Hablar de adoptar tecnologías para mejorar la producción de carne y leche, en la coyuntura de emergencia hídrica como la que atraviesa la ganadería en la región central del país, podría sonar al menos inoportuna.

Si bien hoy la prioridad es resolver los problemas de anegamientos e inundaciones en los establecimientos afectados, cuando las aguas se retiren la producción deberá volverse a poner en marcha. Para hacerlo en el menor tiempo posible, y sin repetir errores del pasado, la incorporación de tecnología ayuda a que los resultados sean más rápidos y eficientes. 

La producción de pasto de mayor calidad contribuye no solo a incrementar la productividad sino también a achicar la grieta existente entre los sistemas ganaderos de punta, que tienen por ejemplo un destete que ronda 90 por ciento, y los más retrasados, que apenas superan 60 por ciento. 

En los establecimientos lecheros ocurre algo similar. El alimento es el costo de mayor incidencia, por lo que confeccionar una pastura con la mayor cantidad de nutrientes y suministrarla de manera efectiva contribuye a reducir su protagonismo económico. El consumo eficiente de esa materia seca puede ayudar a que los tambos que hoy producen en promedio 16 litros por vaca en ordeñe por día puedan aproximarse a los 30 litros, como tienen las explotaciones de referencia.

Reducir la distancia

Con el objetivo de acortar la brecha tecnológica en la producción de carne y leche a partir de la confección de pasturas y dietas balanceadas, el Inta Manfredi organizó la Séptima Jornada de Forrajes Conservados. Convertida ya en un clásico en el calendario de capacitación nacional, reunió durante miércoles y jueves a más de 50 disertantes, algunos del exterior, y a 44 empresas que expusieron sus productos. Muchas de ellas participaron de las dinámicas donde mostraron los últimos desarrollos en maquinaria para la confección de forrajes.

“Habrá que esperar que la coyuntura climática se normalice; a partir de ahí, puede ser un gran momento para incorporar tecnología y corregir algunas deficiencias que viene teniendo la ganadería desde hace tiempo”, aseguró a La Voz del Campo Mario Bragachini, coordinador de la jornada.

Mucho ya se ha dicho sobre la ventaja de cortar las alfalfas de manera mecánica. Sin embargo, 69 por ciento de las 860 mil hectáreas que se henifican en Argentina se corta con hélice. Según Bragachini, no hay país en el mundo que lo haga de esta forma tan ineficiente. “Tampoco se usa el acondicionador, lo que hace que se pierda hoja con el corte”, aclara el especialista. 

Corte y suministro

Las cortadoras de alfalfa con hélice generan pérdidas por repicado, el menor rebrote y no acondicionado. Este déficit equivale a 5.263 megacalorías por hectárea al año, lo que se traduce en 283 kilos de carne por hectárea al año que quedan tirados en los lotes.

El uso de máquinas con plataforma flotante, cuchillas cortas y acondicionador contribuye a acortar la brecha entre las alfalfas conservadas de baja calidad con las confeccionadas sin pérdida de hoja, corte uniforme de la fibra, confección del fardo y rollo, buen almacenaje y protección.

La confección de la ración y el suministro son también materia pendiente en algunos modelos ganaderos. En los otoños húmedos, repartir el alimento en patios de comida sin piso es perder eficiencia en la cantidad y calidad de las raciones. El barro hace que la eficiencia obtenida en la pastura durante su confección, en el mejor de los casos, se pierda en el suministro. El uso de fibra larga en la pastura conservada también está generando un cambio en el uso de los equipos de confección y suministro de raciones.

“El mixer vertical ya tiene 25 años; nosotros acá lo descubrimos hace 10 y se está abandonando en el mundo”, admitió Bragachini. Ahora es el tiempo de los sistemascutter , o procesadores de fibra en rotoenfardadoras y megaenfardadoras. 

Si bien estos equipos incrementan el consumo de combustible –en 1,8 litros por tonelada de materia seca en el caso de los rollos y de 0,9 litros por tonelada de materia seca en megafardos– esta cantidad de gasoil es la misma que se gasta luego si se troza ese heno en un mixer vertical, según evaluaciones a campo. 

El desembarco en el país de la megaenfardadora Krone Big Pack está en la dirección de hacer más eficiente la confección de reservas. Se trata de una máquina capaz de realizar megafardos de 450 kilos con seis hilos de atado: cuatro de ellos sujetan a todo el megafardo y los dos restantes van realizando atados parciales, conformando fardos de 70 kilos.

En relación con el picado para silo, la irrupción de nuevos crakers favorece la potencialidad del híbrido. Sus rodillos permiten trabajar en maíces con 40 por ciento de materia seca, procesando totalmente el grano, y aportar mayor cantidad de energía a las dietas.Maíz y alfalfa, en el ranking mundial

Ganadería intensiva. En el mundo de la ganadería intensiva, el maíz y la alfalfa son los cultivos más utilizados en la alimentación. “En materia de maíz, la estrategia apunta a la utilización de híbridos con mayor relación entre planta y grano, para tener más energía”, sostuvo Leandro Abdelhadi, especialista en forraje, uno de los disertantes durante la jornada en Manfredi. A la hora del picado para silo, la tendencia es utilizar crakers que eviten la pérdida de almidón a través de las heces, por el mal procesamiento del grano.

El silaje crece

En los últimos 20 años, la confección de silaje de sorgo y de maíz se multiplicó por 20. Según datos del programa del Inta sobre forrajes (Propefo), en la campaña 1993/94 se ensilaron 80 mil hectáreas de maíz y sorgo, de las cuales 90 por ciento era picado grueso. Veinte años después, en la campaña 2012/13, se destinaron a silaje más de 1,5 millones de hectáreas, con récord en 2013/14, de 1,8 millones.

Este forraje incrementó su participación en la dieta de un 15 a 40 por ciento y su tiempo de uso pasó de seis meses (para cubrir baches de producción) a todo el año.