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14/09/2016 17:39 hs

¿Obsesionado por lo nuevo? Tiene un nombre: neofilia

- 14/09/2016 17:39 hs
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Si bien no está considerada una patología, los especialistas detectan en el fenómeno algo "enfermizo".

Hace pocos días, Apple, el gigante norteamericano que diseña y produce equipos electrónicos y software, presentaba su último modelo de iPhone, el 7. Cada vez que un nuevo producto estrella sale a la venta, la imagen típica se repite. Hablamos de las largas colas que se arman frente al local de turno para ser el primero en tener el nuevo juguete. Si sos uno de esos que se pasan horas a la intemperie para hacerse con el preciado botín tenés que saber una cosa: padecés neofilia.

Todos tranquilos. No se trata de una enfermedad. Más bien es una tendencia desmesurada, casi obsesiva, por tener siempre lo más nuevo del mercado. Nada que ver con el trastorno de compra compulsiva, que sí está catalogado como una patología relacionada con las adicciones y en la que la persona que la padece no es capaz de controlar sus impulsos, aspecto que acaba afectando a su vida cotidiana.

“Que una chica se pase toda una noche haciendo cola para ver a Justin Bieber o que alguien espere durante muchas horas para hacerse con el último modelo de iPhone nada tiene que ver con una adicción”, señala Albert Vinyals, doctor en psicología del consumo y profesor en ESCODI y la UAB. Para Vinyals, “una filia no tiene por qué ser algo malo”, y pone como ejemplo la filatelia. “La gente aficionada a los sellos tiene una vida muy normalizada”, añade.

El perfil del neófilo es el de un hombre, de entre 30 y 45 años, con un poder adquisitivo medio-alto y con un conocimiento muy bueno del producto que pretende adquirir. Acostumbran a ser líderes de opinión y a tener muchos seguidores en las redes sociales. “Para las marcas, es un perfil de cliente interesante porque les ayuda a saber qué quiere el consumidor. Pero, por otra parte, su influencia puede llegar a ser tan grande que de sus opiniones puede depender que un producto tenga éxito o fracase”, apunta Neus Soler, profesora de Economía y Empresa de la UOC y experta en marketing.

Según esta especialista, los neófilos “son capaces de mover cielo y tierra” cuando se trata de adquirir un nuevo producto. Si saben que la fecha del lanzamiento es más cercana en otro país, harán lo que sea para comprarlo en el extranjero “aunque sólo sea para tenerlo una semana antes”. “Para ellos son muy placenteros los días previos a la aparición del producto en cuestión. Pero una vez que lo tienen, enseguida ya están buscando otras cosa”, agrega Soler. “Son buscadores de novedades”, remata.

Origen del término

Hay que remontarse a 1960 para encontrar la génesis del término neofilia, recuerda esta profesora de la UOC. Fue cuando Everett Rogers, un sociólogo norteamericano que por aquel entonces impartía clases en la Ohio State University, hizo su tesis doctoral sobre cómo se difunden las innovaciones y cómo las adopta el mercado. En ese contexto, Rogers definió distintos tipos de consumidores, y uno de ellos fue los early adopters (los primeros consumidores). Dentro de este segmento, este sociólogo identificó un subgrupo al que calificó como innovadores. “Y con el tiempo se ha ido gestando el término de neofilia, aunque su autoría no está asociada a nadie”, puntualiza Soler. Hay quien señala al escritor Robert Anton Wilson como el responsable de popularizar el término, que asociaba con un tipo de personalidad marcada por una fuerte afinidad hacia la novedad.

Aunque esta tendencia obsesiva se asocia más con el mercado tecnológico, los neófilos están presentes en muchos sectores, como en el de la moda o la gastronomía. “Al final, son el reflejo de cómo funciona la sociedad de consumo”, reflexiona Albert Vinyals. “El mercado nos va diciendo continuamente que necesitás tener el último producto que ha salido, que es mejor que el anterior. Además nos sugiere que podemos ser felices consumiendo”, agrega. Para Vinyals, el hecho de consumir va mucho más allá de cubrir las necesidades más físicas. “Hay productos que nos ayudan a crear nuestra identidad”, recalca.

En este sentido, este doctor en psicología del consumo apunta a que, en realidad, “lo que nos afecta más a la hora de consumir no es la llamada obsolescencia planificada de los electrodomésticos, sino la percibida”. “Percibes que un producto pasó de moda: tenés unos pantalones oxford pero ahora se usan los chupines; o tenés el iPhone 6 pero llega un momento en el que aparece el 7”, agrega.

Al final, los neófilos acaban también siendo víctimas de su estatus. “La gente los considera como un referente de opinión, y ellos quieren mantener esa reputación”, arguye Neus Soler, quien detecta algo de “enfermizo” en esta conducta a pesar de que la neofilia no esté considerada una patología.

(c) Josef Fita. La Vanguardia.

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