Un grupo de investigadores de China, Reino Unido y Alemania ha encontrado uno de los fósiles de un animal con el sistema nervioso central conservado más antiguo jamás identificado.
El organismo, parecido a un crustáceo de algo más de tres centímetros, vivió hace unos 520 millones de años, durante el inicio de la llamada explosión del Cámbrico que supuso toda una revolución evolutiva en la que apareció de forma repentina una enorme cantidad de organismos multicelulares mucho más complejos que en la etapa anterior, el llamado precámbrico. Además, el fósil encontrado en el sur de China es el ejemplar con esta estructura nerviosa mejor conservado de esa antigüedad de cuantos se han encontrado hasta la fecha. Encontrar este tipo de tejidos blandos preservados en un fósil no es tarea fácil, pero hacerlo en uno tan antiguo y que su conservación haya sido tan excepcional es un milagro científico.
El sistema nervioso ha sido desde hace siglos una estructura muy utilizada por los taxónomos -los especialistas en ordenar los grupos de seres vivos dentro del árbol de la vida- para obtener información útil para saber cómo han evolucionado las diferentes especies. Y más aún en animales como los artrópodos -el grupo más numeroso y diverso del mundo que incluye a los insectos, las arañas o los crustáceos, entre otros-, sobre todo si se trata de especies antiguas ya extinguidas. Por ese motivo, los investigadores que han realizado el trabajo, publicado en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), aseguran que el hallazgo ayudará a entender cómo evolucionó el sistema nervioso central de los artrópodos.
«Este trabajo nos permite echar un vistazo a lo que pudo ser un sistema nervioso ancestral», asegura Javier Ortega-Hernández, investigador del Departamento de Zoología de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y coautor de la investigación. «Se trata del ejemplo más completo de un sistema nervioso central del periodo Cámbrico», afirma.
El animal fosilizado, llamado Chengjiangocaris kunmingensis, perteneció al grupo ancestral del que surgieron los actuales artrópodos, es decir, las hormigas, las arañas , las gambas o los ciempiés que conocemos hoy en día.
El sistema nervioso central es el responsable de todas las funciones motoras y neuronales. En los vertebrados, en el ser humano, por ejemplo, consiste en el conjunto que forman el cerebro y la médula espinal. Sin embargo, en organismos como los insectos no es más que un cerebro condensado y una cadena de engrosamientos de tejido nervioso interconectados llamados ganglios. Como en los artrópodos modernos, este organismo primitivo presenta este tipo de sistema nervioso que recuerda a un cordón lleno de nudos marineros, y para sorpresa de los investigadores estos ganglios están muy bien preservados en el fósil, algo completamente excepcional al no tratarse de tejidos duros como huesos o exoesqueletos.
Los autores detectaron junto a estas estructuras una serie de diminutas fibras -menos de una milésima de milímetro de longitud- dispuestas de forma muy regular, así que intentaron averiguar si se trataba del mismo material que forma los ganglios de los artrópodos actuales. «Usamos microscopía de fluorescencia para confirmar que eran, de hecho, nervios individuales, fosilizados como una fina película de carbono y ofreciendo un nivel de detalle sin precedentes», explica Ortega-Hernández. Los autores concluyen en el trabajo que este fósil no sólo ha mejorado muchísimo el conocimiento sobre cómo evolucionó el sistema nervioso, sino también de cómo evolucionaron los primeros animales.