Ojo de cerradura
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07/06/2016 11:18 hs

Sobreponiéndose a adversidades propias y ajenas

Río Cuarto - 07/06/2016 11:18 hs
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La intensa semana en AFA y los problemas tanto físicos como legales de Lionel Messi no tambalearon a una Selección que pisa fuerte en el comienzo de la Copa América Centenario.

La semana pasada la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) fue un infierno. Algunos dirigentes cruzaban declaraciones en los medios y acusaban a sus pares por pensar diferente en cuanto al futuro del ente más importante del fútbol nacional. Otros pocos negaban una intervención del Gobierno y aseguraban que de esto se sale “dialogando”.

A su vez, ciertos sectores consideraban que de continuar la situación peligraría la participación de la Selección en la Copa América Centenario. Como para seguir tirando nafta al incendio, Luis Segura, presidente de AFA, declaraba displicentemente: “Mi renuncia es intrascendente”.

A miles y miles de kilómetros de distancia apenas habían pasado 72 horas de la llegada de Lionel Messi a suelo norteamericano, luego de declarar ante la justicia española por ser acusado de “evasor de impuestos”. Para colmo, lesionado (horas previas al debut de la albiceleste en la copa, Gerardo Martino confirmó que el mejor jugador del mundo no sería parte de la convocatoria).

Bajo ese cumulo de obstáculos propios y ajenos la Argentina inició su participación en la Copa América Centenario 2016. De todas formas, los problemas no fueron suficientes y venció a Chile por 2 a 1.

El primer tiempo fue parejo, ambos equipos se prestaron la pelota y contaron con pocas oportunidades de lastimar al rival. Sólo un par de aproximaciones de Nicolás Gaitán y Ángel Di María por el sector izquierdo incomodaron a un combinado trasandino que se redujo a alguna conexión aislada entre Alexis Sánchez y Arturo Vidal.  

La premisa que dio Martino a sus jugadores fue simple: presión alta y no permitir que el rival salga jugando. Y así apareció el primer gol. A los 5 minutos del segundo tiempo, Augusto Fernández presionó a Charles Aránguiz en mitad de cancha, Éver Banega recuperó y vio a Di María que cruzaba por la izquierda: “Fideo” no perdonó. Tras el gol, se acercó hasta el banco de suplentes, pidió una remera y la mostró a cámara, muy emocionado (N. de la R.: La estampa mostraba un mensaje para su abuela, quien falleció la noche anterior al partido).

Después del gol, Chile perdió la brújula. Argentina continúo igual y ocho minutos después llegó el segundo gol. Jugada similar: presión de los mediocampistas en tres cuartos de cancha y gol otra vez por la franja izquierda, aunque en esta ocasión con roles invertidos. Di María asistió y Banega definió.

El partido se terminó ahí. Argentina se dedicó a cuidar el resultado bien plantado de contra golpe y Chile nunca reaccionó. El descuento de José Pedro Fuenzalida en la última jugada del partido fue sólo una anécdota.

La Selección pisó fuerte en el debut y se dio el lujo de cuidar a Messi. Las adversidades continuarán apareciendo, pero el deber de este grupo es superarlas. El primer paso está cumplido.
 
Nicolás Grimalt

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