A través de un decreto, Francisco intensificó su lucha contra el lavado de dinero que salpica al IOR
En pleno agosto debería estar descansando de su agotador viaje a Brasil, pero, ante el asombro de los pocos prelados que siguen en el Vaticano, el papa Francisco no para.
Con un nuevo y sorpresivo motu proprio (documento por iniciativa propia) para la prevención y el contraste del lavado, la financiación del terrorismo y la proliferación de armas de destrucción masiva, el Papa intensificó ayer la vigilancia sobre las finanzas del Vaticano, bajo sospecha de irregularidades en los últimos meses y años.
Volvió a demostrar así que su prioridad es hacer limpieza en el gobierno central de la Iglesia, marcado por diversos escándalos, especialmente de sospechas de lavado de dinero alrededor del Instituto para las Obras de Religión (IOR), el banco del Vaticano.
Aunque el Papa en los últimos meses ha creado una "comisión referente" para investigar al IOR, así como otra comisión para analizar a fondo toda la situación económica del pequeño Estado, con el motu proprio de ayer amplió más aún el marco de su acción.
De hecho, no sólo renovó "el compromiso de la Santa Sede en la adopción de los principios y en el uso de los instrumentos jurídicos desarrollados por la comunidad internacional, adecuando ulteriormente sus instituciones", en continuidad con otro motu proprio de Benedicto XVI del 30 de diciembre de 2010.
Francisco creó, además, un nuevo "comité de seguridad financiera", de siete miembros, que deberá coordinar las autoridades competentes de la Santa Sede y del Estado del Vaticano en materia de prevención y reciclaje.
Este comité, que se reunirá cada cuatro meses, será presidido, por el asesor para los Asuntos Generales de la secretaría de Estado, monseñor Bryan Peter Wells.
Los otros miembros serán el subsecretario para las Relaciones con los Estados, monseñor Antoine Camilleria; el secretario de la Prefectura para los Asuntos Económicos del Vaticano, monseñor Lucio Ángel Vallejo Balda; el director de la Autoridad de Información Financiera (AIF), René Bruelhart; el vicesecretario general del Governatorato, el promotor de Justicia ante el tribunal vaticano y el director de los Servicios de seguridad y protección civil del Governatorato.
Asimismo, en otra importante novedad, reforzó el rol de vigilancia que ya tenía la AIF (creado por Benedicto XVI) al otorgarles la "función de vigilancia prudencial" a los entes que realizan en forma profesional actividades financieras.
Con esta medida "se responde al pedido hecho por Moneyval", el órgano del Consejo de Europa para la lucha contra el blanqueo, destacó un comunicado del Vaticano.
Según explicó el padre Federico Lombardi, vocero de la Santa Sede, esta nueva función de evaluación implica que la AIF deberá "controlar y aprobar los modelos de actividad desarrollados por las instituciones bajo su control".
Al parecer, se trataba de un requisito que faltaba en el Vaticano y justamente por ello a principios de año el Banco de Italia (banco central) había bloqueado el pago con tarjeta de crédito y los cajeros, lo que creó gran desconcierto.
En unos meses, Moneyval, que en julio de 2012 había calificado con un magro "suficiente" al Vaticano en cuanto a sus normas antilavado, deberá dar un nuevo veredicto. Y, resulta evidente, Jorge Bergoglio quiere a toda costa sacar una buena nota, que haga que el Vaticano sea finalmente admitido entre los países "virtuosos".
OBJETIVO
El motu proprio de ayer de Francisco tiene justamente ese objetivo. De hecho, también amplía la aplicación de las leyes del Vaticano a los departamentos de la curia romana y de la administración central y a otras instituciones dependientes de la Santa Sede, así como a las organizaciones sin fines de lucro con sede en la Ciudad del Vaticano, otra exigencia de Moneyval.
Este nuevo paso del papa Francisco confirma que está decidido a limpiar la imagen de las finanzas vaticanas, sacudidas recientemente por el arresto de monseñor Nunzio Scarano, un prelado de alto nivel acusado de haber pagado 400.000 euros a un oficial de inteligencia para que transfiriera de forma ilícita 20 millones de euros desde Suiza hasta Italia, un escándalo del cual Francisco habló sin pelos en la lengua durante el vuelo que lo trajo de Brasil a Roma, el 28 de julio pasado.