En el partido no pasaba nada, absolutamente nada. Argentina ganaba 1 a 0 con un gol de Nicolás Otamendi a los 6 minutos del primer tiempo y de ahí en más no había mucho para contar.
La Selección estaba desconectada y Panamá se limitaba a replegarse por el campo evitando que el conjunto de Gerardo Martino juegue cerca del arco de Jaime Penedo. Era de esos partidos donde si te levantabas para ir al baño, al kiosco, o a pedir una pizza, no te perdías de nada. Encima, al cierre de la primera mitad se lesionaba Ángel Di María, la figura del debut contra Chile.
Sin embargo, hay personajes que parecen venir de un cuento, de una película de un director estadounidense que no escatima en gastos. A los 15 minutos del segundo tiempo el ‘Tata’ Martino mandó a Lionel Messi a la cancha y el estadio explotó. A partir de ese momento nada fue igual.
Argentina monopolizó la pelota y ocho minutos después llegó el 2 a 0. Sí, gol de Messi, ese que según algunos periodistas (pobres ingenuos), la Selección no necesita si quiere jugar bien y salir campeón. De todos modos, respeto a esa gente. De verdad, porque hay que tener muchas agallas para decir que "Argentina juega mejor sin Messi”.
Panamá, que a su vez jugaba con uno menos por la tonta expulsión de Aníbal Godoy, pasó a ser un fiel espectador del show del mejor jugador del mundo. Diez minutos después, tiro libre cerca del área. ‘Lío’ se hizo cargo de la pelota. Apenas dos pasos cortitos, caricia al balón, ángulo, gol. Era el 3 a 0 y el segundo personal de este muchacho que estaba preocupadísimo porque Diego Maradona dijo que
“no tiene personalidad”.
Pasaron algunos minutos más y llegó el cuarto de la Selección: Otra vez Messi, que quedó a un tanto de igualar a Gabriel Omar Batistuta como máximo goleador histórico de la albiceleste. En tiempo de descuento, asistió a Sergio Agüero para que llegara el quinto.
Argentina clasificó a cuartos de final a falta de un partido y ya piensa en otra cosa. Tal vez genere algo de preocupación el depender de Lionel Messi para sentenciar un partido contra el débil combinado panameño que jugaba con diez, pero ese es un problema de Martino.
Chicago, la ciudad que vio a Michael Jordan convertirse en leyenda, entendió que todo es más fácil cuando el fútbol pasa por los pies de Lionel Messi. Cualquier equipo que lo tenga en su plantel llevará las de ganar, y por suerte, lo tiene Argentina.
Nicolás Grimalt