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11/04/2016 17:41 hs

Con una pizza de mollejas, un cordobés quiere ser bicampeón mundial

Argentina - 11/04/2016 17:41 hs
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Pablo Gil compite mañana en el campeonato mundial de Parma, Italia. El año pasado se impuso con una de rúcula. Mirá los videos de sus acrobacias con la masa. 

La pizza es sinónimo de la unión con la familia, de las risas con amigos, de sábado a la noche. Un encanto al que pocos se resisten, con su queso desbordando por todos lados, su masa esponjosa o finita y crujiente. Pablo Gil, cordobés de 34 años, es el fiel reflejo de esta pasión: el año pasado viajó a la ciudad de Parma, en Italia, para participar en el Campeonato Mundial de la Pizza, donde presentó su especial de rúcula con la que obtuvo el primer puesto. Ahora volverá a competir para revalidar el título con una “especial de mollejas”.

La historia de Pablo parece de novela. De chico empezó a trabajar en la pizzería de su hermano como delivery, pero con el tiempo descubrió su pasión revoleando la masa por el aire. Un día se filmó y subió los videos a YouTube, donde se viralizaron hasta llegar a la organización del torneo. Desde allí lo llamaron el año pasado para participar y él llevó la bandera celeste y blanca hasta lo más alto. Para Pablo, la pizza es también un sinónimo de amor: sí, de amor, porque es imposible entender quién es este campeón mundial sin hablar de amor.



Cuando tenía 24 años abrió junto a sus hermano una pizzería en la capital cordobesa. Ahí empezó trabajando como repartidor, en bicicleta iba de un lado al otro por la ciudad. “Hasta que un día me metí en la cocina y empecé a probar yo, y me di cuenta de que me encantaba cocinar y que lo hacía bastante bien”, dice.

Hasta que llegó el amor. Cuatro años más tarde conoció a Lorena, su compañera de la vida, quien lo arrastró hasta Paraná, Entre Ríos, donde abrieron otro local: “La Lorena”. Sí, como se llama su mujer. Y comenzó la historia del campeón. Para promocionar el negocio, empezó a hacer malabares con la masa de la pizza, filmaba videos y los compartía en sus redes sociales.

 

Gracias a la era digital se viralizaron y Pablo se convirtió en el “pizzero acróbata”. Además de recibir la invitación para varios programas televisivos de gran audiencia, como Showmatch y Cocineros Argentinos, la historia de su destreza con la pizza cruzó el océano y llegó a los ojos de uno de los organizadores del Mundial, quien lo invitó a participar. La que envió el material fue Lorena- quién otra sino- y lo hizo de manera silencionsa: “Un día me dijo 'quedaste en el Mundial de la Pizza, ahora tenés que practicar' y yo no entendía nada”.

El campeonato lleva ya 25 años y Pablo fue el primer lationamericano en participar: “Todo esto fue en diciembre pasado y la verdad es que pensaba que no iba a llegar. Allá llevan años participando y no quería ir a pasar un papelón. Mi señora me dio ánimo y empecé a entrenar unas 12 horas diarias”.



Tanto entrenamiento dio sus frutos ya que Pablo se coronó haciendo la mejor pizza del certamen con una de rúcula, entre más de 600 participantes de todo el mundo: “No fue fácil, miran la calidad de la masa. Ellos tienen la costumbre de dejarla leudando 72 horas. No es como nosotros, que la hacemos en el momento y ahí nomás la metemos al horno. La mía tuvo 24 horas leudando, el mínimo para que me dejaran competir. También miran cómo trabajás con el horno, qué le ponés y cómo armás la pizza”.

Para esta edición -que comenzará mañana y que el miércoles tendrá la definición- no lo dudó y volvió a anotarse, esta vez con la cerveza Schneider como sponsor, que transmitirá en vivo la competencia a través de las redes sociales. Después de mucho probar y variar, Pablo eligió el gusto de la pizza con la que se presentará en el Mundial: “Tenía que unir dos pasiones argentinas, por eso se me ocurrió esta idea, una pizza de mollejas”.

La que le dio el visto bueno para que  sea su as de espadas en la competencia no fue Lorena sino su abuela, una tana a la que le corre muzzarella en las venas: “Se la di a probar a ella porque conoce y sabe y me dijo que estaba riquísima. Me tengo fe”, cuenta, aunque admite que está algo asustado: “Tengo un poco de presión por ser el último campeón, pero me preparé mucho para esto”, relata a Clarín desde la cocina del hotel en Parma, donde pidió permiso para que se la prestaran un rato y así entrenar un poco más.

En su pizzería “La Lorena” puede conseguirse la grande de rúcula a 130 pesos, aunque todavía no está en el menú la de mollejas: “Vamos a ver cómo nos va, la idea es que cuando vuelva del viaje aparezca como una de las opciones”, explica. En Argentina sus amigos y familiares ya se organizan para seguir en vivo la competencia, como si se juntaran a comer todos juntos, con el mismo objetivo: que la pizza argentina sea la más rica del mundo.


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