Es el "nombre artístico" del metabolismo dañado: se produce cuando, a pesar de que llevemos una dieta hipocalórica en la que la ingesta de calorías es menor al gasto, no conseguimos perder grasa corporal.
Esto suele darse a menudo en dietas muy restrictivas debido a un mecanismo de nuestro cuerpo llamado termogénesis adaptativa.
Imaginemos que Jaimito quiere bajar unos kilos porque se está preparando para agosto: considera que la forma "fácil" y "rápida" (entre mil millones de comillas) es hacer una dieta muy restrictiva. Si su metabolismo basal se encuentra en 2000 calorías diarias, él comienza a ingerir 1000 calorías por día: ya se encuentra con un balance energético negativo (e insuficiente).
Al principio Jaimito se pone muy contento porque ha perdido 2 kilos en la primera semana. La segunda semana pierde menos, pero sigue bajando, pero más adelante y a pesar de seguir consumiendo sólo 1000 calorías por día Jaimito deja de bajar peso debido a la termogénesis adaptativa: su cuerpo se ha adaptado a la nueva situación.
También está María, que para bajar de peso decide matarse a hacer cardio,además de llevar una dieta hipocalórica a base de ensaladas y agua. El resultado es el mismo que en el caso de Jaimito: después de unas cuantas semanas de bajada de peso, María deja de bajar. Se desespera y baja aún más las calorías de la dieta, pero sigue sin funcionar. Ambos están dentro de la tumba metabólica.
¿Esto te suena? Si nos encontramos en tumba metabólica necesitaremos "resetear" nuestro metabolismo, es decir, volver a estabilizarlo, llevar durante un tiempo una alimentación equilibrada, justa sin excesos ni déficit, no hipocalórica. Así nuestro metabolismo volverá a estabilizarse y a partir de ahí podremos volver a bajar las calorías de nuestra alimentación de forma progresiva, eligiendo adecuadamente qué alimentos nos convienen y cuáles no según el objetivo.