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04/01/2016 08:54 hs

Lo que queda del portal de Belén

Internacionales - 04/01/2016 08:54 hs
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El belén, tal y como hoy lo conocemos, es un invento de San Francisco de Asís en Greccio en el año 1223. En el siglo XIX abrieron el relicario de los Reyes Magos de Colonia y encontraron tres cuerpos. La Iglesia católica prohibió el culto al recipiente donde se depositó el santo prepucio

"En Belén, María dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre" (Lucas 2, 7). Los Evangelios apenas hablan del Cristo niño y adolescente, más allá de cómo se perdió y fue encontrado en el Templo de Jerusalén, enseñando a los escribas y doctores de la ley. Sólo Mateo y Lucas presentan breves pinceladas del Niño Jesús. La infancia es, sin duda, la etapa más desconocida de la vida de Jesucristo.

Los exegetas ni siquiera se ponen de acuerdo sobre la fecha y el lugar de nacimiento. Para algunos y según la tradición, nació en Belén; para otros muchos, en Nazaret. En cuanto a la fecha, Xabier Pikaza, nuestro exegeta más prestigioso, asegura: "No conocemos el día de su nacimiento, pues la Navidad (25 de Diciembre, solsticio de invierno en el hemisferio norte) es una armonización simbólica de la liturgia cristiana (Jesús = Sol naciente). Es indudable que Jesúsnació en torno al año 6 a.C. en algún lugar de Judea o Galilea, aunque los datos concretos de su nacimiento han sido recreados simbólicamente, para indicar mejor la importancia que tienen para los creyentes".

Los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, escritos entre los 70 y los 100 años d.C., son biografías religiosas, es decir, confesionales, para uso de la Iglesia y mayor gloria y alabanza del personaje. No son biografías históricas como las entendemos hoy. Además, pasan de puntillas sobre la infancia de Jesús. El belén, tal y como hoy lo conocemos, es un invento de San Francisco de Asís en Greccio en el 1223.

El propio Papa Francisco, en la audiencia del pasado miércoles, día 30, reconocía: "No conocemos apenas nada de la infancia de Jesús. Las raras indicaciones que poseemos hacen referencia a la imposición del nombre después de ocho días de su nacimiento". Y, buscando un lado positivo, añadía: "Sabemos poco del Niño Jesús, pero podemos aprender mucho de Él, si miramos la vida de los niños".

De todas formas, en la iconografía de los Evangelios canónicos y de los apócrifos sobre el nacimiento del Niño Jesús se cita a los pastores, los ángeles, los Reyes Magos, el buey y el asno. ¿Queda algo de los elementos que configuraron aquel evento de hace más de 2.000 años que cambió la Historia de la humanidad? Un puñado de reliquias de algunos elementos de aquel escenario que, según la tradición, han pervivido hasta hoy. Desde la cuna al pañal, pasando por unas gotas de leche de la Virgen o incluso un suspiro de San José. Recorrido por los restos sagrados de aquel primer belén viviente.

La cuna... y una pajita

Los Evangelios no mentan cuna alguna en el portal de Belén, pero la Basílica romana de Santa María la Mayor conserva no sólo las maderas de la cuna, sino incluso una pajita de heno del pesebre. La paja era propiedad privada de los Reyes de España, que la donaron al templo romano, del que el Rey Felipe VI es protocanónigo, es decir el primero de los miembros del cabildo. Una basílica que siempre estuvo muy vinculada a la monarquía española.

Los cinco listones de madera de la Sagrada Cuna, que todavía se conservan, están en un majestuoso relicario de cristal, obra del artista Giuseppe Valadier, sostenido por cuatro querubines de oro y coronado por un Niño Jesús de tamaño natural. La urna se encuentra bajo el altar mayor y es uno de los lugares más visitados de la inmensa basílica romana, que regenta el cardenal español Santos Abril.

Fue el Papa Sixto III el que decidió crear, en el año 432, una gruta de Navidad, parecida a la de Belén, en la basílica romana, que, precisamente por eso, pasó a llamarse Santa María ad praesepem. La gruta se hizo tan famosa que los cruzados y los peregrinos que regresaban de Tierra Santa le ofrecían las reliquias del portal que traían. Así llegaron las maderas de la cuna que, en el año 1370, el Papa Gregorio XI colocó en el interior de un relicario, que robaron las tropas napoleónicas en la ocupación de la ciudad en el bienio 1798-99. Los franceses se llevaron el relicario, pero dejaron las reliquias y una duquesa hizo una sustanciosa donación para labrar el actual.

Los santos pañales

En otro relicario de Santa María la Mayor se conserva también el panniculum, trozo de tela del tamaño de una mano que, según la tradición, utilizó la Virgen paraenvolver al Niño. En la Iglesia de San Marcello al Corso, en la Via del Corso (antes, Via Lata), que une la Piazza Venezia con la Piazza del Popolo, se veneran más pañales de Jesucristo.

Pero el más famoso de los santos pañales se encuentra más cerca de nosotros, en Lérida. Aunque ya sólo quedan de él tres hilos y el recuerdo de una reliquia extraordinaria y dotada de poderes especiales. Por ejemplo, curaba las enfermedades del que se la colocaba en la cabeza y hasta era inmune al fuego. Fernando VII la trasladó a Madrid, para evitar complicaciones en el parto de Isabel II.

Venerada por reyes y papas durante siglos, la reliquia viajó de Jerusalén a Túnez, donde la encontró el comerciante leridano Arnau de Solsona, que la donó a la catedral en 1297. A pesar de haber sido depositada en el Banco de España, la reliquia se perdió casi por completo durante la Guerra Civil. Quedan los dos hilos de Lérida y otro similar proveniente de la parroquia segoviana de Escalona del Prado, que fue donado por el Rey Leopoldo de Bélgica a Felipe IV a cambio de un fragmento de la veracruz.

Gotas de leche de la virgen

La leche de la virgen se conserva en varios lugares. Las reliquias más célebres son la de los agustinos de Santa María del Popolo en Roma, la que hay en la catedral de Oviedo y la de la catedral de Murcia. También hay una en el museo de la catedral de Mallorca. No se trata de líquido materno propiamente dicho, sino de una sustancia blanca extraída de las paredes de la llamada Gruta de la Leche en Belén.

Según la tradición, cuando María amamantaba allí a su hijo, unas gotitas de la leche salpicaron la cueva, volviéndola de color blanco. Los peregrinos, en su visita al lugar, rascaban la superficie blanca de la cueva y se llevaban los fragmentos como un tesoro. Los que se conservan en una ampolla-relicario de la seo de Murcia se tornan líquidos todos los años, el día de la Asunción.

Cordones umbilicales

Al ombligo santo o al santo cordón umbilical de Jesucristo se le rinde culto en dos iglesias romanas (la de Santa María de Popolo, donde se alojó Lutero en su visita a Roma y donde Caravaggio dejó dos magníficos óleos en la capilla Cerasi, y la deSan Martino), y en el templo francés de Chalons, aunque este último desapareció. En cualquier caso, Jesús tuvo tres ombligos... por lo menos.

Suspiro de San José

Agobiado por no encontrar sitio en posada alguna para que María diese a luz, José, según cuenta la tradición, suspiró profundamente y su suspiro quedóatrapado en la botella de la que acababa de beber. Un ángel la recogió y la escondió. Tiempo después, la encontraron unos monjes y se la llevaron a Francia, donde fue venerada durante siglos, hasta que la Santa Sede requisó la botella con el suspiro del esposo de María y la guardó en el Sancta Sanctorum de las reliquias vaticanas.

Ni que decir tiene que está terminantemente prohibido abrir la botella...

Los pastorcillos de Ledesma

"Los pastores fueron corriendo y encontraron a María, a José y al niño acostado en el pesebre" (Lucas 2,16-17). Eso dice el Evangelio, mientras la tradición asegura que los restos de tres de esos pastorcillos (Jacobo, Isacio y Josefo) se encuentran en Ledesma, junto a sus zurrones y tijeras de esquilar. Fueron traídos a la villa salmantina por un caballero cruzado, Micael Dominiquiz, natural de la localidad, en el año 1149.

La noticia se propagó rápidamente y llegó a oídos del Papa Inocencio XI, que concedió a la iglesia de San Pedro de Ledesma el privilegio de una cofradía para salvaguardar el tesoro pastoril. Otros, menos crédulos, aseguran que se trata de una fabulación surgida en la Edad Media y que los huesos que se conservan pertenecen a tres pastores... de Ledesma.

Los Reyes Magos

"Vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas le rindieron homenaje; luego abrieron sus cofres y como regalos le ofrecieron oro, incienso y mirra" (Mateo 2,11). Cuentan que Marco Polo vio las tumbas de los tres Reyes Magos en Irán. Al parecer, la emperatriz Elena se hizo con sus cuerpos, pero Federico Barbarroja robó su sepulcro y se los llevó a Colonia, para convertir la ciudad en una meta de peregrinación similar a Compostela. Desde entonces residen en la ciudad alemana, en un relicario de oro, plata y madera, que se tardó 45 años en labrar. En el siglo XIX, lo abrieron y encontraron tres cuerpos. ¿De los Magos?

La cola del asno

De los dos animales que, según la tradición, estaban en la gruta de Belén, sólo se ha conservado la cola del asno. Aunque, también en este caso, hubo dos colas. Una desapareció y la otra se conserva en el Ministerio de Prehistoria Contemporánea de Roma.

Piedras del portal

Proliferan los lugares que aseguran conservar trozos de piedras del portal de Belén. Por ejemplo, en el monasterio de San Juan de la Peña de Santa Cruz de la Serós (Huesca), en la capilla copta del Santo Sepulcro de Jerusalén, en la catedral de Mallorca (en uno de cuyos numerosos relicarios se conserva un fragmento de una piedra del pesebre) y en la de Valencia, que conserva una piedra entera del portal.

Las plumas de los Ángeles

Existen varias reliquias de plumas de ángeles dispersas por el mundo. Unas de los ángeles que se les aparecieron a los pastores y otras, atribuidas al arcángel San Miguel, tras su lucha contra el diablo, o al arcángel San Gabriel, tras anunciar a María, en Nazaret, que iba a ser la madre del Niño Jesús. Esta última pluma estuvo durante años en el monasterio de El Escorial y fue considerada como una de las reliquias más apreciadas de la cristiandad en la Edad Media. Según los testimonios de la época, la pluma medía un metro y era de color rosa suave. Hoy, se le ha perdido la pista, tanto a la pluma de El Escorial como a la que se veneró en la iglesia de Liria (Valencia) o a la del monasterio francés del famoso Mont Saint Michel.

En Alemania e Italia aseguran seguir conservando trozos de plumas de los ángeles, como la que se guarda en la iglesia de La Madonna de Loreto.

... Y el prepucio

Cuentan los Evangelios apócrifos que Jesús, conforme a la ley, fue circuncidado al octavo día de su nacimiento y que la anciana judía que practicó la operación introdujo el Santo Prepucio en un vaso de alabastro con aceite de nardo. El recipiente fue a parar a manos de San Juan Bautista, que se lo regaló a María Magdalena. Siete siglos más tarde, la reliquia llegó de manos de un ángel a San Gregorio Magno, quien, a su vez, se la regaló al Papa León III.

Permaneció en la catedral romana de San Juan de Letrán hasta el saqueo de Roma por los lansquenetes. Su rastro desaparece por un tiempo, para reaparecer en varios lugares: en Calcata, en la región del Lazio; en la abadía francesa de Charroux, que la recibió de Carlomagno; en la abadía de Coulombs, o en la catedral de Amberes. Durante las Cruzadas circulaban por Europa 14 reliquias del Santo Prepucio.

La reliquia alcanzó tanta popularidad que incluso se fundó en su honor la orden de caballería de los Hermanos Caballeros del Santo Prepucio para proteger tan valioso resto que, según sus custodios, sangraba cada Viernes Santo. Pero por considerarla una reliquia irrespetuosa, en 1900 la Iglesia Católica declaró que todo aquel que se atreviera a hablar del Santo Prepucio podría ser excomulgado.

Aunque el culto del Santo Prepucio fue derogado por decreto, a lo largo de la Historia fue una de las reliquias más polémicas. En una visión mística de Santa Catalina de Siena, Jesús se casaba con ella y le ponía el prepucio amputado en su dedo como anillo de bodas.

Llegó incluso a suscitarse una controversia teológica en torno al prepucio: ¿Jesús había ascendido al cielo con su cuerpo completo o sin una parte, como era el prepucio? La cuestión disputada terminó resolviéndose con la tesis de que subió al cielo con el cuerpo completo, porque el prepucio era una parte prescindible. Pero el teólogo León Alacio sostenía que el prepucio había subido al cielo al mismo tiempo que Jesús, convirtiéndose en los anillos de Saturno.

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