Mientras la Pulga continúa descansando junto a su familia, los simpatizantes quieren una foto con él a toda costa; este, sin dudas, fue el más arriesgado de todos.
Nada lo atemorizaba. Estaba decidido a hacerlo. Es que del otro lado del gran desafío estaba su ídolo: Lionel Messi. Sin mucho más análisis que el emocional, el fanático se lanzó al mar Mediterráneo y comenzó a nadar en dirección al yate Seven C, la embarcación que la Pulga rentó en esta isla española para disfrutar del último tramo de sus vacaciones junto a su familia. Nado, siguió nadando y finalmente llegó. Se tomó de la popa y saludó a su ídolo, que lo miraba desde arriba con un gesto de incredulidad. No bajó, claro (la seguridad ante todo). Pero tampoco se escondió. Así fue que el extraño pudo darse vuelta y posar para la foto. ¡Whisky! Y a emprender el regreso. Todo sea por ver a Messi.
Si no, pregúntenles a los chicos que lo abordaron en el muelle, cuando Leo bajaba del yate. No menos de 20 personas lo rodearon con la intención de sacarse una foto junto a él o de conseguir un autógrafo en la camiseta de Barcelona. Uno de ellos grabó toda la secuencia, en la que se puede ver a un Messi predispuesto y sin reclamos, pero claramente incómodo por cómo se le acercó la gente.