Durante las últimas ruedas observamos como el maíz en Chicago mostraba ajustes negativos, mientras que en Argentina el cereal con fundamentos propios sigue subiendo en las cotizaciones disponibles.
Los problemas con el comportamiento del tiempo hacen que el productor priorice la trilla de soja que luego de los excesos hídricos es necesario recolectar para minimizar las pérdidas de cosecha por calidad en los granos ante la presencia de granos brotados, o simplemente porque la planta empieza a perder los frutos y se hace imposible la recolección.
El segundo recurso escaso son los camiones, que en una red de caminos deteriorados se producen mayores demoras que las habituales por atascamiento o la necesidad de utilizar caminos alternativos generalmente de mayor recorrido.
El tercer inconveniente lo tenemos en los puertos donde los camiones a descargar se abarrotan, generando demoras y contratiempos.
El cuarto elemento son las políticas fiscales donde el productor tiene que tramitar Cartas de Porte documento válido para el traslado de los granos, y que muchas veces se traba por controles sistémicos; los sistemas de recaudación que establecen las provincias para asegurar los ingresos fiscales como los DOPRO en San Luis obligan al productor no solo estar al día con las presentaciones, también con los pagos, y con capacidad financiera suficiente para poder transportar sus granos.
La consecuencia de los puntos mencionados arriba se traduce en menor oferta de maíz ya que el productor por cuestiones climáticas, de logística, financieras y de ciclo de los cultivos prioriza la recolección de la oleaginosa en detrimento del cereal. Si a esto le sumamos que con la eliminación de los ROEs las ventas al exterior se han incrementado, generando mayor demanda, las consecuencias están a la vista en los precios del disponible.
Esto ha generado que en los últimos días el precio del maíz se eleve a precios por encima de lo que puede pagar el sector lácteo, el avícola, el porcino o el vacuno en los engordes intensivos a corral.
Lamentablemente todos estos actores que están en la cadena de agregado del valor del maíz no tienen otro remedio que pagar los elevados precios para poder cumplir con las pautas alimentarias que exige la producción de cada uno de ellos. Si no lo hace se resiente la productividad por falta de alimentación adecuada, menos leche, menos carne son sinónimos de menores ingresos.
En definitiva estos altos valores del maíz son beneficiosos para un escaso grupo de productores que pudieron recolectar la mercadería, pero complica a todos aquellos que el maíz es un insumo básico para la producción.
Es necesario que el Estado implemente políticas urgentes para corregir estos desvíos, ya que los progresos económicos se dan en un marco donde la retribución a todos los sectores de la cadena permite la continuidad de sus integrantes. Si pensamos que esta coyuntura puede ser un pingüe negocio para los productores de maíz es una visión cortoplacista que tenemos que evitar ya que si desaparecen compradores el precio a largo plazo también está en jaque.
Un mercado desarrollado podría haber amortiguado las consecuencias, en parte, si tanto compradores como vendedores tomen coberturas, pero hace falta sin dudas la potestad rectora del Estado para que esto se ejecute.
Es prioritario el desarrollo de cotizaciones locales que permitan cubrirse de estos desfasajes de corto plazo, y espero que se encuentre en la agenda de los candidatos a intendentes ya que Río Cuarto es el centro nodal de una gran región agrícola, ganadera y tiene un gran potencial en agregado de valor si se coordinan acciones tendientes al desarrollo agroindustrial.