Evitar comer ciertos alimentos por “Miedo a…”, miedo a ser obesos, miedo al descontrol, miedo a sentir hambre, miedo a no pertenecer al modelo actual de belleza que pretende la delgadez, etc. y etc.
Lo más sorprendente de todo esto es que se debe a creencias, a pensamientos internos, patrones alimentarios de cada uno y no por un capricho o falta de voluntad.
Con esto qué quiero decir, que para que la alimentación no sea puramente emocional, es decir, para que la causa de nuestra ingesta no sea asociada siempre a una
"emoción" o "
situación estresante", sino que más bien que nuestras decisiones respecto a la comida y elección de alimentos esté más ligada al
"hambre real" debemos entender que
"la comida brinda placer y es un desestresante, pero no soluciona nuestros problemas y sólo calma la ansiedad temporalmente".
Ahora bien, buscar comida siempre no es la solución porque de esa manera aumentaríamos de peso y dejaríamos esa huella en el cerebro. Pero por el contrario reprimirnos nuestros deseos de comer dulce, altera aún más el equilibrio entre comida y emociones porque cuando nos permitimos por fin comer un pastel no lo disfrutamos y posterior a su ingesta sentimos culpa,
"cuando es totalmente normal sentir el deseo por un poco de dulce" sólo que en este mundo de dietas rotas nos han penalizado y castigado por eso, hay que buscar el verdadero problema, modificar ese estado de ánimo y actuar con estrategias nutricionales para evitar alimentarnos descontroladamente.