Las lámparas usan un proceso electróquímico generado por las plantas para recibir energía por dos horas
s plantas se han convertido en una alternativa limpia y renovable para afrontar la escasez de energía eléctrica en la selva peruana, gracias a un invento que plantea aprovechar su potencial para iluminar los hogares de una de las zonas más pobres de Perú.
La "plantalámpara", como se denomina el invento, es un proyecto de investigadores de la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC), de Lima, que genera dos horas de luz diarias por medio de una batería que recoge y convierte en energía eléctrica los nutrientes liberados en la tierra por una planta mediana durante su fotosíntesis. Es una alternativa a la hoy clásica lámpara hecha con una botella de plástico que creó el brasileño Alfredo Moser, ya que no requiere de luz solar para funcionar.
El proyecto nació con el objetivo de "brindar una fuente de luz eléctrica limpia a las personas a través de los recursos de su entorno", afirmó a la agencia EFE el responsable de la investigación y profesor de la UTEC, Elmer Ramírez.
Y se desarrolló en la localidad de Nueva Saposoa, una comunidad indígena de 173 habitantes de la etnia shipibo-conibo, en la región amazónica de Ucayali, donde el 65 % de la población no cuenta con electricidad, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas e Informática (INEI).
Un equipo formado por siete profesores y ocho alumnos trabajó durante cuatro meses en las "plantalámparas", para lo cual viajaron dos veces a Nueva Saposoa, la primera para recolectar datos y la segunda para entregar diez de los prototipos del invento a la comunidad.
"Si bien ya se tenían estudios sobre la existencia de electricidad en la tierra producto de la interacción con las plantas, nosotros pasamos de la teoría a la aplicación", explicó Ramírez.
Para dar ese salto, los investigadores peruanos tuvieron que definir el área de tierra necesaria para alimentar la batería dentro de una maceta de madera, además de seleccionar una lámpara LED de alta eficiencia y de bajo consumo.
Para los beneficiados en Nueva Saposoa, quedaron atrás los mecheros y candiles con combustible tóxico, además de los días en los que debían concluir sus actividades al desaparecer el último rayo de luz solar.