensaban los propios autores que recuperarían. "El haber descifrado secuencias de 3,8 millones de años, casi tres millones de años más de lo que podíamos obtener hasta ahora, nos hace preguntarnos: ¿Por qué no irnos más atrás en el tiempo?", asegura a EL MUNDO Manuel Domínguez-Rodrigo, investigador de la Universidad Complutense, del Instituto de la Evolución en África y actualmente en el Departamento de Biología Evolutiva Humana de la Universidad de Harvard (EEUU). Y eso mismo es lo que están probando los investigadores. Por un lado tratar de retrasar aún más la información sobre proteínas antiguas y por otro lado probar si esta novedosa técnica que permite descifrar las proteínas fijadas a un mineral estable sirve también para obtener secuencias en otro tipo de materiales, como el esmalte de restos humanos, por ejemplo.
«Hasta ahora, el análisis de ADN procedente de sedimentos congelados ha sido capaz de llegar hasta los 700.000 de antigüedad, pero la evolución humana ha dejado la mayor parte de sus huellas en África y las altas temperaturas dejan su peaje en la preservación del ADN», asegura Matthew Collins, investigador de la Universidad de York y autor principal del trabajo.
Una de las puertas que abre esta investigación de cara al futuro es que aporta una nueva herramienta y un manual de uso para los arqueólogos. «Ahora que sabemos que los minerales pueden atrapar y preservar proteínas de esta forma, podemos ir mucho más al grano en el estudio de restos fósiles antiguos», asegura Enrico Capellini, de la Universidad de Copenhague.