Dos obreros sentados sobre el techo de tejas de la Casa Histórica de Tucumán aparecen como cronistas privilegiados del fervor social por la inminencia del Bicentenario de la Independencia, que tendrá su punto cúlmine el próximo sábado. Mientras cambian algunas piezas averiadas, observan la cantidad de personas, locales y forasteras, que se detienen para tratar de pispear qué trabajos se realizan en el interior de la casona donde el 9 de julio de 1816 se juró la Independencia.
Toda la ciudad celebra el acontecimiento, que aquí parece durar mucho más que un día. Hace varias semanas comenzaron distintas actividades académicas que con el rótulo de "Bicentenario" se extenderán casi hasta diciembre. Y así lo confirma el sector hotelero, que disfruta de un invierno con muy buena recepción de turistas.
La plaza Independencia tiene unos toques lumínicos nocturnos celestes y blancos y una estructura de metal que será escenario oficial de la fiesta. La Casa de Gobierno reluce. Las banderas cuelgan, nuevas, de muchos edificios. Algunas vidrieras comerciales usan símbolos patrios en adhesión a la ocasión.
"Vinimos con la idea de quedarnos hasta el 9 de julio, pero no hay regreso de avión disponible para esa fecha, así que nos vamos antes", se lamenta Beatriz Gómez, de Lanús, que llegó acompañada de sus vecinos Carlos Correa y María Luisa Costilla, un matrimonio tucumano que se radicó en Buenos Aires hace varios años, que no reniega sobre la posibilidad de regresar. "Venimos de visita todos los años a ver a nuestras familias. Hoy en esta ciudad me siento más segura que allá", asume Costilla, mientras su esposo y su amiga le recuerdan con picardía que había sido justamente ella la que decidió emigrar de la provincia hace años para darle otras posibilidades de educación a su hijo. Ni el veloz atardecer -a las 19 es casi noche cerrada- ni el frío ni la nubosidad desalientan a sacarse la "foto de recuerdo" delante de la casa histórica en el año del Bicentenario. "Esta vez no pudimos entrar", añaden con cierta intriga sobre qué se encontrarán en el próximo viaje.
Los tres amigos no tuvieron la suerte de la selección argentina de rugby, de la segunda dama norteamericana Jill Biden ni de los participantes del Congreso Eucarístico que se celebró hace pocos días. Todos ellos (¿visitantes vip?) pudieron ingresar en el solar histórico y recorrer brevemente las instalaciones. "Los Pumas hicieron una manteada en el jardín, una práctica habitual cuando vienen a jugar al rugby en Tucumán", contó a LA NACION Tam Muro, responsable de la nueva manera de contar la historia de la casa y de la Independencia, cuyo misterio se disipará el 9.
Congreso 141, "el" destino
No es fácil distinguir a forasteros de locales. Casi todos se detienen unos minutos en Congreso 141. Muchos se sacan fotos y bromean sobre si irán a recorrer la casa el próximo sábado o si esperarán unos días hasta que "afloje" el fervor.
"Cuando era chico esta calle no era peatonal y nos agolpábamos para ingresar en la «casita» apenas abría el 9", recordó Luis, un vecino de Famaillá, que esperó varios minutos la posibilidad de que la puerta principal se abriera para mirar para adentro. "Che, Juan. Están revocando recién adentro", grita Marcelo a un amigo que lo espera más allá de la entrada de la "casita", con gesto de apuro.
Una de las expectativas de los vecinos de la cuadra, mayormente dominada por comercios de artículos regionales, es cómo será el operativo oficial de la visita del presidente Mauricio Macri, que llegará el Día de la Independencia con miembros de su gabinete. "Es otro momento. Es otro gobierno nacional y otro tipo de presidente", resumió Marta Gutiérrez, al recordar que en fechas similares, durante la gestión de Cristina Kirchner, los negocios permanecían cerrados por la muchedumbre que desbordaba la cuadra. "Hasta ahora no nos han anticipado qué harán, pero seguramente será más modesto que el festejo del Bicentenario de 1810 en Buenos Aires", opina Lila Moyano, que trabaja en uno de los locales donde los turistas compran suvenires. De hecho, extraoficialmente funcionarios barajan que el gasto total de esta gran fiesta será de 50 millones de pesos, apenas el diez por ciento de lo que costó el Bicentenario de 1810 en la Capital.
Algo triste porque no "llega" al 9, Carolina Budeguer, una psicóloga tucumana dedicada a temas de violencia doméstica en Houston, Estados Unidos, no ocultó su orgullo por la festividad. "Es una forma de reivindicar Tucumán", resumió, al añadir que "aquí sucedió parte importante de nuestra historia; es muy lindo ver el entusiasmo por la fecha".
Paulina Martin y Salma Jasin, compañeras de tercer año del secundario en el Colegio Santa Cruz, también se entusiasman con la fecha y se sorprenden al pensar que podrán contarles a sus futuros hijos y nietos que ellos estuvieron en la celebración del Bicentenario. "Es cierto. Somos parte de la historia", sonrió Jasin mientras contaba que la fecha patria se estudia desde distintos enfoques en el aula y que hay seis materias dedicadas al "proyecto del Bicentenario" que trabajan sobre historia, geografía, lengua, plástica, vestimenta y gastronomía de aquella época.
Miguel, de 62 años, fue contundente: "Conozco cada rincón de la Casa de Tucumán". Y prometió volver a visitarla cuando reabra sus puertas. En ese momento se dará cuenta de algunos cambios importantes en la manera de contar y reflexionar no sólo sobre la época.
La casa fue demolida tres veces. En ella funcionó desde 1812 un cuartel militar donde Belgrano preparó sus tropas, y para 1874 fue la sede de Correos y Telégrafos Nacionales; más tarde, Juzgado Federal. Hoy sólo mantiene intacto un pequeño espacio en el que 29 diputados de distintas jurisdicciones del país se reunieron para dar el tercer paso clave de la liberación de América, tras el primer gobierno patrio de 1810 y la Asamblea de 1813. "La Sala de la Jura y las puertas de entrada son las únicas originales de la casa", confirmó Claudio Tam Muro, responsable del nuevo guión curatorial. "Todas las exhibiciones son un experimento", sentenció, para avanzar con el nuevo guión museográfico, que busca no sólo acercar al visitante a la casa, sino a aquellos tiempos y en todas sus dimensiones.
Por eso, hay una inicial sala de bienvenida y puesta en situación. ¿Cómo habrá sido llegar a Tucumán hace 200 años? ¿Cuál es la historia de la casa que perteneció a la familia Bazán de Laguna pero que desde 1812 fue alquilada al Estado y tuvo varios destinos? ¿Qué hay en la Sala para los Curiosos? Se sabe que es un puente entre el inicio del recorrido y la llegada al sector principal, donde los diputados juraron la Independencia, y que podrán conocerse individualmente. Saber quiénes eran, qué intereses tenían, qué pensaban. En la Sala de la Jura están los cuadros originales de esos patriotas, pero casi ni se leían sus nombres. La tecnología ahora permitirá tener detalles y ver sus rostros en una pantalla led con marco de madera de la época para que no se pierda el estilo de la casona.
"Tiene que ser emocionante todo el recorrido y no sólo cuando se llega a la sala principal", concluye Muro tratando de mantener intacta la intriga que se develará el próximo sábado, 9 de Julio.
Un arcón para abrir dentro de 100 años
- Primero se pensó en una "cápsula del tiempo" para guardar objetos y mensajes por cien años. Sería desenterrada en 2116 y develaría su misterioso y antiguo contenido. Luego, se decidió convertirla en un "arcón" típico del siglo XIX, con tapa de madera y paredes de vidrio templado y sellado, para que se pudiera ver el contenido.
- La idea que ejecuta la Asociación Amigos del Museo Casa Histórica de la Independencia, presidida por Eduardo José de Zavalía, ya tiene un mensaje secreto de la segunda dama de Estados Unidos, Jill Biden, esposa del vicepresidente Joe Biden, que recorrió la Casa Histórica, esquivó con elegancia las tareas que a todo vapor realizan albañiles, electricistas, techistas y otros rubros para que el 9 de Julio vuelva a lucir todo su esplendor.
- El "arcón del bicentenario" entusiasma a un extremo tal que se dedicará el año a la recolección de objetos y mensajes de todos los que quieran aportar al futuro su visión de hoy. Ya hay bocetos del "arcón" y se ubicará en la Sala de la Jura de la "casita" de Tucumán. Pero no es el único proyecto en el que trabaja la Asociación de Amigos. "Queremos que el promedio de estada en la ciudad se duplique y que crezca la casa. Anualmente la visitan 150.000 turistas: 50.000 son jubilados, 50.000 son estudiantes y el resto es de edad intermedia. Hay que generar actividades para los jóvenes que no vienen porque la casa es aburrida y antigua", se propuso Zavalía